El Magazín Cultural
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Demonios y casualidades del amor

La directora Hilda Hidalgo habla del proceso que recorrió para terminar la cinta inspiradaen la novela ‘El amor y otros demonios’.

Sara Araújo Castro / Enviada especial, Cartagena
02 de marzo de 2010 - 09:31 p. m.

Una casualidad y una causalidad, define la cineasta costarricense Hilda Hidalgo la manera como recibió los derechos del libro Del amor y otros demonios para convertirlo al celuloide. La cinta, que sólo ha sido proyectada en el festival de cine de Pusán (Corea), se estrena este miércoles en la noche en el marco del Festival de Cine de Cartagena, a las 6:30 p.m.

Egresada de la Escuela de Cine de La Habana, Hidalgo hizo un curso de guión en 2004, con García Márquez, fundador de la institución, y ahí en medio de la confianza que les dio la actividad diaria le preguntó por qué esta obra no había sido llevada al cine. “Esta novela, a diferencia de todas las demás, habla de un amor que es subversivo y místico al mismo tiempo. Además de ser muy cinematográfica, su temática se acerca a otros trabajos que había hecho en esta línea”, explica Hidalgo en entrevista a El Espectador. Él, por su parte, le confirmó que la había escrito usando la técnica de guión, en seguida le dio el aval y la motivó para hacerlo.

“Nunca pensé en el regalo inmenso que me estaba dando Gabo, pues además de los dos o tres millones de dólares que podría haber costado este contrato, me dio vía libre para hacer y reformar lo que quisiera”, un activo que le permitió tomarse el tiempo y lograr la primera coproducción Colombo-Costarricense, en la que cada detalle sería curado con toda la atención.

Un par de años más tarde, aunque él le dijo que no era necesario, Hidalgo le mostró el guión final al autor del libro, quien sólo respondió que éste mantenía el espíritu de la obra, que la esencia estaba ahí, pues ambos tenían claro que una película es una obra de arte distinta de una novela.

De la misma manera mágica que llegó a sus manos la historia, a Hidalgo le apareció un viaje a Cartagena durante el cual se dedicaría a escribir la historia. “Recibí un correo que invitaba a hacer un taller sobre Cartagena a becarios de la Fundación Carolina. Era tan mandado a hacer para mí, que me pareció una broma”. Así, esta directora inició un viaje que la llevaría a las locaciones que habitaron Sierva María y Cayetano, así como a los lugares de ese mundo interior, místico y rebelde en el que habitó la niña con la cabellera de oro y el espíritu de negra que encarnó una adolescente, Eliza Triana, de sólo 13 años.

“Mi gran reto era lograr plasmar esa relación amorosa, que tenía en la cabeza, entre Cayetano y Sierva María, en la que amándose el uno al otro se conocieron más a sí mismos. Y debo admitir que al verlos en la cinta me olvidaba que eran Eliza y Pablo Derqui. Realmente veía a Sierva y a Cayetano”. Un triunfo debido a una exitosa combinación de actores de distintas nacionalidades (pues ellos buscaron que el origen del personaje coincidiera con el de los actores), entre los que se encuentran Margarita Rosa de Francisco (Bernarda, madre de Sierva María), Damián Alcántar (el médico Abrenuncio, los españoles Jordi Dauder (el obispo) y Pablo Derqui (Cayetano).

Al fin, algunos siglos después de su supuesta existencia, esa niña llena de rebeldía e ingenuidad a la que pareciera habérsele metido el demonio, será vista por primera vez en Cartagena, su ciudad natal. Para Hilda Hidalgo, la premier de su primer largometraje en esta ciudad es muy significativa, pues es la conclusión de ese sueño que empezó a hacerse realidad en La Habana, la misma ciudad que la hizo cineasta.

Por Sara Araújo Castro / Enviada especial, Cartagena

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