Gastronomía y recetas
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Crémant, el otro francés

Un Crémant se elabora de la misma manera que un champán, o sea, mediante una segunda fermentación en botella.

Hugo Sabogal
23 de julio de 2023 - 02:00 a. m.
al igual que el champán, el Crément debe someterse a estrictas normas de producción, como es el caso de los tiempos de maduración en botella: un mínimo de doce meses y un máximo de 24 meses o algo más.
al igual que el champán, el Crément debe someterse a estrictas normas de producción, como es el caso de los tiempos de maduración en botella: un mínimo de doce meses y un máximo de 24 meses o algo más.
Foto: Cortesía

El Crémant siempre ha sido un espumoso de rigor en Francia cuando alguien quiere consumir burbujas sin tener que pagar los precios estratosféricos de un champán. Haga usted las cuentas: un champán estándar (Veuve de Clicquot) cuesta medio millón de pesos en estanterías exclusivas de Colombia, y uno de renombre (Dom Perignon) supera los dos millones. Ni qué decir si figuran en las cartas de hoteles y restaurantes. En cambio, un buen Crémant, comprado en el portal de un importador, oscila entre 80.000 y 120.000 pesos.

Christian de Brisis, director de exportaciones del sello Veuve Ambal, recién llegado a Colombia y principal productor de Cremant de Bourgogne, lo comenta de esta manera: “cuando un consumidor francés duda si comprar un champán o un Crémant para llevar a casa, se inclina por este último porque, por el mismo precio, sale de la tienda con tres o cuatro botellas en vez de una. Y si cierra los ojos a la hora de descorcharlo, seguramente no encontrará diferencias” (Bourgogne es una de las siete denominaciones francesas dedicadas a la elaboración de Crémant; el champán, en cambio, sólo puede originarse en la provincia que le da su nombre).

En cuanto a similitudes, un Crémant se elabora de la misma manera que un champán, o sea, mediante una segunda fermentación en botella. Adicionalmente, un Crémant de Bourgogne, por ejemplo, utiliza casi las mismas uvas que su encumbrado primo, o sea, Chardonnay y Pinot Noir, además de poder agregarle legalmente Gamay (tinta) y Aligoté (blanca), dos variedades de su zona. Y al igual que el champán, el Crément debe someterse a estrictas normas de producción, como es el caso de los tiempos de maduración en botella: un mínimo de doce meses y un máximo de 24 meses o algo más. Dichos periodos, hay que admitirlo, pueden ser mayores en el caso de los más costosos champanes, pero la paleta de aromas y sabores es, hasta cierto punto, compartida.

Lo interesante del Crémant es que, al pertenecer a una categoría de dimensiones regionales (algo ajeno al champán), puede atribuirse una identidad original.

Exceptuando al Crémant de Bourgogne, que comparte frontera y variedades con la región de Champaña, los creadores de Crémant pueden recurrir a una amplia lista de cepajes nativos. Así, el Crémant D’Alsace combina Chardonnay y Pinot Noir con uvas alsacianas como Pinot Blanc, Pinot Gris y Riesling. El Crémant de Loire incluye en su receta Chenin Blanc, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon y Pineau d’Aunis. Y así, sucesivamente, con los de Jura, Savoie, Die, Limoux y Bourdeaux. O sea, un verdadero festín de diferenciaciones.

En Colombia, la oferta de Crémant es limitada, pero la puerta ha quedado abierta con el ingreso al mercado de Veuve Ambal, marca dominante en Bourgogne.

*El importador es Novili SAS

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