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¿Los médicos de las Farc?

La historia de dos reconocidos galenos que terminaron enredados por atender a guerrilleros de las Farc en la selva.Detenidos en el Pabellón de Alta Seguridad de la cárcel La Picota, buscan que la justicia reconozca su inocencia.

Norbey Quevedo H.
20 de septiembre de 2008 - 03:52 a. m.

Luis Alfredo Moreno García es uno de los médicos ortopedistas más destacados de Colsánitas. Desde hace quince años trabajaba en la Clínica Reina Sofía en Bogotá. Pero en la madrugada del 8 de febrero su vida dio un giro dramático. Mientras atendía su turno recibió una llamada de su esposa María Consuelo Delgado, quien le informó que un detective del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) lo estaba buscando en la clínica.

De inmediato terminó de atender a un paciente y, desencajado, buscó al agente del DAS. Hablaron poco, mientras médicos y enfermeras rumoraban sobre el asunto. En minutos, ambos salieron para el apartamento del ortopedista. Allí, efectivos de inteligencia revisaban cada rincón de su hogar. La familia estaba al borde del pánico.

Cuando terminó la diligencia, Moreno recibió el anunció más terrible de sus 48 años de vida: su captura, porque en dos ocasiones junto con el anestesiólogo Alejandro Rico viajaron a las selvas del Caquetá y prestaron atención médica a guerrilleros de las Farc.

En dos semanas el médico Moreno completará ocho meses en prisión, al igual que su colega Rico. Está recluido junto a 50 guerrilleros de las Farc en el Pabellón de Máxima Seguridad de la cárcel La Picota y comparte su celda con cuatro subversivos.

Su infierno comienza a las seis de la mañana, desayuna, lee tres horas sentado en el piso de su celda, luego almuerza. En la tarde camina por los estrechos pasillos del pabellón. Come a las cuatro de la tarde e intenta volver a leer. Se encierra en su celda a las seis. Después oye radio y acostado en su colchoneta repasa su caso. Piensa mucho, habla poco.

Con el paso del tiempo su vida se complica tanto que el pasado 31 de julio un fiscal de la Unidad Nacional de Terrorismo lo acusó por el presunto delito de rebelión, en un caso en el que están siendo procesados el médico anestesiólogo Alejandro Rico y 18 personas como miembros de una red de apoyo al Frente Primero de las Farc, que opera en el Meta, Caquetá y Guaviare. 

En varias organizaciones médicas, como la Sociedad Colombiana de Ortopedia, el Colegio Médico Colombiano y Asosalud, hay preocupación porque consideran que, además de los antecedentes profesionales de Moreno y de que supuestamente fue presionado por miembros del grupo subversivo, se estarían violando protocolos de la Convención de Ginebra. Éstos señalan que no se puede castigar a quien hubiese ejercido una actividad médica, sin importar las circunstancias o beneficiarios del servicio.


No obstante, la Fiscalía considera que los viajes a la selva de los  médicos Moreno y Rico se produjeron voluntariamente y además argumenta que recibieron una remuneración, de allí que los acuse del presunto delito de rebelión.

El viaje a la selva

Era octubre de 2003. El prestigio del ortopedista Luis Alfredo Moreno era evidente. Conseguir una cita con él era casi un privilegio. Además de cumplir sus obligaciones en la Clínica Reina Sofía, varias EPS contaban con sus servicios. Tenistas como Alejandro Falla, Fabiola Zuluaga, o futbolistas de Santa Fe como Jairo Suárez o Francisco Nájera, incluso artistas como David Manzur eran algunos de los pacientes del especialista en tratamientos de rodilla y hombro. Docente, conferencista y asistente a cursos en no menos de diez países, apenas tenía tiempo para su esposa y tres hijos.

A comienzos de noviembre de 2003, el anestesiólogo Alejandro Rico lo invitó a una brigada de salud a Villavicencio. Allí llegaron el 7 de noviembre y en el aeropuerto Vanguardia fueron recibidos por una mujer. Abordaron después un avión de carga de la empresa Saviare con destino a la sierra de La Macarena. Posteriormente tomaron una embarcación y recorrieron un río durante dos horas hasta llegar a La Sombra, en el departamento del Caquetá.

“Allí nos recibieron varios guerrilleros, nos ubicamos en un salón grande, había una especie de enfermería con un instrumental pequeño, atendimos cada uno cerca de 25 guerrilleros, en su mayoría con heridas en las piernas, fracturas, otros asistieron a consulta médica”, recuerda Moreno. Fueron dos días de trabajo ante la mirada de guerrilleros armados hasta los dientes. Al finalizar la jornada, los médicos recibieron  $2,5 millones por sus servicios y regresaron a Bogotá.

Moreno se reintegró a su trabajo. Pero tres semanas después recibió una  llamada de Rico. Éste le manifestó que nuevamente las Farc requerían de sus servicios, y dijo que de negarse la seguridad de sus familias estaría en peligro. Por eso viajaron.

Llegaron a Villavicencio, pasaron a La Macarena y de allí recorrieron en un campero una trocha durante cinco horas y llegaron a otro campamento, en el Caquetá. Allí la jornada médica se repitió. Luego recibieron una remuneración similar a la ocasión anterior. Ya era finales de noviembre de 2003 y a los tres días ya estaban de regreso en Bogotá.

Un testigo

Durante dos años el médico Moreno guardó su secreto, pocos  sabían lo que había pasado. Hasta el 8 de febrero pasado, cuando se produjo su sorpresiva captura.


En investigaciones de inteligencia que comenzaron en 2004, las cuales buscaban determinar la estructura armada y el apoyo logístico al Frente Primero de las Farc, se precisaron las actividades de personas que, según las autoridades, trabajaban para el grupo guerrillero. Allí apareció el testimonio de Matilde Jaramillo  García, alías Martha, quien durante cinco años integró el Frente Primero de las Farc, pero que se desmovilizó en 2007.

Jaramillo García confesó que era la encargada de buscar médicos para las clínicas de las Farc. Con coordenadas precisas, identificación de vuelos y reconocimiento fotográfico de los médicos, se convirtió en la principal testigo contra los facultativos y  otras 18 personas.

Con un grave testimonio, imposible de verificar, afirmó ante la Fiscalía que en El Recreo (Caquetá) alías el Mono Jojoy les dio a cada médico $20 millones por sus servicios y un dinero restante se pagó en Bogotá. Y afirmó que “en ningún momento los médicos fueron amenazados, ni obligados a desplazarse para realizar sus intervenciones médicas”.

Un testimonio que fue ratificado por el hermano de la testigo Gustavo Jaramillo García, quien también dijo haber pertenecido a la organización y señaló que otra encargada de la logística de la zona conocida como Doris Adriana ratificó el traslado y contacto de los dos médicos.

El relato de la desmovilizada  tiene desde febrero en la cárcel a los médicos Moreno y Rico, entre otros sindicados. El panorama es muy complicado. Los galenos fueron acusados por la Fiscalía, una medida que fue apelada y que está ad portas de resolverse.  El fiscal del caso argumenta que a raíz de la experiencia de los médicos no se puede concebir que no tenían conocimiento para dónde iban. En la zona todos saben que hay guerrilla.

Desde la cárcel, Moreno insiste en que fue amenazado. Las asociaciones médicas señalan que se están violando tratados internacionales en asistencia humanitaria.

Por ahora, su familia, su abogado, sus colegas y sus amigos confían en que Luis Alfredo Moreno García vuelva a ser uno de los ortopedistas más destacados de Colsánitas. Y en que pueda olvidar las dos visitas que hizo a la selva para atender guerrilleros y que hoy lo tienen tras las rejas.

Por Norbey Quevedo H.

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