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Nacido para volar

‘Space Dive’, documental de la BBC, cuenta cómo Felix Baumgartner rompió la barrera del sonido en una caída libre.

El Espectador
15 de diciembre de 2012 - 02:57 a. m.
Felix Baumgartner en su caída de vuelta a la Tierra.  / Cortesía BBC
Felix Baumgartner en su caída de vuelta a la Tierra. / Cortesía BBC

La música se frena y con ella la respiración y  la sangre. “Me voy a casa”. Un saludo militar (o tal vez una despedida) y un paso al frente, a 39 mil metros de altura por encima de la superficie de la Tierra.

Cuatro minutos y 20 segundos después de ese momento, Felix Baumgartner pasó a la historia como el hombre más rápido, pues rompió la barrera del sonido con su propio cuerpo. Nada de aviones ni fuselajes ni turbinas. Un hombre en caída libre desde el borde del espacio. Vehículo: él mismo.

Primero los problemas. Para ser exactos, cuatro años de éstos, de dudar, probar y esperar. ¿Cómo llevar a un hombre hasta casi 40 kilómetros de altitud, dejarlo caer y que no muera en el intento? Esto por un lado. Por el otro, ¿cómo grabarlo todo?

En un principio, la aventura debía tomar un año entre la mesa de diseño, la construcción del equipo y el salto. Complicaciones, una tras otra: un equipo de diseño que despide a su líder (sólo para contratarlo de nuevo un par de semanas después), un aventurero que se rehúsa a ponerse el traje que ha de mantenerlo con vida, un hombre con dudas y asustado ante la posibilidad de morir solo, en un ambiente hostil, con su madre y amigos mirando la transmisión en vivo. “Una de las cosas más complicadas fue mantener el ritmo de la narración durante los cuatro años de grabación. Y, claro, tampoco se podía planear muchas cosas: nadie sabía  cómo iba a terminar la aventura y en la mitad de todo estaba Felix, mi amigo, y la posibilidad de verlo morir”. Colin Barr es el productor y director de Space Dive, el documental que cuenta desde adentro la historia de un imposible.

Mucho más que un reto tecnológico, el proyecto era un problema humano, o sea, un asunto plagado de miedos y barreras mentales. Una madre que sostiene a su hijo para decirle que, si algo sale mal, al menos estará ahí para abrazarlo. La voz que se recupera: “Pero todo va a salir bien, mamá. ¿Cómo vas con tu inglés? Cuando te pregunten los periodistas y no entiendas, sólo di: ‘Estoy orgullosa de mi hijo’”.

Más que un reality, aunque pleno de drama, el documental sigue el desarrollo de un proyecto sin enredarse en las explicaciones técnicas. No es un programa de ciencia (así esta sea un asunto central en el proyecto), sino más un relato personal de superación, una conquista en la que hay cierta fanfarria de fondo mientras los protagonistas lloran y gritan de júbilo. Televisión épica, podría ser.

Épica desde el relato, pero también desde la producción. 

Después de los primeros 25 segundos de caída, Felix Baumgartner iba más rápido que un avión Jumbo. Poco tiempo después, su velocidad fue mayor que la de una bala. Un tiempo luego, su cuerpo rompió la barrera del sonido para alcanzar un récord: 1.342 kilómetros por hora.

¿Por qué grabarlo? “Porque creo que lo que hizo Felix tiene un gran mensaje de esperanza y valentía. Hoy en día debo dar conferencias y charlas en colegios y universidades para explicar la ciencia detrás del proyecto, pero también para hablar de lo inspirador que resultó el salto”. Barr habla del poder de la narración, un credo que suele estar ausente de la televisión, por momentos más entregada a la superación social que a la inspiración. 

Creer. La puerta de la cápsula se abrió y un poco de hielo se desprendió del borde. “Ahí está, ahí está el mundo”, dijo la voz al otro lado del radio. La silla se corrió hacia atrás, el plano se cerró sobre el casco, en cuyo reflejo se observaron dos pequeñas piernas colgando en el umbral de la puerta. “Suelta el cinturón. Muy bien”. “Párate en el borde de la puerta”. Una madre que lloró y un hombre colgando al borde de la nada.

Con casi US$30 millones de inversión, un equipo de más de 20 científicos e ingenieros, cuatro años de planeación y cientos de horas de entrenamiento y ejercicio aquella toma, en la que todo se detiene para pender de un hilo hecho de incertidumbre, es un momento ciertamente inspirador. Baumgartner se descolgó y la cámara que estaba atada a su pecho mostró su casco y de fondo el planeta, todo enmarcado en un aura azul que llenó la pantalla de una paz del mismo color.

Tres minutos después de haber saltado, Baumgartner superó una serie de giros sin control, logró estabilizarse y dijo: “No veo nada. Creo que me voy a desmayar”.

La siguiente comunicación llegó un poco después. “Estoy a 2.133 metros. Voy a abrir el paracaídas”. La cámara mostró la tela abriéndose. Gritos. Abrazos. Júbilo. Una nota de piano, grave, baja, marca el momento en que los pies tocaron el suelo de nuevo. Todos corrieron hacia él, incluido Colin Barr, el productor. “Creo que es la peor entrevista que he hecho en mi vida. Sólo atiné a preguntarle ¿cómo estás?, ¿cómo te sentiste?”. Abrazos de una madre: “Estoy orgullosa de ti, hijo”. Fin.

Lunes, 7:00 p.m., por BBC HD.

Por El Espectador

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