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"Estoy listo para el debate que sea"

Así responde el exministro, exprocurador y exgobernador Horacio Serpa a la posibilidad de que le critiquen su regreso al Senado en 2014, como cabeza de lista del liberalismo, después de 23 años de haber dejado el Congreso. Comenta la circunstancia de que con él, puedan ser parlamentarios personajes de la talla de Álvaro Uribe, Noemí Sanín o Antonio Navarro.

Cecilia Orozco Tascón
14 de julio de 2013 - 02:00 a. m.
 /  Ándres Torres - El Espectador
/ Ándres Torres - El Espectador

Cecilia Orozco Tascón.-   Se da por hecho que usted encabezará la lista liberal al Senado de donde salió hace 23 años ¿No teme haber perdido votos en ese tiempo?

Horacio Serpa Uribe.- Todavía no he anunciado mi aspiración al Senado y aunque, in péctore, ya tomé la decisión, todavía estoy en consultas. En cuanto a su pregunta, la del Congreso es una elección totalmente distinta a  la de Presidencia. En esta, los partidos tienen un solo candidato. Para el parlamento, en cambio, cada lista puede llegar a contar con 100 aspirantes. Hace 23 años llegué al Senado con 75 mil votos pero mi interés, hoy, no es el de lograr una gran votación sino el de  poder hacer parte del Legislativo mientras se desarrollan los acuerdos de paz. De otro lado, tengo el compromiso de representar la corriente social del liberalismo.

C.O.T.- De todos modos, intriga su interés en regresar al Senado cuando se podría suponer que tenía superada esa etapa. Deme tres razones para desearlo. 

H.S.U.- Primero, estoy en una etapa productiva de mi vida pese a haber cumplido 70 años y como le dije, puedo colaborar en las conversaciones de paz. Segundo, desearía ayudar a que el liberalismo vuelva a ser la primera fuerza política del país. Y tercero, aunque no me considero un ser providencial, quisiera intentar elevar el nivel del debate político y, junto con personas de diferentes corrientes, mejorar la imagen de la rama Legislativa.

C.O.T.-  Suponga que no le ofrecieran encabezar la lista liberal. Aún así ¿aceptaría ser candidato?

H.S.U.- No lo había pensado. Realmente me gustaría encabezar la lista. Creo que tengo méritos suficientes aunque entiendo que es una decisión de la dirección del partido.

C.O.T.- Resulta por lo menos curioso que su regreso y ubicación en la lista dependan de Simón Gaviria  ¿No es una contradicción que él termine ofreciéndole puesto a un “general” como usted? 

H.S.U.- Soy un veterano de muchas batallas pero también un político de hoy, en cuanto que estoy al tanto de las realidades actuales.  Por supuesto, soy partidario de que se les abran los espacios a las nuevas generaciones. Simón Gaviria es un joven al que le tengo simpatía y reconozco que ha tomado decisiones interesantes. Sin embargo, la experiencia cuenta y no se puede caer en el error de desperdiciar el conocimiento. Mi edad es un activo importante para mí, lo mismo que el manejo de los asuntos públicos que adquirí en todos estos años.

C.O.T.- Entre paréntesis, la denominada ‘renovación’ política, tiene la particularidad de que se concentra en sucesores de antiguos jefes: el hijo de César Gaviria, los hijos de Luis Carlos Galán, el  hijo de Serpa, etc. ¿No queda un espacio muy estrecho para otros jóvenes?

H.S.U.- Allí hay una equivocación. Estas nuevas figuras llegan a la política, no porque los padres los impongan sino por lo que han vivido, en un fenómeno similar al de hijos y padres con otras profesiones. Por ejemplo, los grandes médicos suelen tener hijos médicos; los hijos de los militares muy probablemente  sigan esa carrera;  ocurre también con los deportistas, los músicos, etc. Nuestros hijos se sintonizan con la política y terminan vinculados a esta actividad. Puede que la gente no me crea pero, en el caso de Horacio José, no tuve nada que ver con la decisión de que él llegara al Concejo.

C.O.T.- Volviendo a usted,  ¿ha pensado que el Congreso que va a encontrar será muy distinto al que conoció? 

H.S.U.- Quiero recordar que hace apenas año y medio terminé mi gestión como gobernador de Santander adonde llegué con una votación de medio millón de votos. Y que fui elegido por Colombia Líder, una iniciativa respetable que recoge a 30 instituciones y empresas de las más importantes del país, como el mejor gobernante regional.  O sea que no saldré de entre los escombros a buscar un puesto en la política…

C.O.T.- Es distinto el Ejecutivo, al que usted ha pertenecido durante dos décadas, al Legislativo. Y, además, el desprestigio del Congreso no puede ser peor. No veo por qué querría uno estar ahí…

H.S.U.-  Me siento aludido cuando se habla de imagen negativa del Legislativo porque hago parte del mundo político. Por eso creo en la responsabilidad de volver, pero no para retrotraer lo que sucedía hace 20 o 30 años, sino para, entre otras cosas, poder contribuir a la recuperación de las buenas relaciones entre el país y los congresistas, entre quienes hay unos muy buenos. Es seguro que no voy a llegar a calentar silla. Mi reto es ser un gran senador que le dé lustre a la política y al liberalismo. 

C.O.T.- ¿Cómo planea ejercer su oficio de “gran senador” y con cuál discurso?

H.S.U.-  Me interesa promover iniciativas propias pero me interesa más ejercer control político. Tengo la impresión de que  esta arista de la tarea parlamentaria es tanto o más importante que la de hacer leyes. A diferencia de hace 30 años, cuando había grandes y larguísimos  debates, los haría más cortos y concretos ¿Sabe que tengo el campeonato colombiano de duración de un discurso en el parlamento?

C.O.T.- ¿Cuántas horas habló y en el marco de cuál tema?

H.S.U.-  El debate duró alrededor de 20 horas y yo hablé, seguido, 7 horas y media. Sucedió durante el gobierno del presidente Samper, cuando había una oposición durísima. En la Cámara de Representantes, unos congresistas conservadores me hicieron un debate para aprobar una moción de censura contra mí y sacarme del ministerio del Interior por la presencia, en Colombia, del ciudadano alemán Wener Mauss (cuyo viaje al país, para rescatar a Brigitte Schoene, esposa del presidente de la firma BASF, provocó su detención por orden del entonces gobernador Álvaro Uribe). Creo que es el discurso más largo del Congreso en los últimos años.

C.O.T.-  De cualquier manera, hace mucho que el parlamento no es el teatro de los grandes oradores ¿Volverán ese Serpa, así sea ocasionalmente?

H.S.U.- Depende pero me parece que el parlamento sí debe distinguirse por la elocuencia y las grandes intervenciones cuando sea necesario. Habrá que armonizar las corrientes actuales con el pasado histórico y con el conocimiento. Si, además, se concretara la aspiración al Senado del doctor Álvaro Uribe, sería fantástico. Él tiene un buen discurso, sabe de lo que habla y defiende sus ideas con vehemencia. Yo no las comparto en una buena proporción. Por eso sería muy interesante que con la participación de él y de otros congresistas, desarrolláramos grandes debates políticos.

C.O.T.-  Según se dice, otros personajes como Noemí Sanín y Antonio Navarro también podrían ir al Senado ¿Con quién más le gustaría compartir curul?

H.S.U.-  Por ejemplo, con el expresidente Pastrana. Tampoco tenemos ideología similar pero la experiencia y la visión nacional de los problemas, de un grupo como el que usted menciona, serían muy enriquecedoras.

 C.O.T.- ¿Cree que ustedes ayudarían a que se modificara la imagen negativa del Congreso o 4 golondrinas no harían verano?

H.S.U.-  Serviría, no lo dude. Además de que el debate tomaría mayor altura, hay varios parlamentarios valiosos que no van a regresar por voluntad propia o porque recibieron alguna inhabilidad. Significa que quedan espacios abiertos tanto para la gente con bagaje propio como para los jóvenes que llegan con nuevos bríos: una buena combinación. 

C.O.T.- Sus críticos opinan que usted ha contemporizado con ideas y personajes regresivos ¿Qué responde a ese cuestionamiento?

H.S.U.- Se nota que esas críticas surgen de personas que no siguen mis conferencias o no leen mis columnas. Tal vez algunos disienten de mí porque he reconocido que el gobierno Santos se ha ganado el respaldo de quienes tenemos un criterio social. Y no porque creamos que el presidente se volvió revolucionario sino porque lo vemos como un burgués progresista. El calificativo de burgués, nadie lo discute. Y sostengo el de progresista porque llama la atención que  alguien que fue elegido con las banderas uribistas, haya reconocido que existe conflicto armado; que es mejor solucionarlo mediante un proceso de paz, que las víctimas sean protagonistas de sus políticas y que haya revisión del estado de las tierras. Si a eso se denomina ser contemporizador, pues lo soy.

C.O.T.-  En cuanto se confirme su regreso al parlamento, sus enemigos le sacaran a relucir tres temas: 1.El proceso 8000. 2. El magnicidio de Álvaro Gómez y 3. Su embajada en la OEA en época de Uribe ¿Está preparado para enfrentarlos?

H.S.U.-  (risas) Claro. Varios amigos me han dicho lo mismo pero  les he contestado que si abandonara mis aspiraciones por esas circunstancias, estaría aceptando algún grado de culpabilidad. Le respondo lo siguiente: 1. Con referencia al proceso 8000, no solo indagaron hasta la saciedad mi conducta, en una investigación en la que sancionaron  a los responsables y me absolvieron a mí, sino que, después, renuncié a la prescripción para que me volvieran a investigar. Y me volvieron a absolver. Estoy listo para el debate que sea 2.  En cuanto al espantoso crimen contra el doctor Álvaro Gómez Hurtado, soy de los que anhelo que se descubra, al fin, quiénes fueron los responsables. Todo lo que hay sobre ese asunto es una declaración de un bandido de siete suelas que dice que oyó de un tercero – Carlos Castaño -   que este oyó de una cuarta persona que el expresidente Samper y yo habíamos pedido que atacaran al doctor Gómez. Estoy dispuesto a volver a la Fiscalía cuando se requiera. Y 3. Examinada mi aceptación a la embajada de la OEA, hay que admitir que fue una equivocación en la que incurrimos todos los liberales, incluyendo a los expresidentes López y Samper, que respaldaron la presencia del partido, a través mío, en la embajada.

C.O.T.-  ¿Por qué la ve ahora como una equivocación?

H.S.U.-  Porque en la mitad resultó el tema de la reelección presidencial. Eso no lo teníamos calculado cuando hicimos el análisis de aceptar  la embajada. Pero ¿sabe que no me preocupa?

 C.O.T.- ¿Por qué?

H.S.U.-  Porque me la cobraron en las elecciones presidenciales de 2006.

C.O.T.- (risas) Cierto: con una baja votación.

H.S.U.- (risas) Exacto. Espero que no haya doble factura (risas). 

“Como el agua y el aceite”

Cecilia Orozco.- Sus críticos le cuestionan su solidaridad con representantes de extrema derecha, como el procurador Alejandro Ordóñez.

Horacio Serpa.-  Políticamente no me solidarizo con el señor procurador.  Él y yo somos como el agua y el aceite en esta materia. Lo tengo muy claro. Soy amigo del doctor Ordoñez porque nos conocimos hace 30 años en Santander y porque tengo un buen concepto profesional sobre él. No veo por qué debo ser enemigo del procurador así seamos incompatibles ideológicamente hablando.

C.O.- Más que enemigo,  se extraña que liberales como usted no se opongan a las actuaciones y declaraciones del procurador en materia de temas como el aborto, los derechos homosexuales y las críticas al proceso de paz…

H.S.- Como se desprende de la circunstancia de que yo haya hecho parte de la Asamblea Constituyente y de que haya contribuido a elaborar la actual Constitución, soy defensor del derecho al libre desarrollo de la personalidad, acojo el concepto de la Corte en los casos en que permitió el aborto, y respeto la igualdad. Soy un democráta, en definitiva, y por eso,  no acepto que me obliguen a enemistarme con el procurador como no admitiría que me dijeran que no puedo ser amigo de Jaime Caycedo porque es el Secretario General del partido Comunista.

Las fechas y votos de Horacio Serpa

En el año  1974, el joven exalcalde de Barrancabermeja, Horacio Serpa,  llegó a la Cámara como suplente del parlamentario Rogelio Ayala. En el año 1978 obtuvo un escaño en propiedad, como representante. Y  repitió curul en el año 82. Saltó al Senado en 1986 pero apenas dos años más tarde, y debido al asesinato por el cartel de Medellín del procurador Carlos Mauro Hoyos, se retira para reemplazarlo en el Ministerio Público.  En 1990 es reelegido en el Senado con 76 mil votos. Pero renunció pronto para poder participar en la Asamblea Nacional Constituyente, a la que fue elegido en nombre del partido Liberal con la más alta votación de esa colectividad: 230 mil votos. Fue seleccionado como copresidente, al lado del inmolado Álvaro Gómez Hurtado, y de Antonio Navarro, de la Asamblea, de la que surgiría la actual Constitución. Desde entonces, hace 23 años, no ha regresado al Congreso como parlamentario. Sin embargo, se fogueó otras veces en las urnas: candidato presidencial en el año 1998, contienda en la que logró, para la primera vuelta, 3 millones 500 mil votos. Y en la segunda, 5millones 600 mil, cifra que, de todas maneras, no le alcanzó para llegar a la Casa de Nariño, que ocupó Andrés Pastrana. En el 2002, enfrentado a Álvaro Uribe,  consiguió 3 millones 600 mil votos y en 2006, de nuevo frente a Uribe, rebajó su votación a un millón 400 mil.

Por Cecilia Orozco Tascón

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