Gastronomía y recetas
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Mujeres en el vino

Entre Copas y Entre Mesas.

Hugo Sabogal
10 de julio de 2022 - 02:00 a. m.
Laura Principiano (Bodega Zuccardi), Argentina; Laura Catena (Bodega Catena Zapata), Argentina; Emily Faulconer (Bodega Carmen), Chile; y María Luz Marín (Casa Marín), Chile.
Laura Principiano (Bodega Zuccardi), Argentina; Laura Catena (Bodega Catena Zapata), Argentina; Emily Faulconer (Bodega Carmen), Chile; y María Luz Marín (Casa Marín), Chile.
Foto: Archivo

Con excepción de las más conocidas deidades del vino en la Antigüedad –Gestin, 3000 a. C.; Hathor, 2500 a. C, y Siduri, 300-400 a. C.–, la presencia femenina en esta milenaria actividad había sido casi nula.

Solo a mediados del siglo XX la estampa mujeril comenzó a expandirse en viñedos y bodegas, hasta llegar a la creciente hueste de enólogas que transforman la uva en vino a una edad cada vez más temprana.

Un siglo y medio atrás, viñateros de regiones francesas como Burdeos y Borgoña solían entrar en crisis cuando no les nacían varones. Preferían morir de vejez y cansancio frente a sus toneles antes que pasarles la posta a sus hijas.

Hubo excepciones, como las de Barber-Nicole Ponsardin (viuda de Clicquot), Lily Bollinger, Louise Pommery y Antonia Adelaide Ferreira, quienes tuvieron que ocuparse del negocio tras la muerte de sus maridos. Solo en esas circunstancias les era permitido tomar las riendas.

A pesar de los progresos experimentados por la mujer en países como Estados Unidos, la primera egresada de una escuela de enología —en este caso de la Universidad de California-Davis— recibió su título en 1965. En la actualidad, la torta entre profesionales de los dos géneros se reparte casi por mitades.

Para fortalecer su posición, un nutrido grupo de enólogas estadounidenses ha conseguido asociarse en grupos de apoyo como Wonder Women of Wine, dando origen a proyectos comerciales y virtuales dedicados a vender vinos hechos solamente por ellas. La plataforma más activa se llama Women-Owned Wineries, cuya planta de asociadas ha pasado de cincuenta a quinientas.

En Argentina, la primera enóloga profesional fue Susana Balbo, quien en 1981 obtuvo su título de la Universidad Don Bosco, hasta entonces dominada por hombres. Hoy es propietaria de la bodega Dominio del Plata y ha sido presidenta de la agremiación exportadora Wines of Argentina.

Su ejemplo les abrió camino a otras colegas como Laura Catena (Catena Zapata), Laura Principiano (Zuccardi) y Paula Borgo (Séptima).

En Chile sobresalen Cecilia Torres (Santa Rita), María Luz Marín (Casa Marín), Andrea León (Casa Lapostolle), Noelia Orts (Emiliana) y Emily Faulconer (Carmen).

Todas parecen actuar con la seguridad que les brinda un estudio dado a conocer, en 2014, por la periodista estadounidense Karen MacNeil (La biblia del vino), en el que participaron científicos brasileños y estadounidenses de la Universidad de California, con sede en San Francisco.

Con la ayuda del método isotropic fractinator, establecieron que las mujeres son superiores a los hombres a la hora de olfatear y degustar vinos porque tienen un 50 % más de células olfativas. No sorprendería, porque el oficio de la mujer en los lejanos comienzos de la civilización fue oler los alimentos antes de permitir su consumo.

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