Un poco de la historia de esta receta
En el cuento La cena Clarice Lispector nos invita al banquete ostentoso de un viejo enorme cuyos gestos, cuando el filete de carne está frente a él son los de un cazador rabioso. Estos se manifiestan en la saliva que salpica, los labios que se restriegan, la lengua que cruje. Aunque engulle agotado cada trozo no hay disfrute, no porque el filete sea insípido, es un exquisito churrasco sazonado con hierbas y asado a las brasas, es por el esfuerzo que le supone coger el bocado que salta en el aire como si tuviera vida y buscara escapar.
Quien atiende el apetito frenético del viejo es un camarero que aparece según la seña de la mano. Su servicio es demasiado cordial: recoge el tenedor que se ha caído, agradece, sirve el vino con sumisión, sonríe ante la actitud déspota de quien come. Si el comensal se llama como el Dios del inframundo, ¿Podría este camarero ser el mensajero del Olimpo? O quizás, ¿un condenado resignado a su destino? Este comensal es un devorador de criaturas, o ¿un especulador financiero? Al camarero no lo devora, pero lo ha anulado.
En una mesa de al lado, el relato nos proyecta a una mujer delgada y fina. Ella también come, lo hace con gozo mientras ríe ante lo que observa y sonríe ante lo que descubre ¿Qué le ha develado aquel viejo?, ¿ella es en realidad una mujer o, todos nosotros? Quizás, ¿un Dios que siente complacencia ante el tributo ofrendado? O, ¿es el reflejo de un espejo que proyecta el comportamiento banal del viejo? Tal vez sus ojos oscuros y brillantes son ¿fuego e infierno?
El momento es narrado por una voz despavorida en ese restaurante que tambalea entre el estruendo y las luces centellantes. Sabemos cómo es por lo que siente: miedo, asombro y a la vez asco. Concluye su relato de esta forma: “Cruzó el ángulo luminoso del salón, desapareció. Pero yo todavía soy un hombre...” ¿Qué nos quiso decir?
La cena es uno de esos cuentos que debe ser leído lento como queriendo encontrar el sentido de cada acto. Esta receta ofrece un churrasco al estilo brasileño. Lo obvio, porque más que simbolizar lo que es devorado, significa lo que es auténtico en la escritura de Lispector, es decir, extraña para provocar las interioridades del alma en un lenguaje que parece dispuesto desde las carnes. Lo oportuno porque abril es tiempo de libros, de ferias, de países invitados.
Gastronomía: Brasilera.
La albahaca ayudará a aromatizar tu propuesta
- Tiempo de preparación: 40 minutos.
- Tiempo de cocción: 15 minutos.
- Porciones: 1.
Ingredientes
- 1 filete de churrasco grueso
- 1 cucharadita de hierbas secas: tomillo, orégano, romero, albahaca, estragón, laurel
- 1 cucharadita de pimentón dulce
- 1/2 cucharadita de pimienta negra ojalá recién molida
- 1/2 cucharadita de comino molido
- 1 diente de ajo picado muy fino
- Mantequilla para untar
- Sal
Preparación
Untar el filete con la mantequilla. Luego preparar el adobo mezclando todos los demás ingredientes.
Rebosar la carne con el adobo y reservar hasta el momento de cocinarla.
Asar a la parrilla o en brasa. Asegurar el sellado en cada uno de sus lados para conservar sus jugos. ¡Servir el corte al momento!
Si te gusta la cocina y eres de los que crea recetas en busca de nuevos sabores, escríbenos al correo de Tatiana Gómez Fuentes (tgomez@elespectador.com) o al de Edwin Bohórquez Aya (ebohorquez@elespectador.com) para conocer tu propuesta gastronómica. 😊🥦🥩🥧