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Crímenes de odio en apps de citas: el caso del “Cazador de Grindr” en Argentina

En un fallo histórico para Argentina, se condenó a 12 años de prisión al llamado “cazador de Grindr”, responsable de una serie de robos y agresiones motivadas por odio a la orientación sexual de sus víctimas. El caso marca un precedente judicial regional, al reconocer estos crímenes como agravados por la discriminación y el prejuicio.

Mariana Escobar Bernoske
28 de enero de 2025 - 06:00 p. m.
El uso de aplicaciones como Grindr ha transformado la forma en que las personas LGBTIQ+ se relacionan, pero también ha traído nuevos riesgos, especialmente cuando personas homofóbicas las utilizan para violentar.
El uso de aplicaciones como Grindr ha transformado la forma en que las personas LGBTIQ+ se relacionan, pero también ha traído nuevos riesgos, especialmente cuando personas homofóbicas las utilizan para violentar.
Foto: Ivan Radic
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Era septiembre de 2022, Pablo D’ Elía, artista y activista LGBTIQ+ argentino, había concretado un encuentro con otro hombre a través de la aplicación Grindr. Su cita le había dicho que si podía ir a su apartamento con un amigo, a lo que Pablo accedió, creyendo que se trataba de un encuentro casual como cualquier otro. Pero no fue así, esa noche Leandro Omar Reynoso y Enzo Hernán Bustamante trataron de matarlo. ¿La razón? Pablo era marica.

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Cuando Bustamante y Reynoso llegaron a su apartamento, Pablo relata que tenían una actitud extraña. Insistían en que tomara un vodka que llevaron, pero él no quería y ellos decidieron abstenerse de beberlo. También, le insistían que colocara música y subiera el volumen, pero él sentía que ya era demasiado y le bajaba. En un momento, Bustamante, que utilizaba el nombre de “Dante” en Grindr, le dijo a Pablo que fueran a la habitación para, supuestamente, tener relaciones sexuales.

No pasaron ni unos minutos para que Reynoso, quien se había quedo en la sala, se colocara unos guantes negros desechables, ingresara a la habitación en donde se encontraba Pablo y comenzara a ahorcarlo, intentando asfixiarlo. Le gritaban que se quedara “tranquilo” pero él forcejeó, logró salir corriendo y ellos empezaron a perseguirlo. En lo que Pablo intentaba quitar el seguro de la puerta de su apartamento, Reynoso lo tomó nuevamente del cuello, esta vez con su antebrazo. Pablo, para defenderse, le propinó una patada y lo mordió, y su agresor lo intentó golpear en la cabeza con un jarrón de cerámica.

Logró abrir la puerta y salir; descendió a la planta baja del edificio, gritando que lo querían matar y pidiendo auxilio. Una vecina llamó a la policía y detuvieron a Bustamante y Reynoso. Los agresores llevaban consigo más guantes negros y dos goteros con clonazepam, un medicamento que puede llegar a alterar el estado de la conciencia, que habían colocado en el trago de vodka que Pablo se negó a beber. Aunque la denuncia fue por “intento de homicidio”, las autoridades procesaron el caso como “intento de robo” y el policía le preguntó a Pablo si era más bien un “juego sexual que no había entendido”.

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Bustamante y Reynoso quedaron libres dos días después y, desde ese momento, aseguraron que lo que en realidad ocurrió es que se estaban defendiendo de Pablo, quien supuestamente los iba violar. Ellos argumentaron la “defensa del pánico gay”, un instrumento jurídico y retórico que se utiliza frecuentemente por quienes cometen crímenes de odio contra las personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas. Como explica el investigador y académico Martín De Grazia, básicamente los agresores aseguran que la orientación sexual de la víctima es “tan ‘ofensiva’ o ‘aterradora’ que provoca una reacción en defensa propia”. Pero no fue ninguna defensa propia o pánico. Todo lo contrario: la orientación sexual era la razón principal para querer agredirlo, según las investigaciones.

Pablo decidió hacer una denuncia pública en redes sociales sobre lo que le pasó y colocó las fotos y rostro de sus agresores para alertar a más personas. En diálogo con El Espectador, él comenta que su caso se viralizó y fue cuando muchas personas se acercaron a decir que habían sido víctimas de Reynoso, quien también los había contactado por Grindr, los había sedado, agredido y robado. Además, estos hurtos no eran únicamente de objetos materiales; en algunos casos se trataba de fraudes informáticos y, en muchos otros, les destruyó objetos alusivos a su orientación sexual diversa. Lo llamaron el “Cazador de Grindr” y, en sus propias palabras, crearon una red de maricas para prevenir que actuara nuevamente, pues “cada vez que estaba conectado iba a atacar”.

Así fue como en diciembre de 2022 capturaron a Reynoso, en la provincia de La Rioja. Encontraron en su celular mensajes como “a mensajear de nuevo con los putos” o “no sé a cuantos putos robé ya”, evidencia de que sus crímenes fueron motivados por prejuicio hacia la homosexualidad. Era el mismo patrón en más de 30 casos, todos en menos de un año. Hasta la fecha no se conocen víctimas letales, pero a todos los ahorcó, golpeó y drogó. A algunos los cortó y propinó puñaladas, al menos tres personas permanecieron por varios días en hospitales debido a las heridas que estos sujetos les causaron; y a uno de ellos, quien recibió 18 lesiones por puñal, le talló en su pecho y dejó como heridas las sílabas “TA-TE-TI” referenciando la palabra “travesti”.

La semana pasada, se conoció públicamente el fallo que condenó, el pasado 31 de diciembre, a Reynoso a 12 años y 3 meses de prisión y a Bustamante a 2 años de prisión en suspenso (una figura que permite no recluir a la persona culpable siempre y cuando cumpla determinadas condiciones). Se trata de un fallo histórico para la justicia argentina, pues reconoce la discriminación por orientación sexual como agravante de los hechos. Si bien la condena se da a partir de cinco casos y no de los 30 que han sido documentados, en la sentencia se lee que el “Cazador de Grindr” escogió sistemáticamente a sus víctimas por ser hombres homosexuales y, además, se probó la saña –intención rencorosa y cruel- contra las víctimas, característica distintiva de un crimen de odio.

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Por primera vez en la historia argentina, la justicia aplicó una perspectiva de género y diversidad a hechos relacionados con robos o hurtos, que fue por los crímenes que les imputaron y no por intento de homicidio, como querían las víctimas. Aun así, permite sentar las bases para que futuros casos sean tratados con el mismo rigor. Como afirmó el tribunal del caso, “no se puede dejar de considerar que la agresión física no tiene ninguna otra explicación en el caso, puesto que no era necesaria para concretar la sustracción, debido al estado en que se encontraba la víctima”.

Este precedente es particularmente significativo para la población LGBTIQ+ de Argentina y la región. Ante un aumento de violencias, discriminaciones y discursos de odio contra las diversidades sexuales y de género, esta condena brinda una herramienta legal para proteger a las poblaciones vulnerables de agresiones basadas en prejuicios. Y, si bien se trata de una “justicia a medias”, como dijo Pablo a este diario, al mismo tiempo brinda un panorama “un poco alentador”, ya que más personas están al tanto de este tipo de agresiones y tendrían un sustento que reconoce que estas víctimas no fueron aleatorias. “Es una muestra de que podemos luchar contra la discriminación y exigir protección”, añade el activista.

Los peligros de Grindr

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El uso de aplicaciones de citas como Grindr ha transformado la forma en que las personas LGBTIQ+ interactúan y se relacionan, pero también ha traído nuevos riesgos, especialmente cuando personas homofóbicas las utilizan para violentar. Este caso en Argentina no es aislado ni único. Para no ir tan lejos, en Colombia, durante 2022, también se dieron a conocer una serie de asesinatos sistemáticos contra hombres gais en Medellín, en los que todos habían sido contactados por sus victimarios a través de Grindr.

Esta aplicación, que es utilizada mayoritariamente por hombres gais y bisexuales, ha sido objeto de críticas en numerosas ocasiones por sus fallas en la protección de los usuarios. Los vacíos en la seguridad, el uso de la ubicación de los dispositivos y la falta de supervisión dentro de la aplicación han permitido que usuarios como Reynoso creen múltiples perfiles y utilicen Grindr para cometer crímenes. Y aunque la aplicación advierte que “no es responsable de lo que hacen o dicen los usuarios”, son varias las denuncias a nivel mundial que alertan sobre estos peligros.

Si bien es cierto que todas las redes sociales y las aplicaciones de citas pueden ser peligrosas, pues depende de quién la use y con qué fin, estos casos, como el argentino, no son un llamado a vetar su uso, por el contrario, resaltan la importancia de tener prácticas de autocuidado. Por ello, El Espectador consultó con la Fundación Karisma, dedicada a la promoción y protección de derechos en espacios digitales, sobre qué recomendaciones deben tener las personas que deseen utilizar aplicaciones de citas o encuentros sexuales como Grindr.

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En primer lugar, evite compartir información personal, como direcciones, datos bancarios o detalles sensibles, antes de conocer bien a la otra persona. Al concretar un encuentro, elija lugares públicos o visibles y avise a un amigo o familiar sobre sus planes, compartiendo la ubicación y el contacto del otro usuario. Además, desconfíe de perfiles sin fotos o con información limitada, ya que podrían ser falsos. Mantenga la privacidad de sus conversaciones utilizando las herramientas de la aplicación, como el bloqueo de usuarios sospechosos. Por último, confíe en sus instintos: si algo parece extraño o fuera de lugar, es mejor no avanzar.

Mariana Escobar Bernoske

Por Mariana Escobar Bernoske

Comunicadora social con énfasis en periodismo y producción sonora/radiofónica. Ha participado en investigaciones sobre Derechos Humanos desde una perspectiva feminista y de género. Tiene estudios en el Centro Latinoamericano de Derechos Humanos y la Universidad de Strathclyde.mescobarb@elespectador.com
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