La Junta Directiva del Narcotráfico es uno de los asuntos que cada semana menciona el presidente Gustavo Petro en su cuenta de X o en sus pronunciamientos en plaza pública. Se trata de un grupo criminal transnacional con asiento en Dubái y conformado por capos involucrados en el envío de cocaína a Europa y en varios asesinatos de gran impacto perpetrados en Colombia recientemente. Entre ellos, los de narcoesmeralderos en Bogotá. Además, el primer mandatario afirma que esa poderosa estructura ilegal tiene un plan para matarlo. Uno de los principales líderes es Dritan Gjika, quien fue capturado en mayo de 2025 en Abu Dabi, por ser el capo de la mafia albanesa en Ecuador, uno de los actores claves de la ola de violencia que vive ese país.
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Justo ahora, las autoridades ecuatorianas y españolas se disputan ante el Ministerio de Justicia de Emiratos Árabes Unidos la custodia del mafioso albanés. Cada país tira de su lado para procesarlo ante sus respectivos jueces por liderar una red de narcotráfico que blanqueó más de US $31 millones a ambos lados del Atlántico. Mientras esa disputa judicial se dirime, la Fiscalía ecuatoriana ya tiene un arsenal de pruebas listo para enjuiciarlo, en el cual aparecen colombianos que cumplieron un rol fundamental en esa organización al margen de la ley que extendió sus tentáculos en Europa y Asia con la venta de toneladas de cocaína. El Espectador accedió a este expediente, en el cual participaron la policía y fiscalía ecuatoriana, agentes antinarcóticos de España e Interpol.
Estas autoridades tienen claro el nombre de uno de esos colombianos: Jairo Hernán Muñoz Rico, conocido con el alias de El Pájaro. Los documentos a los que tuvo acceso este diario señalan que este hombre, entre 2020 y 2024, fue una de las personas que lavó la plata del narco albanés en la ciudad costera de Guayaquil. Según el registro de contribuyentes de Ecuador, Muñoz se dedicaba a “actividades de afeitado y recorte de la barba”. Sin embargo, para el ente investigador sus movimientos financieros y sus reportes ante el fisco de Ecuador no coincidían: había una diferencia de USD $498.000 en sus gastos. Además, el día de su captura, la Policía encontró USD $2 millones en efectivo, de los que tampoco pudo justificar, dice la Fiscalía.
La acusación de la Fiscalía ecuatoriana contra el colombiano señala que su relación con Gjika fue directa y fundamental para darle apariencia de legalidad a esos dineros del narcotráfico. Los investigadores del denominado caso La Pampa encontraron que el colombiano y un ciudadano chino le sirvieron a Gjika para comprar en efectivo vehículos de lujo y costosas casas que luego pasaban, en pocas semanas o días, a manos de testaferros del narco albanés. Su rol no solo sería ese. En el escrito de acusación, alias El Pájaro aparece como un hombre que se comunicaba directamente con el capo europeo para coordinar los envíos de cocaína a España, Bélgica y Países Bajos.
La investigación cita un chat entre Gjika y Muñoz de 2021, luego de que un cargamento de media tonelada de cocaína fuera decomisado por las autoridades de ese país en la comunidad de Valencia. El colombiano le dice al albanés en esa conversación que “los cinco muchachos” capturados por la Guardia Civil Española eran “sus trabajadores”. Para la Fiscalía ecuatoriana, esto es un claro indicio de que alias El Pájaro era un hombre relevante en la jerarquía de la organización transnacional. La aplicación que usaban para comunicarse era Sky ECC, señalada por varios entes policiales de Europa como la plataforma de mensajería instantánea predilecta de las mafias por tratarse de comunicaciones encriptadas que son difíciles de interceptar para los agentes de policía.
Otro hecho que daría cuenta de la importancia de Muñoz en la red ilegal es que, el día de su captura, el 11 de enero de 2024, estaba reunido con Julio Lalangui, un empresario ecuatoriano y socio de Gjika en una compañía clave en la red de narcotráfico: Agricomtrade S.A.. De allí, señala la investigación, salían con destino a Europa los contenedores de banano con cocaína oculta. Su nombre estuvo mediáticamente expuesto hace poco, cuando el presidente Gustavo Petro compartió el pasado 28 de mayo en su cuenta de X un organigrama de la estructura ilegal que lideraría Gjika y en la que aparecen otros empresarios que blanqueaban sus rentas del narcotráfico.
Sobre la vida de Muñoz en Colombia poco se sabe. No existen fotos de él. Pareciera que su rastro se lo llevó consigo cuando, en 2018, se asentó en Guayaquil y conoció al albanés. Este pereirano de 59 años, que no tenía antecedentes judiciales en Colombia, se movía entre la capital risaraldense y el aledaño municipio de Santa Rosa de Cabal. También se sabe que tiene una cuenta bancaria en Panamá y tenía dos viviendas en Guayaquil, donde aparentemente, señalan investigadores del caso, se reunían con Gjika y otros miembros de esa organización mafiosa que hoy, casi toda está tras las rejas en Ecuador.
Lo que sí está claro es que su estado de salud es delicado y que, por esa situación, un juez le concedió desde finales de 2024 el beneficio de detención domiciliaria mientras se adelanta el juicio en su contra. Dos médicos certificaron ante la justicia de Ecuador que su cuadro clínico es sensible: “presenta insuficiencia renal crónica, un diagnóstico en evaluación por leucemia y una operación por apendicitis aguda de mayo de 2024”. Además de aportar los informes médicos, la abogada de Muñoz dice que los dineros de su cliente provienen de actividades lícitas, como la compra y venta de vehículos y ganado. También dijo que la Fiscalía no demostró que las interceptaciones en las que se habla de El Pájaro estén ligadas al nombre de su cliente.
La defensora de Muñoz argumentó ante los estrados judiciales que la Fiscalía tampoco ha probado el lavado de activos: “No se ha demostrado quién le depositó dinero ni qué empresa se utilizó para el supuesto blanqueo de capitales”. Las autoridades de Colombia y Ecuador trabajan conjuntamente para identificar un asunto clave del caso La Pampa: qué grupo criminal era el proveedor de cocaína de Dritan Gjika, con quien, según la Fiscalía ecuatoriana, tenía contacto directo. En 2021, el entonces director de la Policía colombiana, general Jorge Luis Vargas, aseguró que cuatro grupos criminales tenían contacto con la mafia albanesa de Ecuador: el Clan del Golfo, las disidencias de las FARC de alias Iván Mordisco, la Segunda Marquetalia de Iván Márquez y el ELN.
Este narco albanés también tenía una estrecha relación con alías Fito, el líder de la banda más numerosa y poderosa de Ecuador: Los Choneros. A comienzos de julio pasado, este hombre fue el centro de una polémica tras conocerse que se habría reunido clandestinamente con Petro. Según esa versión, a finales de mayo de 2025, Petro viajó hasta la ciudad ecuatoriana de Manta para reunirse con Fito, tras asistir a la posesión presidencial de Daniel Noboa en Quito. Un asunto que fue negado tajantemente por el presidente colombiano. En las últimas semanas, también se conoció que Fito, previo a su captura del pasado 25 de junio de 2025, envió una carta a la embajada de Colombia para que intermediara en su entrega a las autoridades ecuatorianas. Lo cual nunca sucedió.
¿Quíen es Dritan Gjika? Su historial
Fuentes del expediente contra Muñoz señalan que el colombiano se habría asociado con uno de los capos narcotraficantes más grandes del mundo en la actualidad. El albanés, además de ser un hombre violento, integró en Dubái la Junta Directiva del Narcotráfico. El gobierno ecuatoriano sabe que el narco albanés, de 49 años de edad, llegó en 2009 a su territorio y salió con dirección a Emiratos Árabes en marzo de 2022, cuando ya sabía que Ecuador y España le seguían la pista. Allí entabló relaciones con tres mafiosos de alto calibre: el colombiano Julio Lozano Pirateque, alias Patricia; el uruguayo Sebastián Marset Cabrera, y el español Alejandro Salgado Vega, alias El Tigre.
El primero de ellos, Lozano, quien estuvo preso en Estados Unidos, está relacionado con una decena de asesinatos de viejos capos en la capital de Colombia y que fueron perpetrados entre 2021 y abril de 2025. El segundo, Marset, estaría relacionado con el crimen de Marcelo Pecci, el fiscal paraguayo antimafia asesinado por sicarios en mayo de 2021, en Cartagena. El último, el español de 46 años, es un hombre ligado a una red criminal aliada con narcoparamilitares colombianos que envía cocaína a Europa en contenedores de fruta por los puertos de Barranquilla, Santa Marta y Cartagena. Es conclusión, los cuatro miembros de la Junta Directiva tienen intereses en Colombia. Y, aparentemente, un mismo aliado: el Clan del Golfo.
Otros vínculos con Colombia
Para pasar desapercibido durante una década en Ecuador, Gjika adoptó un nombre más anglosajón: se presentaba como Tony. Las autoridades ecuatorianas dicen que, poco a poco, en la Guayaquil de los grandes negocios y puerta del comercio marítimo ecuatoriano, el albanés fue encontrando empresarios de la alta sociedad que fueron engranajes perfectos para construir su estructura criminal. En sus vueltas del bajo mundo guayaquileño, Gjika estuvo con otro violento mafioso con el que comparte nombre y vínculo con el crimen organizado en Colombia: Dritan Rexhepi, conocido como el Rey de la Cocaína, ya que lideraba una red que, según las autoridades, traficaba cocaína colombiana desde 2014 con la ayuda de la mafia italiana ‘Ndrangheta.
En 2021, Rexhepi le fue otorgado el beneficio de casa por cárcel, tras afrontar un proceso por narcotráfico. Como era de esperarse escapó rumbo a Colombia. En ese momento, Fernando Villavicencio, el asesinado candidato presidencial, denunció posibles irregularidades de la justicia al dejarlo libre. Dos años más tarde, Rexhepi fue capturado en Turquía con un pasaporte colombiano falso. Otros de los narcos colombianos que recientemente fue relacionado con las mafias de los Balcanes es Jhon Freddy Zapata, alias Messi. Quienes le siguieron los pasos a este hombre del Clan del Golfo señalan que, además de pactar envíos de cocaína, lavaba dinero a través del deporte.
Con la venta de pases de jóvenes futbolistas colombianos a clubes de Argentina o Brasil, Messi habría lavado millones para el entonces líder del grupo criminal, alias Otoniel. En 2021, las autoridades colombianas tenían indicios de que en esos negocios en el fútbol también se beneficiaron las mafias europeas. Desde ese año, este diario documenta cómo otros emisarios de narcos llegan a zonas controladas por el Clan del Golfo, como el Urabá y Córdoba, para pactar los envíos de cocaína a Ecuador, Colombia y Perú. La DEA dice que, por ejemplo, entre 2019 y 2022, el exboxeador y supuesto miembro de la mafia de los Balcanes, Goran Gogic, coordinaba la llegada de cocaína a Estados Unidos desde los puertos de Suramérica
El caso de Dritan Gjika es uno más que demuestra cómo, al menos en los últimos cinco años, Colombia ha cumplido un rol clave para que la mafia albanesa se siga consolidando en esta zona de Suramérica. Por ahora, el destino del colombiano Muñoz Rico está en manos de la justicia ecuatoriana, quien lo tiene enjuiciado por ser mano derecha de uno de los narcotraficantes, que hasta hace un mes, era de los más buscados en el mundo.
Gjika habría ordenado asesinar a un periodista en Ecuador
A finales de mayo de 2025, el periodista ecuatoriano Andersson Boscán, director del medio de comunicación La Posta publicó un video en el que daba detalles como él y su equipo de periodistas le siguieron la pista al narco albanés. En esa investigación encontraron los estrechos vínculos de Gjika con empresarios y políticos de Guayaquil. Incluso, tienen serios indicios de que parte de los dineros de ese mafioso europeo entraron a una campaña presidencial del vecino país.
A raíz de esa investigación periodística (y de otras), Boscán aseguró en ese video que tuvo que exiliarse en septiembre de 2024 en Canadá. Además, señaló que supo por varias fuentes que Gjika ordenó asesinarlo. Incluso, que su esposa, hijos y otros familiares fueron seguidos. En ese informe periodístico apuntó contra las autoridades de su país, Fiscalía, Policía y clase política, de ser cómplice de la red de lavado de activos. El periodista, además, aseguró que existen videos que comprometerían a políticos y empresarios, con los que también intentaría negociar ante los estrados judiciales.
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