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Medellín es mucho más que la música urbana. Así lo afirma Carolina Rojas, directora del Festival Altavoz, el segundo evento musical gratuito más importante del país. Cada año, este festival abre una plataforma para que agrupaciones emergentes del rock, punk, metal, reggae, rap, ska, y otros géneros alternativos se conecten con el público local y nacional. Desde su llegada a la dirección, Rojas ha insistido en un aspecto que considera crucial: visibilizar el papel de las mujeres dentro de la escena alternativa de Medellín, tanto en los escenarios como en la producción, logística y curaduría.
Altavoz nació en 2004 como una estrategia cultural de la Alcaldía para ofrecer espacios de expresión a juventudes en situación de vulnerabilidad, en medio de un contexto urbano marcado por la estigmatización, la violencia y el cierre de espacios para la música alternativa. Sus raíces se remontan a una historia de censura: lugares como el bar New York New York, en Envigado, donde sonaba rock en español, fueron cerrados por presiones sociales y policiacas en los años 80 y 90, en una ciudad que con frecuencia criminilizaba la cultura jovena.
En esos espacios también se reproducían lógicas patriarcales: a las mujeres se les relegaba a la fotografía, al cuidado de objetos, a la espera. “La mayoría tomaban fotos a las bandas o estaban cuidando las maletas”, registró un estudio sobre el rock transgresivo. Pero, lentamente, algunas rompieron con ese margen. Como se narró en la edición 106 del periódico Universo Centro, bandas como Crimen Impune, que hicieron parte de la escena punk local, o Lilith, formada en 2000 con una propuesta de hard rock femenino, comenzaron a reconfigurar el paisaje musical. A partir de 2019, Altavoz incorporó espacios específicos como “Sonora – mujeres músicas de Medellín”, y desde 2020, iniciativas como “Mujeres en Altavoz”, dando mayor visibilidad a estas artistas y consolidando una agenda de equidad dentro del evento.
En paralelo, el festival se ha robustecido. Actualmente se estructura en tres franjas: Altavoz Fest, el evento principal con acceso gratuito y masivo; Altavoz Colombia, como plataforma de circulación nacional para bandas locales; y Altavoz Ciudad, que se articula con procesos culturales en comunas y corregimientos de Medellín. Todo esto se complementa con espacios de formación, acompañamiento técnico y encuentros de saberes. En 2024, más de 60.000 personas asistieron al evento principal. La programación de este año, afirma Rojas, continuará con la meta de ampliar la participación femenina en todos los frentes.
Este trabajo en torno a la inclusión, la diversidad musical y la escena alternativa marca el tono de la nueva etapa de Altavoz. En esta entrevista, Rojas, administradora de empresas de la Universidad EAFIT, con amplia experiencia en gestión cultural, creación de alianzas estratégicas y vinculación de marcas, repasa los retos, logros y proyecciones del festival:
¿Desde cuándo dirige Altavoz y qué ha significado este rol para usted?
Desde mayo de 2024 asumí la dirección de Altavoz como programa de fomento y promoción de las músicas de la ciudad. Ha sido muy valioso y motivador para mí desde lo personal y lo profesional porque llevo más de 15 años en el sector cultural. Desde la construcción de políticas culturales para la internacionalización de la música, he trabajado con músicos colombianos en distintos contextos, acompañando su circulación, visibilización y fortalecimiento. Toda esa experiencia me ha permitido ahora liderar un festival que tiene una vocación pública y comunitaria tan potente como Altavoz. Es un escenario vital para la ciudad.
¿Qué acciones ha liderado para aumentar la participación femenina en el festival?
Desde el inicio he sido muy consciente de la necesidad de que esta escena alternativa tenga mucha más presencia femenina. Sentimos que hoy estamos en un mejor lugar frente a años anteriores, pero es un proceso que exige constancia. El año pasado alcanzamos un 33 % de participación femenina en la programación del festival internacional y un 65 % de participación femenina en todo el equipo de producción general y logística. Hemos incorporado a más mujeres como presentadoras, ingenieras de sonido, responsables de prensa, curadoras. Todo el ecosistema del festival está siendo pensado para que haya cada vez más equidad. Para mí es una responsabilidad y una alegría poder mostrar el talento femenino que hay en nuestra ciudad, y asegurar que Altavoz sea un espacio donde ellas estén presentes.
¿Cómo ha sido la participación de mujeres en Altavoz?
La participación de bandas integradas por mujeres, y de mujeres en los distintos espacios del festival, ha venido creciendo de manera constante. Cada vez hay más proyectos liderados por mujeres, más artistas con propuestas sólidas, y también más apertura y reconocimiento por parte del público. Sin duda, el hecho de que una mujer esté al frente del festival envía un mensaje claro de confianza y compromiso con la equidad.
Además, llevamos este mensaje a otros espacios: hablamos con otras instituciones y entidades sobre la responsabilidad que tenemos con las artistas de la ciudad. Hemos hecho un trabajo conjunto con la Secretaría de las Mujeres de Medellín, para consolidar a Altavoz como un espacio seguro para todas. En ese sentido, la participación de agrupaciones mixtas y lideradas exclusivamente por mujeres es fundamental. Medellín es una ciudad de audiencias sensibles, que sigue el festival con atención y recibe con apertura las propuestas musicales, sin importar el género de quienes las interpretan.
¿Cuáles considera que son los principales logros del festival en esta nueva etapa?
Uno de los logros más importantes ha sido recuperar la confianza en el programa, que es estratégico para la ciudad. Altavoz no solo es un festival de música, sino una política pública de acceso, de encuentro ciudadano, de juventud. Haber retomado esa mirada y articulado los esfuerzos con otras dependencias culturales ha sido clave. También fuimos nominados a los Music Cities Awards, en la categoría de programas que utilizan la música para el desarrollo comunitario y económico de las ciudades. La entrega será el 16 de septiembre y esperamos poder traer ese reconocimiento a Medellín. Por otro lado, hemos activado intercambios internacionales que permitirán que nuestras agrupaciones viajen a otros países a compartir su música. Altavoz está construyendo redes fuera del país y eso también es un logro de esta etapa.
¿Cómo se seleccionan las bandas que participan en el festival?
Tenemos un proceso riguroso que comienza con una convocatoria abierta. Este año se presentaron más de 300 agrupaciones que audicionaron ante un jurado especializado compuesto por 21 personas. De esas, se seleccionaron 70 bandas que luego pasaron por una segunda etapa evaluativa, también con 21 jurados. De ahí saldrán las 28 agrupaciones que harán parte del Altavoz Internacional. Estarán distribuidas en siete categorías: rock, ska/reggae, electrónica/alternativa, punk, metal, core y rap. Esta estructura nos permite mantener una oferta diversa y al mismo tiempo garantizar calidad.
¿Cómo se articula Altavoz con otros procesos culturales de la ciudad?
Altavoz hace parte de la estrategia de cultura ciudadana. No se limita a ser un festival de tres días. Tiene procesos durante todo el año en formación, acompañamiento a agrupaciones, encuentros de saberes y articulaciones con casas de cultura, corregimientos, comunas. Altavoz también es pedagogía, es ciudadanía, es territorio. Nuestro interés es que la música sea una herramienta de transformación y de cohesión social.
¿Cuáles son los retos pendientes para el festival y su dirección?
Seguir consolidando la participación diversa de músicos y músicas de la ciudad, posicionar el festival en el ámbito internacional, y gestionar acciones para promover las agrupaciones en escenarios locales, nacionales e internacionales.
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