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Nada me trae más evocaciones de mar, ese que tanto me alegra, que el sabor indiscutible de las almejas frescas, con su licor marino, yodado y sabroso. Es la fortuna de quienes pueblan las riveras del mar: contar con este tipo de productos frescos. Por eso, siempre que pongo un pie cerca de la playa, me rebusco algún lugar para comerme un buen plato de almejas, de esas que se cocinan apenas con vino y poco más, para que al abrir suelten sus jugos maravillosos. Y es que las otras deben ser frescas, o no ser. Entonces, ¿cómo hacemos en Bogotá? Difícil. Pero lo mejor en este caso, ya que estamos a cientos y cientos de kilómetros de las olas más cercanas, es buscar las ostras congeladas. Yo las consigo en un conveniente empaque al vacío que contiene un kilo, apenas lo necesario para preparar esta receta que presento hoy, para acompañar con un buen arroz o unas pasticas marineras.
hsasson28@hotmail.com www.harrysasson.com
INGREDIENTES
1 kilo de almejas congeladas
3 dientes de ajo tajados
2 cucharadas de aceite de oliva
1 ají seco (guindilla o peperoncino)
Ramitas de perejil
1 vaso de vino blanco o jerez
3 cucharadas de mantequilla
Sal y pimienta negra
PREPARACIÓN
En una olla grande caliente el aceite y saltee el ajo hasta que comience a dorar. Agregue las almejas, el ají, el jerez y la mantequilla. Tape la olla y cocine hasta que las almejas abran naturalmente. Para terminar, añada el perejil y sirva acompañando con un buen pan francés o sobre una pasta.