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Negritudes, la nueva estrategia de Uribe

la ofensiva del Gobierno ante Washington no es sólo diplomática sino también cultural.

Redacción Política
18 de abril de 2009 - 10:00 p. m.

Siete días antes de la posesión del presidente de Estados Unidos Barack Obama, los senadores Juan Carlos Martínez, Piedad Córdoba y el alcalde de Buenaventura José Félix Ocoró, todos afrocolombianos, recibieron una de las exclusivas cartas de invitación al importante evento, con una prioridad: “Discutir cuestiones futuras de la importancia de las comunidades afrocolombianas y la relación entre nuestras dos naciones”. Así lo manifestó el congresista demócrata de EE.UU. Mike Honda.

Quedaba claro así que la llegada de Obama a la Casa Blanca significaba para la administración del presidente Álvaro Uribe una nueva era en las relaciones con los norteamericanos, muy diferente a la vivida con George W. Bush. Al fin y al cabo, el nuevo mandatario estadounidense se había opuesto desde su época de senador y de candidato a la aprobación del TLC y hasta provocó, durante la campaña electoral, una airada reacción de Uribe tras un comentario suyo sobre violencia sindical y paramilitarismo en el país: “Barack Obama atropella a Colombia”, le respondió.

A pesar de una comunicación telefónica entre los dos el pasado 27 de enero, en la que durante cerca de 10 minutos dialogaron en términos “cordiales y constructivos”, el ambiente para Colombia en Washington sigue siendo complicado. Por eso, desde febrero pasado, el gobierno Uribe comenzó a desplegar una ofensiva no sólo diplomática sino también cultural, que ha implicado visitas del vicepresidente, Francisco Santos, el canciller, Jaime Bermúdez, y el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, entre otros, para reunirse con representantes del nuevo gobierno ‘gringo’; políticos, empresarios, entidades internacionales y centros de estudios.

Dicha estrategia ha tenido en  las últimas semanas lo que parece ser un nuevo giro del lado colombiano: el viaje, también a territorio estadounidense, de la ministra de Cultura Paula Marcela Moreno y el anuncio de la designación del general Luis Alberto Moore como agregado de la Policía en la Embajada en Washington —los dos de raza negra—. Para algunos analistas, como la profesora de Ciencia Política de la Universidad de los Andes Arlene Tickner, es claro que el objetivo es acercarse al gobierno de Estados Unidos, lo cual, dice, “de ser cierto sería lamentable, porque sugeriría una utilización política del tema racial para ganar puntos. Es una estrategia medio torpe y errónea dada su obviedad”.

A su juicio, no es adecuada la insistencia de Colombia en la aprobación del TLC ante el clima que prima en Washington y la evidente falta de interés del gobierno de Obama en discutir ese tema. Según señaló, lo que tiene que hacer Colombia para romper el hielo “es mostrar resultados en materia de derechos humanos y en la defensa a la integridad de los sindicalistas”.

El ex canciller Fernando Araújo asegura que desde hace mucho tiempo se ha buscado un equilibrio llamando a personas de todos los niveles a hacer parte del Ejecutivo, “no pensando en un interés político frente a Estados Unidos, sino en la reducción de las desigualdades”. Para Araújo, Uribe viene interesado en la población afro con mucha anterioridad a la elección de Obama y muestra de ello es el nombramiento de la ministra de Cultura en 2007 y sus reuniones con el Black Caucus (negritudes del congreso estadounidense).

Para el analista Fernando Londoño, coordinador del grupo de trabajo en Estados Unidos de Fescol, el Black Caucus fue precisamente el que en su momento notó que había una discriminación política muy grande en Colombia y que se veía en la falta de ministros.


“Entonces, Paula Marcela Moreno sí fue una señal para responder a esa presión, pero lo de Moore no sé qué tanto logre cambiar nuestra relación con los norteamericanos”, indicó.

Uno de los que reconoce como un “gesto político hábil” el nombramiento del general Moore es el internacionalista Enrique Serrano, aunque piensa que la estrategia de Uribe no se puede reducir a eso sino que debe estar encaminada a crear un ambiente de confianza. Y el presidente nacional de la Población Afrodescendiente, Óscar Gamboa, amigo de Obama en su época de congresista, cree que tener hasta ahora “la primera ministra de color o un  primer oficial de color que llega a general, nos debe dar vergüenza”.

El viernes pasado, durante la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, Obama y Uribe tuvieron un corto saludo, mientras el canciller Bermúdez hacía todo lo posible por propiciar un encuentro privado. Lo claro es que el Gobierno está caminando con pies de plomo en momentos en que el TLC sigue estancado y se decide la suerte futura de la ayuda militar a Colombia.

Piedad Córdoba, un paso adelante

La senadora liberal Piedad Córdoba supo adelantarse al giro que tendría la política de Estados Unidos hacia Colombia con la llegada de Barack Obama. Dentro de sus gestiones de paz y de búsqueda de un acuerdo humanitario para la liberación de los secuestrados por las Farc, la congresista estableció contactos con asesores y personas cercanas al hoy presidente norteamericano, como el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson.

En noviembre del año pasado, pocos días después de que Obama ganara las elecciones, Córdoba le envió una carta de felicitación como “afrodescendiente comprometida con el logro de la justicia para todos los grupos sociales que tradicionalmente han sido excluidos de nuestros sistemas sociopolíticos”.

En la misiva, le pidió también su colaboración en la defensa de los derechos humanos y en la búsqueda de caminos de paz, “que permitan transformar las causas generadoras del conflicto y lograr un diálogo entre las partes como solución a nuestros problemas que traspasan fronteras”.

Por Redacción Política

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