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Los sacrificados de 'El Diario'

Las mafias ligadas al narcotráfico asesinaron el jueves a un fotógrafo del principalperiódico de Ciudad Juárez. Entrevistamos a uno de los periodistas que sobrevive al miedo.

Nelson Fredy Padilla
18 de septiembre de 2010 - 08:00 p. m.

Es alto, fornido, moreno y con una personalidad marcada por nobleza, solidaridad y compromiso. Su voz es suave y su actitud tan calmada que nadie lo imaginaría como uno de los periodistas judiciales sobrevivientes a la ley del talión que los mafiosos imponen a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos. Se llama Martín Orquiz. Lo conocí en Buenos Aires hace dos semanas durante la II Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación, organizada por el Instituto Prensa y Sociedad y la Fundación Ford. Lucía una camiseta negra con la leyenda “Justicia para ‘Choco’”. La consigna en el pecho para recordar a “mi mejor amigo, mi hermano”, Armando Rodríguez Carreón, el periodista judicial más experimentado y reconocido en aquella desértica región vecina a El Paso, Texas.

Choco, su compañero de escritorio, su mentor, su consejero, fue asesinado el 15 de noviembre de 2008 por saber demasiado de la violencia que ha llevado a 250 mil personas a emigrar de Ciudad Juárez, que tenía una población cercana al millón y medio de personas y se convirtió en la más violenta de México —2.000 asesinatos sólo este año— y una de las más peligrosas del mundo.

Martín, con 24 años de experiencia profesional, quedó con el piano encima y con una foto de su colega en el escritorio de al lado como recordatorio. Hablamos de la lucha de El Espectador contra el narcotráfico. De don Guillermo Cano, de los reporteros, abogados, de los sacrificados en Colombia. Él no quisiera que El Diario de Ciudad Juárez tuviera que pagar un costo tan alto por tratar de acercarse a la verdad.

Sin embargo, los violentos van en dirección contraria. En sus correos se capta la dimensión de su trabajo cotidiano: “Sólo te digo que ayer mataron a 27 personas”. El jueves de esta semana las víctimas fueron otros dos compañeros de Martín, fotógrafos. Asesinaron a Luis Carlos Santiago, de 21 años, y dejaron herido a Carlos Sánchez. La sede de El Diario quedó bajo custodia policial. Nos solidarizamos con él y con los colegas mexicanos. Martín sigue allí y este es su testimonio.

¿Hay libertad de prensa en Ciudad Juárez hoy?

El panorama es difícil, como lo es todo en la ciudad. La libertad de prensa es un concepto de nuestra Constitución, por lo tanto, debe ser ejercida por la sociedad y protegida por el gobierno. Ahora, bajo las circunstancias en las que estamos viviendo los habitantes de Juárez, ninguna de esas dos condiciones se cumplen. Por un lado, la sociedad —donde están incluidos los medios de comunicación— hace uso de la autocensura ante los riesgos que implican expresar todo lo que se sabe o se conoce. Mientras, los periodistas no contamos con las garantías necesarias para realizar nuestro trabajo en toda la extensión de la labor informativa.

 ¿Cómo asumen ese doble riesgo de ciudadanos y periodistas?

Lo asumimos con profesionalismo y con la esperanza de que algún día las cosas cambien para bien. Claro, tomamos nuestras precauciones, pero tratamos de que nuestro trabajo sea lo más profesional posible, porque eso nos ayuda a contrarrestar cualquier reclamo de los criminales.

 ¿Cómo tener valor y no miedo?

Es algo difícil, pero cuando surge algo de interés periodístico dejamos a un lado los temores. Realmente no sé si sea valor, obligación o profesionalismo lo que nos lleva a no abandonar nuestro trabajo. Hacemos lo que tenemos que hacer a pesar del miedo. Aunque, por la violencia, al menos 15 decidieron dedicarse a otra cosa.

¿Usted está amenazado?

Todos estamos amenazados y sí, me siento en peligro al igual que mis compañeros.

¿Tiene escolta o seguridad?

Alguna vez se me ofreció escolta. La rechacé porque en muchos de los casos los compañeros que las utilizan lo hacen más con un afán protagonista que por mera seguridad. Es lógico que si traes un séquito de guardias encima estás avisando “aquí estoy”. Cuando los criminales quieren hacerle daño a alguien lo hacen.

¿Se autocensuran por miedo?

Desde mi perspectiva creo que sí nos autocensuramos de alguna manera, sólo que algunos no lo aceptamos y otros lo hacen de forma inconsciente, si es que puede hacerse de esa forma.

¿Seguirá en su profesión así esté en potencial riesgo de muerte?

Hasta ahora sí. No sé si en el futuro ocurran hechos que pudieran hacerme cambiar de parecer; mientras, aquí estoy.

¿Cómo describe la cadena de corrupción ‘narcos’-policías?

Como total y vigorosa. De hecho, el que tengamos una policía corrompida hasta los huesos es lo que nos ha llevado hasta el punto en el que estamos como sociedad, ya que no existe persecución de los delitos ni prevención.

¿Qué opina de El Espectador y de don Guillermo Cano?

Tuvieron una posición valiente y comprometida no sólo con su trabajo, sino con su sociedad.

¿El asesinato de su amigo Armando Rodríguez Carreón ha sido el momento más crítico?

Sí, por supuesto. En lo personal, él era de mis mejores amigos, alguien muy cercano que estuvo conmigo en momentos complicados de mi vida y me ayudó sólo por ser mi amigo, sin ningún otro interés. Ese para mí, y creo que para otros compañeros, ha sido el momento más crítico no sólo en el desempeño de nuestra labor, sino en la vida misma.

¿Por qué y quién lo asesinó?

¿Por qué? No sé, no me dijo sentirse en riesgo. Llevaba una vida normal a pesar de las circunstancias. ¿Quién? Aunque no sé quién pudo ordenar o cometer el asesinato, creo que lo hizo alguien que lo conocía, que sintió que Armando podía ser un peligro.

¿Hay procesados?

Nada, no ha pasado nada. Las autoridades jamás nos han siquiera entrevistado a nosotros, los que trabajamos a su lado. El Ministerio Público federal que inició la investigación fue asesinado, su ayudante también, pero no creo que hayan avanzado algo en las indagaciones. El gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza Terrazas, dijo hace semanas que liberarían órdenes de aprehensión en contra de los presuntos homicidas, hasta ahora no ha ocurrido. El gobernador termina su período el próximo 4 de octubre, así que creo que no pasará algo. Ojalá y me equivoque.

¿Cómo lo afectó el asesinato?

Para mí Armando era un amigo, tal vez deba decir que fue como un hermano. Él hizo lo que nadie más por mí. Sin tener por qué hacerlo estuvo conmigo en momentos difíciles de mi vida y me ayudó a enfrentarlos y superarlos. Armando era mi protector, a pesar de que era menor que yo lo sentía como un hermano mayor.

¿Ser periodista judicial en Juárez es un acto de heroísmo?

Es una labor que requiere mucha preparación y compromiso, pero no nos consideramos héroes ni irresponsables, simplemente somos periodistas.

 Para protegerse, ¿de qué han servido las notas que publican sólo como “De la redacción?

No podría medirlo, esa es una decisión que tomaron los directivos y nosotros la acatamos, pero ha sido motivo de amplias discusiones en la redacción.

¿Qué recuerdo tiene a la mano de ‘Choco’?

En mi escritorio tengo fotografías de él y de sus hijas. Además, guardo algo muy preciado para él: una fotografía donde está con su primogénita, una niña que murió a 40 días de nacida, hecho que fue su más grande dolor y que no superó del todo. Le pedí a su esposa que me la regalara. Además, su lugar está en seguida de mi oficina y no lo usa nadie más. Ahora está ocupado por fotografías, una emblemática de su rostro y otra donde estaba trabajando en una escena de asesinato. Ese lugar ha sido regado con las lágrimas de su familia y con las nuestras.

México, libertad de prensa bajo fuego 

De acuerdo con datos de la organización Reporteros sin Fronteras, uno de cada diez periodistas asesinados ha mostrado marcas de tortura.

Un periodista y un camarógrafo de la cadena Televisa que habían sido secuestrados en julio por un grupo de narcotraficantes cuando cubrían un motín en una cárcel de Durango, anunciaron que pidieron refugio en Estados Unidos y Canadá, respectivamente. Otros tres periodistas de Ciudad Juárez han recurrido a la misma petición en el último año, por amenazas del narcotráfico en dos de los casos y de militares en el restante.

28 periodistas han sido asesinados en Ciudad Juárez desde el 2000, según el Comité de Protección a los Periodistas de Nueva York.

A comienzos de agosto, asociaciones de periodistas del estado de Chihuahua, donde está Ciudad Juárez, suscribieron un protocolo de seguridad voluntario que recomendaba medidas como el uso de chalecos antibalas y cascos en las coberturas.

74 casos de intimidación a periodistas se conocieron entre 2006 y 2009, según la Procuraduría General de México.

Un camarógrafo resultó herido el 15 de julio en Ciudad Juárez por la explosión de un carro bomba, por el que murieron a cuatro personas. Una popular ex presentadora de noticias fue asesinada en abril. A finales de agosto, una misión de los relatores para la Libertad de Expresión de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos (OEA) recomendó al gobierno mexicano crear una comisión de alto nivel para proteger a los periodistas.

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) anunció el viernes que durante una reunión prevista para la próxima semana con el presidente de México, Felipe Calderón, abordará el tema de la seguridad y violencia contra la prensa en su país.

60 periodistas fueron asesinados en la última década y 11 permanecen desaparecidos desde 2006, según la Comisión de DD.HH. de México.

En 2010 han sido asesinados otros nueve periodistas: Guillermo Alcaraz Trejo, Marco Aurelio Martínez, Hugo Alfredo Olivera Cartas, María Elvira Hernández Galeana, Juan Francisco Rodríguez Ríos, Evaristo Pacheco Solís, Jorge Ochoa Martínez, José Luis Romero y Valentín Valdés Espinosa. Ocho más están desaparecidos: Evaristo Ortega Zárate, Ramón Ángeles Zalapa y seis periodistas de Tamaulipas secuestrados entre febrero y marzo de este año.

Por Nelson Fredy Padilla

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