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Las largas cuarentenas por la pandemia, la falta de recursos y el miedo que causa una crisis mundial fueron el motor para iniciar un sueño que hoy trasciende fronteras: hacer harina con cáscaras de camarón.
La iniciativa nació luego de recorrer su municipio, pesquero por tradición, e identificar que, por cada 15 toneladas de camarón extraído del mar, siete toneladas de cáscaras y la cabeza del crustáceo regresan como desechos que producen contaminación.
“Nos dimos cuenta que otras mujeres como nosotras habían perdido el empleo y nos tocaba reinventarnos, pero haciendo algo por la naturaleza; así nació la Asociación de Mujeres Emprendedoras para un Futuro Amigable con el Medio Ambiente (Asomefama), un sueño que hoy llena de sabor las cocinas”, indicó Jaqueline Sevillano a EFE.
De esa idea surgió la ‘CamHarina’, un producto rico en nutrientes, sin químicos, que realza el sabor de los mariscos y la cocina tradicional del Pacífico. “Gracias a este emprendimiento, 800 kilos de desechos no regresan al mar y le damos empleo a 11 mujeres que hoy tienen autonomía económica, además de seis jóvenes que ven aquí el futuro”, agregó Sevillano.
Del mar a la mesa
Las hermanas recorren cada madrugada las pesqueras de Tumaco donde otras mujeres se encargan de pelar el camarón y ellas recogen los deshechos.
Luego, en la sede de Asomefama, el material es lavado, tostado durante siete horas a 80 grados, triturado y empacado. El resultado es un polvo de color rosado flamenco que se comercializa en la región y empieza a abrirse mercado fuera de ella.
“Es un producto muy rico y satisfactorio, porque sabemos que estamos apoyando a mujeres de la región que hacen un producto que resalta nuestra gastronomía. Es un producto que no vuelve al mar como desecho, sino que va a las mesas como sabor”, indicó a EFE Ruby Góngora, propietaria del restaurante Rico Sazón de Ruby, en Tumaco.
Investigación para romper fronteras
El emprendimiento ha recibido mentoría y acompañamiento científico y empresarial tras unirse al programa ‘CircularEconomy4Colombia (CE4C)’, impulsado por la Alianza Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).
“Estas mujeres han demostrado, con trabajo constante y dedicado, que se puede emprender y transformar demostrando que este es el momento de unir esfuerzos y avanzar juntos hacia un modelo de desarrollo más sostenible”, precisó a EFE Guillermo Peña, investigador de esa alianza empresarial y líder de la iniciativa.
Con el conocimiento adquirido, las hermanas Sevillano sueñan con que su asociación se convierta en una gran industria, lograr certificación nacional y llevar su producto a todos los supermercados del país.
“No nos vamos a detener. Cada bolsa tiene impregnado el sueño de las mujeres que todos los días se levantan a cambiar el mundo a través de un producto: la ‘CamHarina’ tumaqueña”, concluyó Jacqueline.