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Ella es “sociable, valiente, honesta, divertida y tranquila”, así describe Sophie Tschannett a la bebida que creó. En un mercado cervecero tradicionalmente dominado por estereotipos masculinos, surge una propuesta fresca y valiente: Muschikraft, una cerveza vienesa que desafía la cultura machista y los prejuicios de género que han marcado a la industria del alcohol durante años. Muschikraft no solo se presenta como una bebida, sino como un acto de resistencia, un grito de igualdad que se refleja en cada paso de su proceso: desde su elaboración hasta su publicidad, todo en ella está diseñado para desmentir las ideas preconcebidas sobre el consumo de alcohol y la feminidad.
La cerveza, que ya ha generado conversaciones en círculos feministas, pone en evidencia cómo la industria cervecera ha sido históricamente vista a través de un lente machista, donde las mujeres muchas veces son excluidas o relegadas a roles secundarios, explica Tschannett, en entrevista con El Espectador.
El nombre de Muschikraft viene de un juego de palabras en alemán entre “Muschi” (vagina) y “Kraft” (fuerza o poder), dando como resultado “poder vaginal”, y surgió de una conversación entre Sophie y una amiga, como una respuesta rebelde y empoderadora ante el sentimiento de subestimación de las capacidades de las mujeres en ámbitos laborales por parte de los jefes hombres.
Y es que el nombre de la cerveza no es lo único que se muestra como irreverente en este mercado. Sophie cuenta que, motivada por la idea de descosificar y desatanizar el cuerpo de la mujer, ella llenó las calles de Viena con ilustraciones de vulvas, buscando transformar el espacio público y dar visibilidad a lo que históricamente ha sido silenciado. “Muschikraft empezó con simples stickers de vulvas dibujados por mí. Los pegué por toda Viena para que contrastaran con todas las etiquetas y grafitis de penes que hay. Pensé: las vulvas son geniales al igual que los penes. Ya era hora de que la gente viera cómo son realmente las vulvas y de que estas se apoderaran de los espacios públicos”, comentó.
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Para Sophie, la vulva es un símbolo de autonomía y del derecho a decidir sobre el propio cuerpo. La emprendedora señala también su fascinación por el concepto de ‘anasyrma’, un término griego que significa ‘levantarse la falda’ y se refiere a la exposición de los genitales o las nalgas para provocar risa, burlarse o con un carácter apotropaico, con el fin de alejar enemigos sobrenaturales. En las mitologías de numerosas culturas, existe la creencia de que el desastre puede evitarse descubriendo la vulva de forma voluntaria; pero hoy en día, el anasyrma es un símbolo de empoderamiento político.
Un año después de llenar de stickers la ciudad, Muschikraft nació formalmente como un emprendimiento. Tschannett, trabajadora social y artista, comenzó con una profunda investigación sobre el mercado cervecero, en la que descubrió que la industria estaba totalmente dominada por hombres. “Todo lo relacionado con la cerveza en Austria y Alemania es masculino: los jefes son hombres, los cerveceros son hombres… La publicidad, el marketing y la comunicación están totalmente adaptados a las necesidades de los hombres”, explica Tschannett, quien a partir de estos hallazgos decidió crear una propuesta que rompiera con esos moldes de exclusión.
Sin embargo, esta realidad no se limita a países con una fuerte tradición cervecera como Austria o Alemania. A nivel mundial, el consumo, la comercialización y la publicidad de la cerveza han sido moldeados para reforzar estereotipos machistas. En muchas culturas, se asume que “las mujeres no pueden tomar cerveza”, o que esta bebida proyecta una imagen de masculinidad fuerte y sólida.
En Colombia, por ejemplo, no se puede olvidar la publicidad de Cervezas Águila, que durante años utilizó imágenes de mujeres en bikinis en playas, hipersexualizando y objetificando a la mujer, mientras la cerveza se posicionaba como una bebida exclusivamente masculina. Patrones que refuerzan la discriminación en torno al consumo de alcohol.
“¿Cómo puede ser que, en pleno siglo XXI, ninguna gran marca de cerveza ofrezca un producto pensado para todos, incluidas mujeres, personas trans, inter y no binarias?”, se pregunta Sophie. A ella le gusta imaginar las cervecerías como espacios donde, además de disfrutar de una cerveza artesanal, se puedan discutir temas como la injusticia de género, el feminismo y, por supuesto, las vulvas. Pero también lugares de reivindicación contra la violencia y el acoso, convirtiéndose en espacios inclusivos y aptos para todas las identidades de género y orientaciones sexuales.
A su vez, Sophie apunta que siente “un cierto agradecimiento por vivir como mujer en Austria, donde, afortunadamente, es posible sacar al mercado una cerveza llamada ‘Poder Vaginal’. Desafortunadamente, esto todavía no es un hecho. Actualmente estamos experimentando un giro hacia la derecha en casi toda Europa, y las consiguientes sanciones y cambios en las leyes que afectan principalmente a las mujeres”.
¿Por qué es la cerveza más ilegal del mundo?
El 8 de marzo de 2024, con motivo del Día Internacional de la Mujer, Muschikraft presentó su campaña más audaz: la cerveza más ilegal. En colaboración con la agencia de publicidad berlinesa Heimat TBWA y la cervecería Vagabund, la marca desafió no solo las normas de la industria cervecera, sino también las leyes laborales restrictivas que aún persisten en más de 50 países. Según la creadora, esta acción, cargada de simbolismo y provocación, no solo buscó llamar la atención sobre la desigualdad de género, sino también generar una reflexión profunda sobre las absurdas restricciones que siguen limitando a las mujeres alrededor del mundo.
Esta cerveza, en todo su proceso de elaboración, distribución y comercialización, infringe deliberadamente las leyes de más de 50 países al contratar a mujeres para realizar sus operaciones. Pero, ¿qué tiene eso de ilegal en pleno siglo XXI? Aparentemente, todo, pues existen leyes en todo el mundo que impiden específicamente a las mujeres realizar labores cotidianas e incluso triviales, como producir alcohol (prohibido en El Líbano), limpiar y reparar maquinaria en funcionamiento (ilegal en Uruguay y en nueve países más), trabajar en turnos nocturnos (delito en Nigeria y en 30 países más) y conducir camiones de carga (no permitido en Tayikistán y en otros dos países). El proceso completo infringe las normas de otros países como Rusia, India, Italia, Belice, Madagascar y Estados Unidos.
Fue así como la frase estrella de esta campaña se convirtió en: “Porque lo más ilegal debería ser ilegalizar la igualdad”, y hace referencia a la lucha por la igualdad de género frente a las políticas y leyes que le prohíben a las mujeres ejercer sus actividades con normalidad.
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¿Emprender siendo mujer en la industria cervecera?
Sophie cuenta que, en el pasado, ya había tenido muchas ideas de emprendimiento social, pero no había tenido confianza para ejecutarlas. Además, cuando decidió iniciar Muschikraft como un negocio, fue difícil para ella encontrar apoyo de las cervecerías, ya que la mayoría no creían en la idea de una cerveza feminista. Ella relata que “ninguno de ellos pensó que podría ser un éxito porque todos eran hombres que no entendían la idea ni el mensaje de la cerveza. También he sentido que no me tomaban en serio y creo que tiene mucho que ver con el hecho de que soy mujer y, por eso, me subestimaron”.
Sin embargo, y a pesar de las críticas, Tschannett persistió, creyó en su proyecto y encontró socios en la industria que sí vieron el potencial y le apostaron a la idea. Al final, la cerveza Muschikraft tuvo éxito y gozó de gran popularidad.
Pero el rechazo y la falta de oportunidades no fueron el único reto que enfrentó. Sophie reconoce que el posicionamiento de una marca feminista fue un gran desafío, ya que para ella implicaba un compromiso e interés genuinos por los temas de género, lo que se convirtió en una parte fundamental de la filosofía y los valores de su marca. Esto fue determinante a la hora de tomar decisiones, como con quién colaborar, siempre pensando en el beneficio de la empresa y sus trabajadoras.
Pero los retos que enfrentó no se limitaban únicamente a las barreras de trabajar en un mundo empresarial liderado mayoritariamente por hombres. Sophie es madre de una niña pequeña, y reconoce que puede ser agotador y, a veces, estresante tener que cumplir con el rol de madre y emprendedora, pues ambos roles son muy demandantes y de jornada completa, especialmente cuando las condiciones de trabajo y los estereotipos sociales sobre la maternidad impiden a las madres seguir su carrera profesional al mismo ritmo que los padres.
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Desde su experiencia personal y profesional, Sophie Tschannett recomienda a aquellas emprendedoras que quieran encontrar un equilibrio entre su maternidad y proyectos personales que no se olviden de descansar y atiendan sus necesidades para mantener ambientes sanos, inspiradores y felices. Crear entornos estables y de apoyo es esencial para gestionar un negocio siendo madre. Ella añade: ”Las madres pueden y deben tener definitivamente más coraje: ¡no dejen que sus voces destructivas y las de los demás las detengan!“.