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¿Por qué Colombia necesita una nueva ley de educación sexual?

Aunque en el país ya existe un marco político y jurídico, este no se ha implementado como debe ser. Hoy la discusión por una educación integral para la sexualidad gira en torno al papel que cumplen las instituciones educativas, las familias y el Estado.

Mariana Escobar Bernoske

09 de diciembre de 2022 - 01:10 p. m.
La Educación Sexual Integral se basa en los derechos humanos universales, por eso es una herramienta fundamental para combatir la violencia, el abuso y la discriminación.
Foto: Johann Augusto González
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En las últimas semanas, se reabrió la discusión por el proyecto de ley que busca promover y fortalecer la Educación Integral en Sexualidad (EIS) a nivel nacional. El proyecto surgió en la legislatura anterior y fue radicado nuevamente por las congresistas Susana Gómez, Dorina Hernández y Alejandro García. Actualmente, se encuentra en su segundo debate en la plenaria de la Cámara de Representantes y necesita de otros dos debates más para ser aprobado. (Otra vez quieren impedir que exista educación sexual en los colegios de Colombia)

Esta propuesta surgió en el marco de la iniciativa “Los Jóvenes Tienen la Palabra”, en la que congresistas de distintos partidos políticos se reunieron con jóvenes y recogieron sus preocupaciones. Entre ellas, la carencia de una educación sexual libre de prejuicios y con información oportuna. El proyecto de ley, además, tiene como objetivo que la EIS esté presente en todos los grados escolares hasta llegar a la universidad. (Story time: ser violada y sin derecho a la pastilla del día después)

El tema de la educación sexual en Colombia no es algo nuevo. De hecho, es una obligación desde 1994, año en que se estableció una política pública que apunta a que niños, niñas y adolescentes desarrollen “una sana sexualidad que promueva el conocimiento de sí mismo y la autoestima, la construcción de la identidad sexual dentro del respeto por la equidad, la afectividad y el respeto mutuo”. Aun así, un estudio de la Universidad Javeriana señaló que el 69,7 % de los colegios del país no capacitaron al equipo docente en educación para la sexualidad durante los últimos dos años.

En las últimas décadas, se han desarrollado iniciativas para fortalecer la EIS en el país. Por nombrar algunas, en el 2007 la Ley General de Educación estableció que la educación para la sexualidad debe tener en cuenta la edad de los estudiantes. En el 2010, dentro de la Política Nacional de Sexualidad, Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos se habla sobre educación para evitar violencias de género. Asimismo, varias sentencias de la Corte Constitucional, como la del caso de Sergio Urrego, exigen el respeto por la diversidad sexual.

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Sin embargo, a pesar de que ya existe un marco legal amplio, las cifras muestran un gran vacío en su implementación. Según el Plan Decenal de Salud Pública, para 2021 el 80 % de las instituciones educativas debían garantizar educación sexual, pero solo cumplieron el 32 %. Una cifra que, si se ve junto con las Estadísticas Vitales del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), que cuenta que hasta el 31 de julio de este año se han reportado 2.416 nacimientos de madres de entre 10 y 14 años de edad, refleja la falta de garantías de derechos sexuales y reproductivos y los efectos de no prevenir casos de violencia sexual.

Uno de los objetivos de la EIS es, por ejemplo, que desde temprana edad se puedan identificar y denunciar situaciones de acoso, tema del cual la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) recientemente emitió una sentencia. El caso de Paola Guzmán Albarracín, una niña ecuatoriana que sufrió frecuentes abusos sexuales por parte del vicerrector de su colegio, es el primero que habla de violencia sexual en el ámbito escolar. Este es muy importante porque “explica cómo funciona el relacionamiento de poder, la invisibilización y normalización del acoso”, dice Catalina Martínez, directora regional del Centro de Derechos Reproductivos.

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Así, la Corte IDH establece que el derecho a la educación incluye la EIS y crea una obligación para todos los Estados de la región de garantizarlo. Entonces, afirma que una educación sexual y reproductiva debe ser integral, no discriminatoria, basada en evidencia científica y adecuada para la edad de sus interlocutores; aspectos que el actual proyecto de ley contempla en Colombia. También, a esta definición se agrega, en palabras del Ministerio de Salud colombiano, entender la sexualidad como una parte inherente del ser humano y la necesidad de un enfoque de género.

La EIS se basa en una perspectiva de derechos humanos y enfatiza en la necesidad de educar sobre la sexualidad desde un enfoque diferencial. Esto quiere decir hablar de las relaciones sexuales y reproducción, pero también sobre las etapas del desarrollo, la identidad y expresión de género, orientación sexual, la autonomía corporal, el consentimiento y el derecho al goce. El proyecto de ley no impone una clase, sino que brinda unos lineamientos para que estos temas se aborden a lo largo de todas las etapas de aprendizaje. (Clítoris: 10.000 terminaciones para el placer sexual en un solo lugar)

Nicolás Giraldo, coordinador de cambio político y legal en Profamilia, explica que actualizar el marco legal y fortalecer los contenidos sobre sexualidad en Colombia implica que “tanto el profesor de matemáticas como de sociales o educación física estén formados y sepan adaptar desde sus contenidos estos temas”. Asimismo, hace énfasis en la necesidad de involucrar a las familias, pues lo más probable es que no hayan recibido una educación sexual de calidad creciendo, al igual que a futuros docentes y profesionales de la salud.

Ahora, hay que dejar claro que la libertad de cátedra para los colegios prevalece, pero esto no quiere decir que no estén obligados a cumplir con los contenidos mínimos que exige la educación sexual. Pero el hecho de que esta exigencia vaya de la mano con un enfoque laico, científico y de género es lo que suscita una oposición. Por eso, una vez más, se escucha la idea errónea de que educar en sexualidad es equivalente a fomentar relaciones precoces u “homosexualizar” a los menores. (Tres preguntas sobre el VIH)

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La mal llamada “ideología de género”, que realmente no existe, ha sido una estrategia de desinformación contra el proyecto de educación sexual. Este concepto que usan sectores conservadores de manera despectiva para negar la desigualdad y rechazar los avances en derechos para las mujeres y población LGBTIQ+ no es nuevo. Surgió en la década de los 90 en el Vaticano para referirse a un supuesto movimiento liderado por gais y feministas para subvertir las familias tradicionales, los valores sociales y, según ellos, el “orden natural”.

“Estos grupos tergiversaron y cambiaron la palabra ‘enfoque’ por ‘ideología’ para restarle cualquier veracidad y seriedad a los estudios de género”, explica Alejandro Gómez, especialista en derechos humanos, género y diversidad sexual. Lo presentan como una opinión sin fundamento y al denominarla ideología buscan generar temor. Así se oponen a que se hable de desigualdades motivadas por el género y defienden un modelo típico, tradicional y excluyente. (¿Qué es la violencia de género y por qué es importante nombrarla?)

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La EIS enfatiza en la necesidad de adoptar un enfoque de género para enseñar que todas las personas tienen derecho a decidir sobre su cuerpo, salud, vida sexual o su identidad, sin sufrir discriminación por ello. Pero quienes se oponen, “insisten en que se trata de adoctrinar a los menores porque esto muchas veces va en contravía de sus creencias religiosas. Que Dios hizo a las personas heterosexuales, cisgénero y con la obligación de reproducirse”, menciona María Mercedes Acosta, cofundadora de Sentiido.

Para Mariana Sanz de Santamaría, fundadora de Poderosas Colombia, una organización enfocada en brindar EIS en comunidades vulnerables, el estigma asociado a los derechos sexuales y reproductivos y a la diversidad sexual y de género es lo que impide avanzar en la implementación de la EIS a nivel nacional. Los tabús que todavía existen para hablar abiertamente de sexualidad con niños, niñas y adolescentes vulneran su derecho a la salud, educación e información, pese a que constitucionalmente los derechos de los menores prevalecen, por lo que, a diferencia de lo que muchos padres de familia piensan, no pueden negarse a que sus hijos reciban educación sexual.

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Organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el Fondo para la Infancia (UNICEF) y el Fondo de Población (UNFPA), encargado de la salud sexual y reproductiva, hablan de la importancia de educar en sexualidad. Varias de sus investigaciones afirman que la EIS representa la manera en que cada quien puede proteger su salud, bienestar y dignidad al recibir información libre de tabús, estereotipos y estigmas.

La educación sexual se basa en los derechos humanos universales, por eso es una herramienta fundamental para combatir la violencia, el abuso y la discriminación. Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre embarazos adolescentes en el mundo indicó que los programas que únicamente enseñan la abstinencia no han demostrado ser eficaces. Por eso, quienes promueven este proyecto de ley afirman que la gran asignatura pendiente es la educación sexual Integral.

Por Mariana Escobar Bernoske

Comunicadora social con énfasis en periodismo y producción sonora/radiofónica. Ha participado en investigaciones sobre Derechos Humanos desde una perspectiva feminista y de género. Tiene estudios en el Centro Latinoamericano de Derechos Humanos y la Universidad de Strathclyde.mescobarb@elespectador.com
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