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Un poco de la historia de los espárragos
Los espárragos surgieron hace al menos cinco mil años. Los griegos los consumían en forma silvestre, y los romanos perfeccionaron su cultivo. Tal era el entusiasmo por esta planta que el emperador Augusto (27 a. C.–14 d. C.) organizó una “flota del espárrago”: embarcaciones que navegaban por el Mediterráneo para recolectar los brotes más tiernos y conservarlos en la nieve alpina hasta el invierno.
Tras un periodo de declive en la Edad Media, la planta resurgió cuando los monasterios franceses la volvieron a sembrar hacia 1469. Su prestigio real se consolidó con Luis XIV, quien mandó construir invernaderos en Versalles (1678–1683) para disfrutarla durante todo el año. La moda llegó a Inglaterra y, con los colonos holandeses, a Nueva Ámsterdam (hoy Nueva York) en 1655. Desde entonces, el espárrago se convirtió en un cultivo de primavera habitual en Europa y Norteamérica.
Disfruta esta receta súper práctica, con pocos ingredientes y utensilios. Tiene el toque crocante perfecto; te aseguro que, una vez los pongas en tu mesa, ¡los comerán de inmediato!
Gastronomía: Saludable .
No olvides la sal marina en esta receta
- Tiempo de preparación: 10 minutos.
- Tiempo de cocción: 10 minutos.
- Porciones: 1.
Ingredientes
- 1 manojo pequeño de espárragos frescos (rinde ~300 g después de cortar los extremos
- 1.5 cucharadas de aceite de oliva
- 1 pizca generosa de sal marina
- 1 pizca generosa de pimienta negra (opcional)
Preparación
Precalienta el horno a 232 °C (450 °F). Prepara una bandeja grande para hornear (si haces una porción más grande, usa más bandejas para evitar amontonar los espárragos).
Corta los extremos de los espárragos (aproximadamente 2–5 cm desde la base) y lleva los espárragos sobre la bandeja sin papel.
Rocía los espárragos con el aceite y mezcla bien para que se distribuya de forma uniforme. Espolvorea con sal marina y pimienta negra. Para favorecer el dorado, evita que se amontonen: pueden tocarse, pero no deben estar unos sobre otros.
Hornea de 6 a 10 minutos, o hasta que estén ligeramente dorados y tiernos al pinchar con un tenedor. Deben conservar un poco de firmeza. Los tallos más gruesos necesitarán más tiempo de cocción que los delgados.
Prueba y ajusta la sal y pimienta si es necesario. Sirve calientes.
Si te gusta la cocina y eres de los que crea recetas en busca de nuevos sabores, escríbenos al correo de Tatiana Gómez Fuentes (tgomez@elespectador.com) o al de Edwin Bohórquez Aya (ebohorquez@elespectador.com) para conocer tu propuesta gastronómica. 😊🥦🥩🥧