Una de las cosas más emocionantes de ser papá es ver a mi hijo crecer y convertirse rápidamente en mi compañero, mi amigo. Como es lógico, Samuel ha pasado su niñez viendo a su papá cocinar, y me siento orgulloso al advertir el gusto que ha desarrollado por el oficio paterno, a tal punto que ya empieza a soltarse y prepara sus propios platos. Y debo decir —sin que en esto influya mi amor de padre— que lo hace muy bien. Una de nuestras aficiones es cocinar juntos, codo a codo: yo me encargo de unas cosas y él de otras, y hacemos un muy buen equipo. Por ejemplo, en los asados del domingo, mi tarea es la de manejar los fuegos y asegurar el punto de las carnes, mientras que él prepara uno de los chimichurris más ricos que he probado —y en esto tampoco influye mi amor de padre—. Es la salsa argentina por excelencia y acompaña los asados religiosamente. Los gauchos la utilizan durante la cocción, como un aliño, y también para acompañar en la mesa, como salsa. Para los puristas, la receta es perejil fresco, orégano seco, ajo, aceite (vegetal y oliva), vinagre y sal. En casa, con Samuel la preparamos con mucho cilantro picado y solo en aceite de oliva (tres partes por una de vinagre). Me siento muy orgulloso de ti, hijo… Tenemos mucho por cocinar juntos todavía.
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INGREDIENTES
1 taza de cilantro picado
1/4 de taza de perejil picado
2 cucharadas de orégano seco
1 cucharadita de sal de ajo
2 cucharaditas de páprika
3/4 de taza de aceite de oliva
1/4 de taza de vinagre blanco o vino
Ají fresco o seco al gusto
Sal y pimienta al gusto
PREPARACIÓN
Se mezcla todo y se deja macerar al menos durante 20 minutos a dos horas. Sirva acompañando el corte de carne asada de su gusto.