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El drama de los albinos

El comercio de brazos, piernas, cabezas y cabello de “negros-blancos” es un flagelo que azota al continente. 35 albinos han sido asesinados.

Santiago Villa Chiappe
16 de diciembre de 2008 - 11:00 p. m.

Elizabeth Hussein, una niña de 13 años que vivía en la provincia de Shinyaga, al norte de Tanzania, salió de su casa para ver una película sobre Jesús que sería proyectada en el pueblo. Al regresar fue atacada por un grupo de personas armadas con machetes, quienes cortaron sus extremidades para venderlas en un macabro mercado negro que tiene en alerta a las autoridades de este país.

El comercio de brazos, piernas, cabezas y cabello de albinos africanos es un flagelo que Tanzania ha debido enfrentar recurrentemente, pero este año la práctica alcanzó un nivel alarmante. En lo que va del año, al menos 35 albinos han sido asesinados y mutilados, 5 de ellos en el último mes.

Los brujos utilizan los cuerpos y la sangre de albinos para producir talismanes y efectuar hechizos que supuestamente hacen ricos a sus beneficiarios. El efecto real de esta superstición es que más de 200.000 habitantes de la zona que comprende el norte de Tanzania y Burundi viven bajo la amenaza constante de ser atacados por estos traficantes. “Si abandonas tu hogar de noche y eres albino, no sabes si regresarás a salvo. Cuando duermes no sabes si amanecerás en una sola pieza. En la calle puedes escuchar a las personas confabularse. Dicen: miren al zeru (que quiere decir fantasma en la lengua swahili), podemos ir por él”, afirma Zihada Msembo, secretaria general de la Sociedad de Albinos de Tanzania, un grupo organizado para apoyar a un segmento de la población que ha sido históricamente discriminado y cazado.

El fenómeno genético del albinismo, una deficiencia de melanina, es más alto en África que en cualquier otro continente. Si bien se estima que la proporción en Europa es de un albino por cada 17.000 habitantes, en África asciende a uno por cada 2.000 o 5.000, dependiendo del país.

 La isla Ukerewe, en el lago Victoria, es donde se encuentra la mayor concentración de albinos en el mundo, y muchos se han refugiado en este lugar, donde hay una mayor tolerancia hacia ellos. “La vida es mejor aquí en la isla —afirma Alphonse Kajanja, un pescador albino de la zona—, la gente no cree en esta campaña satánica”.

Un problema extendido

 La violencia y la discriminación hacia los albinos son un problema que no se reduce a Tanzania y Burundi. “En Mali, los niños albinos son sacrificados con frecuencia, y en Camerún, los bebés albinos son asesinados tan pronto nacen”, dice Salif Keita, un cantante maliense que se ha convertido en uno de los artistas más reconocidos de África y quien lidera una fundación que lucha contra la intolerancia hacia los albinos. Él mismo tiene esta condición.


Cuando era niño, su padre los echó a él y a su madre de la casa, pues creía que estaban malditos. “Afortunadamente nos volvió a recibir después de un tiempo”, afirma Keita. “Pero no todos corren con la misma suerte”.

“La policía de Tanzania ha arrestado en el último mes a 172 personas acusadas de estar vinculadas con los ataques a los albinos, pero todavía no se han emitido condenas”, señala Al-Shymaa Kway-Geer, la primera albina en ser nombrada ministra de parlamento en Tanzania. Fue elegida por el presidente con el objetivo específico de mejorar las condiciones de vida para los albinos.

La ministra Kway-Geer conoce bien las dificultades que debe enfrentar una persona con esta condición genética. “Cuando estaba en la escuela primaria, mis compañeros se burlaban de mí y me agredían. Algunos incluso no me tocaban por miedo a que se contagiaran de mi color de piel”. Su primer proyecto ha sido realizar un censo para determinar la cantidad de albinos en Tanzania y así calcular cuántas personas deben recibir los tratamientos especiales en salud, seguridad y educación que el gobierno diseña para ellos.

El reto es erradicar un prejuicio que se encuentra arraigado en la superstición africana y un negocio que resulta muy lucrativo para los traficantes y los brujos que venden pociones hechas con cuerpos de albinos. Una de ellas puede costar 2.000 dólares en el mercado negro. Hace dos semanas, un pescador de 35 años fue acusado de intentar vender a su mujer albina por 3.000 dólares a traficantes congoleses. Los pescadores del lago Victoria, a su vez, muchas veces trenzan en sus redes el cabello de albinos para obtener buena suerte.

Este tráfico está estrechamente vinculado a la explotación minera que se realiza en el norte de Tanzania, en el oriente de Congo y en Burundi, una región rica en oro, rubíes y tanzanita, una piedra preciosa cuya venta aporta 20 millones de dólares al año a Tanzania. Algunos trabajadores entierran los brazos y piernas de albinos para que los minerales salgan a la superficie.

El incremento en la demanda por los cuerpos de albinos también ha generado problemas de orden público en Burundi, donde el hogar del fiscal general de la provincia de Ruyigi, Nicodeme Gahimbari, se convirtió en un refugio para albinos. Más de 25 personas han llegado implorando protección tras los muros de tres metros que rodean la casa. “Tuvimos una reunión de emergencia con la administración, la policía, los ministros de parlamento locales y los voceros de la población albina. Decidimos reunir a los 45 albinos de la región para ofrecerles seguridad”, afirma el fiscal Gahimbari.

Sin embargo, durante los últimos años también se ha incrementado el activismo a favor de la aceptación de los albinos. Además de la Sociedad de Albinos de Tanzania y la organización encabezada por el cantante Salif Keita, en Suráfrica se creó la Asociación de Albinismo. Cada año realiza campañas contra la discriminación de albinos y ha logrado que los hospitales entreguen gratuitamente cremas para protegerse del sol a los negros-blancos.

La ausencia de cremas protectoras es otro de los peligros que enfrenta la población albina de África. La exposición al sol no sólo produce serias quemaduras en su piel y en muchos casos cáncer, sino que genera también problemas de visión. Una ONG holandesa, la Fundación para Albinos Africanos, desarrolla en Tanzania un proyecto para producir cremas protectoras y lentes especiales contra el sol en este país, de manera que la población afectada tenga fácil acceso a ellos. Todos los empleados son albinos.


Estas iniciativas privadas reciben el apoyo de los gobiernos africanos donde los albinos corren el mayor peligro. En Tanzania se han puesto en marcha proyectos educativos para erradicar de raíz un antiguo prejuicio y el uso de la palabra denigrante “zeru” (fantasma), con la que se denomina a los albinos, fue prohibido por una ley expedida en el año 2000.

El presidente de Tanzania, Jakaya Kikwete, está decidido a acabar con la superstición. Su gobierno ya detuvo a más de cien personas involucradas en los asesinatos. A pesar de las leyes, los prejuicios continúan. Uno de cada 70 habitantes de Tanzania es portador del gen. Si su pareja también es portadora, sus descendientes tendrán muchas posibilidades de ser albinos.

Sudáfrica, la excepción

Este es uno de los pocos países que reconocen la condición genética como una discapacidad. “Las cosas han mejorado mucho, podemos obtener cremas protectoras para el sol en las clínicas, tratamientos oftalmológicos y subsidios, tenemos buena relación con el Departamento de Salud y organizamos campañas de educación cada año”, explica al periódico español “El País” Nomasonto Mazibuko, quien ocupa la dirección de la Asociación de Albinismo de Sudáfrica.

Mazibuko reconoce que aún queda mucho por hacer, especialmente en el terreno laboral, donde todavía son ampliamente discriminados. “Muy pocos tienen empleo porque las excusas son muy fáciles, como muchos no vemos bien, no podemos conducir y con eso ya se valen para no contratarnos”.

El cólera avanza sin control en Zimbabue

La cifra es escandalosa: 1.000 muertos y 20.000 contagiados. Pero más inaudito que eso es la reacción del presidente del país, Robert Mugabe, quien se niega a reconocer la epidemia que está acabando con el país. Mientras los muertos se acumulan y los enfermos buscan alivio en Sudáfrica y Mozambique, los seguidores del dictador aseguran que lo que está sucediendo es un ataque bacteriológico en contra del mandatario.

La presión internacional arrecia. La secretaria de Estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice, discutió la parálisis política de Zimbabue ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para obtener una respuesta más dura.

Mientras tanto el país se hunde en la crisis: el sistema de salud es inexistente, las aguas infestadas de materia fecal circulan por las calles con alcantarillado obsoleto, el agua está contaminada y la basura se acumula. Se teme un segundo pico virulento del brote.

Por Santiago Villa Chiappe

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