Gastronomía y recetas
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Momentos de Clunia

Todo aquí es concentración de fruta y sensación palpable de finura. Y su botella sugiere un ánfora estilizada. En suma, son viajes desafiantes para el paladar y la imaginación.

Hugo Sabogal
10 de diciembre de 2023 - 02:00 a. m.
En aquellos cultivos de mil metros de altura, la conducta del clima es primitiva.
En aquellos cultivos de mil metros de altura, la conducta del clima es primitiva.
Foto: Cortesía

Al tomar conciencia de lo que guarda cada botella de la burguelesa Bodega Clunia –sea Tempranillo, Malbec, Syrah, Pinot Noir o Albilla–, hay dos sensaciones sobrecogedoras que impactan los sentidos: una, enterarse de las extremadas condiciones enfrentadas por uvas, racimos, plantas y viñedos, y otra, descubrir las sorpresas milenarias que esconde el suelo.

En aquellos cultivos de mil metros de altura, la conducta del clima es primitiva. Inviernos fríos y veranos cálidos obligan a las plantas a transitar lento. La diferencia de temperatura entre el día y la noche retarda la maduración. Los apretados suelos minerales, de roca y cal, dificultan el ingreso de las raíces para buscar sustento. Y nubes recargadas, junto con fuertes ráfagas de viento, amenazan con echarlo todo a perder. Para Clunia, todo esto es “la virtud de lo extremo”.

La principal recompensa es convertir estas heroicas uvas en vinos que reflejen su propia historia de supervivencia, entregando, a su vez, el mejor fruto de su esfuerzo: mostos de gran concentración, plenos de aromas, frescor, estructura, cuerpo y elegancia, y el firme convencimiento de que tendrán largos años de vida por delante. En palabras del enólogo Pablo Pavez, estas bondades son “el sello de nuestra identidad, la expresión de nuestro terroir”y un entorno único.

Y es único también porque el rastrillar de los arados desempolva vestigios del más importante asentamiento romano levantado en la península ibérica en los albores de la civilización. La bodega y las viñas tienen asiento en la pequeña localidad de Coruña del Conde, en la provincia de Burgos, justo en el lugar donde existió la Colonia Clunia Sulpicia (Ciudad-Estado), que dio nombre a la bodega. Tal es el valor arqueológico del poderoso enclave que sus ruinas siguen siendo motivo de estudio desde mediados del siglo XVIII.

Y algo más: en una clara actitud de evitar lo obvio, Clunia se aventura más allá.

-Clunia Malbec: fiel a su esencia, es considerado el mejor del mundo por fuera de Argentina. Verdadera explosión de fruta y concentración, con trasfondo mineral.

-Clunia Syrah: intensidad de fruta, especiado, elegante y mineral. Un vuelco frente al modelo habitual del Ródano francés, pero convincente y sinigual.

Clunia Pinot Noir: vino de delicado trato, pero que saca a relucir aquí su capacidad de madurar lentamente, entregando expresivas notas frutadas y minerales.

Clunia Albillo: una propuesta de montaña, hecha con la blanca autóctona de la zona. Es fresco, complejo, elegante y mineral.

Clunia Tempranillo: infaltable en una propuesta española. Enuncia plenitud frutal, con toques especiados. Se percibe suave y armónico, con personalidad propia.

Y, finalmente, el Clunia Finca El Rincón, elaborado con Tempranillo. Todo aquí es concentración de fruta y sensación palpable de finura. Y su botella sugiere un ánfora estilizada. En suma, son viajes desafiantes para el paladar y la imaginación.

Las calificaciones internacionales para Clunia están por arriba de 90 puntos.

*Importa: Clos Colombia

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