Gastronomía y recetas
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La quintaesencia de Chile

Entre copas y entre mesas.

Hugo Sabogal
05 de junio de 2022 - 02:00 a. m.
La cultura del vino llegó a Chile en 1548, con los primeros colonizadores españoles.
La cultura del vino llegó a Chile en 1548, con los primeros colonizadores españoles.
Foto: Cortesía

La presencia del vino chileno en Colombia data de hace más de cincuenta años y hoy se mantiene en el primer lugar de las importaciones, con más del 50 % de participación.

Dado su dominio, siempre resulta útil revisar los antecedentes vitivinícolas del país austral, lo mismo que sus principales regiones, variedades de uva y bodegas.

• Historia: la cultura del vino llegó a Chile en 1548, con los primeros colonizadores españoles. Las ventajas de un territorio angosto —de 4.000 kilómetros de longitud, enmarcado entre la cordillera de los Andes y el océano Pacífico y con una enorme riqueza de climas y microclimas— le dan ventaja a un país que posee las condiciones ideales para plantar viñedos.

El sector vivió varios períodos. Entre los más importantes figuran la instalación de la Quinta Normal, por iniciativa del gobierno de turno, que impulsó, a mediados del siglo XIX, la ampliación del número de variedades (de una, llamada País, a más de setenta). Tal salto fue robustecido por adineradas familias locales, que, tras sus visitas a Europa, importaron y plantaron cepajes clásicos en sus haciendas. La segunda gran transformación se produjo en la década de los 70, con la llegada del español Miguel Torres, quien aportó ideas y recomendaciones para mejorar y apuntalar la industria, y llevarla a la posición destacada que hoy ocupa.

• Zonas productoras: sobresalen diez (de norte a sur): Elqui, Limarí, Aconcagua, Casablanca, Maipo, Cachapoal, Colchagua, Curicó, Itata y Bio Bio.

• Variedades tintas: encabeza la lista la Cabernet Sauvignon, reconocida y admirada. Sigue la Carménère, hoy convertida en emblema nacional. Y de no menor significado figuran Merlot, Syrah, Pinot Noir, Malbec y Carignan.

• Variedades blancas: Chardonnay y Sauvignon Blanc, montadas en los mismos niveles de prestigio que las de Nueva Zelanda y Oregón.

• Aromas y sabores: Cabernet Sauvignon: cereza negra, mora, pimentón verde y, a veces, mentol (tras la crianza en roble, expresa recuerdos a cedro y hojas de tabaco). Carménère: frambuesa, mora y pimentón verde (tras la crianza, aparecen notas de chocolate negro, café y hojas de tabaco). Chardonnay: evocaciones a manzana verde y frutos tropicales. Sauvignon Blanc: sugerencias a frutos cítricos.

• En la mesa: Cabernet Sauvignon: carnes a la brasa, quesos curados y salsas con vino tinto y especias como salvia, albahaca o romero; Carménère: carnes de cordero, pato y conejo, y salsas especiadas; Chardonnay: cerdo, salmón atún y frutos de mar y atún; Sauvignon Blanc: preparaciones con queso de cabra.

• Bodegas y etiquetas: Chadwick, Carmín de Peumo, Montes Alpha M, Montes Folly, Almaviva, Don Melchor y Clos Apalta. Han ganado notable terreno viñas independientes como, Casa Marín, Aquitania, Antiyal, Garage Wine & Co. Por debajo de estos adalides, la oferta es vasta, variada y siempre digna.

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