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El lado débil de ‘Karina’

Tres años duró el seguimiento a Elena*. El DAS la ubicó en un barrio popular de Medellín, pese a la escasa comunicación que tenía con su mamá.  *Nombre cambiado por seguridad.

Gloria Castrillón/ Especial para El Espectador
24 de mayo de 2008 - 04:44 a. m.

Ellas se veían una o dos veces al año, pero en los últimos tiempos, la relación no fluía. El cerco del Ejército sobre Elda Neyis Mosquera García, más conocida como Karina, hacía que fuera imposible un contacto directo entre madre e hija. Aún así, el paciente trabajo de inteligencia de los agentes permitió detectar a la adolescente y seguirla a la espera del momento para intervenir.

Y ese momento llegó en los últimos días de abril. El cerco militar sobre Karina había producido sus frutos: varios comandantes murieron en combate y otros se entregaron, en una cascada de golpes que se precipitó desde hace dos años, produciendo la situación ideal para cerrar el círculo: agentes de inteligencia hicieron contacto con la adolescente y la convencieron de que ayudara a su madre a entregarse.

Más de 20 días duró la labor de convencimiento. La adolescente, temerosa al comienzo, terminó cediendo ante la posibilidad cada vez más cercana de que su mamá muriera en un bombardeo. El panorama era confuso pero había certeza de que la guerrillera más famosa de las Farc estaba acorralada, sin suministros, casi incomunicada y con pocos hombres para su seguridad.

Karina tomó la decisión de entregarse en la madrugada del domingo 18 de mayo. La situación era insostenible. Veía infiltrados en cada uno de sus hombres, no dormía y la comida escaseaba. Su paranoia la llevó a prohibirle a su tropa escuchar radio y ver televisión, porque la propaganda institucional invitando a la deserción había desbaratado la unidad.

La noticia de la traición de Rojas a Iván Ríos y la muerte de éste en ese macabro episodio la desestabilizó. Los dos se apreciaban y se admiraban. Ríos destacaba a Karina como una excelente guerrera, reconocía su don de mando y su ascendencia en la tropa. “Tiene más pantalones que un hombre”, solía decir con orgullo. Los dos habían integrado el frente 47, que durante más de una década se movió en el oriente antioqueño,Risaralda,Caldas y Chocó.

El 47 desplazó, junto al frente 9, al Carlos Alirio Buitrago del Eln. Municipios como Nariño, Argelia, Sonsón y Pácora eran “zonas liberadas”. Los  campesinos hablaban de una comandante corpulenta, recia, que imponía su ley en esa tierra de nadie. La Policía y el Ejército ni se asomaban.

Por eso pudo presidir el lanzamiento del Movimiento Bolivariano, partido clandestino de las Farc, el 21 de agosto de 2000. Ese día desafió al Estado mostrando más de 200 guerrilleros, armados y uniformados, en la plaza de Nariño, Antioquia. Fue la única que pudo alardear con un evento público fuera de la zona desmilitarizada del Caguán. El acto se celebró entre los destrozos que su grupo había causado a la estación de Policía un año antes.


Se movía tan bien en la zona que se dio el lujo de recibir tratamiento en Medellín para las heridas sufridas en un combate en 2003. Le operaron el ojo derecho en la Clínica Oftalmológica y en Las Américas le intervinieron un brazo. No es extraño que esta mujer, cercana a los 40 años, tuviera facilidad para entrar a la ciudad. De hecho, tres de sus hermanos están en las Farc. Uno de ellos, Fernando Caicedo fue capturado en Bogotá, el 18 de noviembre de 2006. Pero la situación empezó a cambiar por esos días. Uno a uno fueron cayendo sus hombres de confianza, hasta que se acabó el mito de la guerrera infalible, que tenía pactos con el diablo y no le entraban las balas.

*Nombre cambiado por seguridad.

El largo prontuario que le espera a ‘Karina’

Como gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe la responsabilizó de dos masacres de reinsertados del Epl en Apartadó: Bajo del Oso y La Chinita. Las autoridades la relacionan con acciones en Pavarandó, Mutatá, Ituango, Sapzurro y Tierralta a finales de los 90. En agosto de 1999 atacó Nariño, Antioquia, donde murieron 9 policías y 8 más fueron secuestrados. En septiembre de ese año comandó la toma al cerro Montezuma, en Risaralda, con 300 guerrilleros. Murieron el coronel José Sánchez, comandante del Batallón San Mateo de Pereira, y siete soldados más. En las operaciones de apoyo murieron los siete tripulantes del avión fantasma.

Protagonizó varios retenes y bloqueos en las carreteras de Caldas. Un secuestro masivo, en septiembre de 2000, colmó la paciencia del presidente Uribe, quien conminó a los altos militares a capturarla. Pocos meses antes había comandado la toma a Arboleda, un corregimiento de Pensilvania, Caldas, donde cayeron 13 policías y cuatro civiles.

Su nombre también se relaciona con el ataque a San Marino, Chocó, donde murieron 8 policías y 30 más habían desaparecido, en diciembre de 2005.

Se acabó el frente 47

El primer gran golpe a la estructura del frente 47 ocurrió en noviembre de 2006, cuando se desarticuló una red urbana de la columna Jacobo Arenas, en Cali.

En diciembre del mismo año cayó en combate Marcos Urbano.

En julio de 2007 murió Fabio Muelas, uno de los jefes del frente 47, durante el operativo de rescate del industrial Diego Mejía, secuestrado por esa facción.

El 13 de octubre de 2007 cayó en combate, en Pensilvania, Caldas, Benjamín Largo Cañas, Alipio, uno de los fundadores del frente 47, muy cercano a Karina.

En febrero de 2008 murieron en combate, en Abejorral, Jimmy o Karateka, Germán y Darío. Cuatro más se desmovilizaron.

En abril de este año se entregó Luis Alfonso Martínez Giraldo, El Zarco, tras fuertes combates en Samaná, Caldas.

El 8 de mayo se entregó, en Marulanda, Caldas, Garganta, otro comandante del 47 frente.

Un día antes de la entrega de Karina se desmovilizó Arlex, jefe de logística del grupo.

Por Gloria Castrillón/ Especial para El Espectador

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