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Las pesquisas de un agente especial del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, quien ha investigado numerosos casos de explotación sexual de menores, fueron claves para que el estadounidense Herbert Fletcher fuera condenado, el pasado 1° de junio, en la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York. Fletcher, de 42 años, trabajaba en la empresa de su familia en Filadelfia, y viajaba y residía por períodos largos en Medellín, haciéndose pasar ante sus víctimas como un exitoso empresario de la construcción, con oficina en El Poblado. Entró en el radar de las autoridades estadounidenses en junio de 2019, cuando la justicia de ese país ya investigaba a Víctor Galarza.
De Queens, Nueva York, Galarza viajaba con frecuencia a Medellín a explotar sexualmente a menores, que grababa sin su consentimiento, para lucrarse en plataformas de porno como Pornhub, Spankmoney, Xvideos y ManyVids, mientras sostenía una vida de negocios, “turismo sexual”, fiestas de excesos y lujos en la capital antioqueña. “Un intocable”, reconocido en los sectores adinerados de El Poblado y El Tesoro.
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Víctor Galarza fue capturado en Nueva York en octubre de 2019 y condenado en mayo de 2022. La agencia de controles migratorios (ICE, por su sigla en inglés) esclareció que viajaba con frecuencia a Estados Unidos, Emiratos Árabes y Colombia a captar a menores personalmente, o lo hacía a través de proxenetas. En Colombia, esta operación transnacional contra la explotación sexual de menores de edad y mujeres arrojó en esas mismas fechas la captura de seis personas en Medellín, entre esas Herbert Fletcher, a quien el juez 12 del Circuito de Medellín dejó en libertad poco después. El 5 de abril de 2021 fue nuevamente capturado, esta vez en Miami y por las autoridades de Estados Unidos, en donde se escondía después de salir de Colombia en un vuelo comercial como cualquier turista.
La Fiscalía colombiana denunció en su momento que esta red tenía páginas y perfiles de Facebook e Instagram para captar a las menores que, además, por lo general, eran de contextos empobrecidos de Medellín. También que tenían identificadas al menos a 28 víctimas, pero que sabían que eran muchas más porque encontraron un “catálogo” de al menos 100 niñas y adolescentes, que los proxenetas ofrecían como bienes de consumo a extranjeros, pero también a colombianos de ingresos altos en el Parque Lleras y sus alrededores.
Vidas rotas
“No te podés hacer a la idea, ni por un minuto, del daño que me hiciste a mí y a muchas niñas (...). Abusaste de mí para tu satisfacción y la de tus amigos. En los famosos videos que me hiciste creer que eran para ti en varias ocasiones abusaron de mí y tu grabaste todo esto. Me destrozaste la infancia. Estuve muchos años reviviendo una y otra vez los abusos. (...) Anulaste mí personalidad, me manipulaste (...) Hoy miro al futuro con ojos de esperanza, porque ahora sé que nací para algo más que para eso. Espero que te esperen muchos años en la cárcel, y la verdad es poco porque te mereces mucho más por todo el sufrimiento que nos hiciste pasar. Que te perdone Dios, porque yo no puedo”. Las palabras son de Clara*, quien tenía 14 años cuando fue abusada y grabada por Víctor Galarza y Herbert Fletcher en Medellín. Las leyó la fiscal del caso durante el juicio contra Fletcher, luego de que este asegurara que estaba arrepentido y dijera, con cinismo, que lucharía contra el delito de trata en Colombia cuando saliera de prisión.
En la sala del tribunal estaban Martina* y Ana*, abusadas y grabadas, con 15 y 16 años también, por Fletcher y Galarza. Tenían los ojos rojos de llorar, pero también sentían un alivio enorme de presenciar ese momento. Su testimonio fue clave para despejar este camino de justicia, que reivindica su lucha y la de tantas otras que no se han atrevido a denunciar. Antes de viajar a Nueva York, en entrevista con El Espectador, Ana y Martina detallaron cómo conocieron a estos dos estadounidenses.
A Ana la propuesta de tener encuentros sexuales con Fletcher y Galarza le llegó por una supuesta amiga que ya estaba en prostitución, cuando pasaba dificultades económicas con su hermanito, después de la separación de su padre y madre. Su padre estaba sumido en la depresión y el alcohol, y había intentado quitarse la vida. Ana y su hermano buscaban permanecer a su lado para evitar una tragedia mayor, pero en la casa no había comida ni cuidado. “Iba a esas fiestas y había otras muchas como yo. Cuando pedían niñas y adolescentes eran muchas, eran 10 o 20, eran fiestas de colombianos y extranjeros donde siempre había drogas y alcohol”, comenta Ana.
A Martina, de un barrio popular y de pocos ingresos de Medellín, la propuesta le llegó también a través de una proxeneta que estaba en prostitución y no superaba los 25 años. Martina tenía necesidades económicas y como menor de edad no conseguía un trabajo legal para aportar a su casa. “El único supuesto trabajo en donde ser menor de edad es deseable es la prostitución o el modelaje webcam”, asegura. Martina había sido, además, víctima de violencia sexual desde los siete años y por eso tenía una autoestima muy frágil y pensaba que no tendría más opciones para ganarse la vida.
(Vea también el especial: El Tren de Aragua, detrás de la explotación sexual de migrantes en Latinoamérica)
La proxeneta en los dos casos era una joven distinta y siempre se quedaba con cerca del 60 % de lo que les pagaban. Martina recuerda que a Fletcher le gustaban niñas: “No les gustaban gordas ni afros, sino blancas, muy delgadas, sin senos grandes y con cara de niñas. A mí me llegó a pedir que le presentara niñas de 12 años. Nunca me presté, me parecía muy enfermo”.
Lea aquí las pruebas contra Herbert Fletcher que determinaron su condena.
El caso Pornhub
En los procesos penales de Galarza y Fletcher están vinculadas como víctimas tres colombianas, y dos más que están en proceso de ser aceptadas, a la demanda internacional que avanza en un tribunal de California, Estados Unidos, en contra del emporio canadiense de porno en línea MindGeek, y su reconocida plataforma Pornhub, por lucrarse de videos con agresiones y explotación sexual de cerca de 100 supervivientes de estos delitos de diferentes nacionalidades.
El escándalo mundial estalló en diciembre de 2020, cuando el periodista Nicholas Kristof, en una columna dominical del diario estadounidense The New York Times, reveló la historia de Serena K. Fleites. La joven narró que tenía 14 años cuando se enamoró de un joven de 15 que un día le pidió que le enviara un video de ella desnuda. El video terminó en Pornhub, sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo, y esta situación devastó su vida, llevándola incluso a intentar quitarse la vida.
El Espectador dio a conocer, en septiembre de 2021, el capítulo colombiano de esta dolorosa trama, que se conecta con Víctor Galarza y Herbert Fletcher. Según la denuncia, los videos sexuales que grabó Galarza, y en los que aparecía Fletcher, fueron alojados en Pornhub con los misóginos títulos: “Scort venezolana acepta follar sin condón en trío, en su primer casting en Medellin, Columbia” (sic) y “Prostituta colegiala colombiana acepta follar sin condón x 10 dólares. La cuarentena la obligó a vender su cuerpo en Medellín”, entre otros, cada uno con cientos de miles de reproducciones. Además de Pornhub, los videos fueron descargados y monetizados en otras páginas de porno como Spankmoney, Xvideos y ManyVids.
Las jóvenes víctimas colombianas han logrado que algunas de estas plataformas bajen sus videos gracias al acompañamiento y asesoría de la organización Operation Underground Railroad (O.U.R., por su sigla en inglés), que lucha contra la explotación sexual de niñas y mujeres en 30 países y 50 estados de Estados Unidos. Pero la pesadilla no termina.
Juliana*, otra de las jóvenes víctimas paisas de Galarza y Fletcher a sus 15 años, le contó a este diario que hace una semana un conocido suyo le contó que encontró el video del encuentro sexual al que la forzó Galarza siendo menor de edad, en un grupo que sigue activo en Telegram, con más de 189 mil miembros, en su mayoría colombianos. Un grupo denigrante dedicado a compartir videos y fotos de encuentros sexuales con colombianas sin ningún tipo de verificación de consentimiento, mayoría de edad o de posibles casos de explotación sexual.
“A pesar de que eso pasó hace siete años, ese video sigue por ahí, haciéndome un enorme daño. En mis redes personales también me han escrito mensajes asquerosos y morbosos algunos desconocidos que lo encontraron en internet. Es como si la pesadilla no fuera a terminar nunca. Dios mío, porque he tenido mucha fortaleza mental, pero esto le puede destruir la vida a una persona”, comenta Juliana.
Su caso es particular, porque a diferencia de muchas otras niñas y adolescentes víctimas de Medellín, ella fue captada por Galarza no por atravesar una dura situación económica, sino porque pasaba por un momento emocional muy difícil, tras descubrir que su padre había asesinado a su madre cuando ella era apenas una niña. Galarza, Fletcher y otros como ellos engañan y se aprovechan de las niñas y jóvenes no solo por no tener dinero, sino también por crecer en hogares o familias erosionadas.
“A pesar de las diferencias, al final, mi caso es el pan de todos los días en Medellín. Muchas se han quedado calladas y no han denunciado por miedo o pena. Pero es necesario hablar de esto, hacerlo público y masivo. No es justo que se aprovechen de la vulnerabilidad de tantas niñas y adolescentes. Hace falta mayor educación, sin tabúes, para que ellas puedan advertir los riesgos y para que ellos dejen de creer que tienen el derecho de aprovecharse de menores o mujeres y, además, compartir contenido sexual sin consentimiento, como los hombres que son parte de ese chat en Telegram”, aseguró Juliana.
Aunque el subregistro de casos es enorme, las cifras nacionales que tienen las entidades del país sí registran un aumento del delito de trata de personas con fines de explotación sexual. Mientras que en 2018 se registraron 44 casos de colombianas víctimas de explotación sexual, en el 2022 hubo 67 y en lo que va de 2023 (hasta el 15 de marzo) van 17 víctimas registradas, según la Subdirección de Gobierno y Gestión Territorial y Lucha contra la Trata, del Ministerio del Interior.
“El delito de trata nos está convirtiendo como uno de los 10 países con mayor atracción de turismo sexual del mundo. Especialmente en Medellín, Bogotá y Cartagena hemos visto exacerbado el delito de la trata de personas con fines de explotación sexual, y no solo por extranjeros. El cuerpo de las niñas y mujeres es mercancía para los tratantes que se lucran y los consumidores que pagan”, dijo Andrés Fajardo, vicedefensor del Pueblo, durante el Consejo de Seguridad de Violencia Basada en Género” que se realizó en Medellín esta semana, liderado por el presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez.
Pese a la emergencia, en Medellín y en el país no hay políticas públicas efectivas que prevengan y desestimulen la demanda de servicios sexuales, que alimenta estas redes de tratantes. Mientras el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, ha puesto vallas en lugares de alto impacto en la prostitución, como el Parque Lleras y la Plaza Botero, para restringir el tránsito libre, en especial de mujeres y niñas, sin mayor impacto en el fenómeno de explotación sexual que padece la ciudad, en agosto de este año en la capital antioqueña está programado el Community Update, el congreso internacional de “modelaje webcam” más grande de Latinoamérica.
Según sus organizadores, el evento más grande de esta industria se realizará en el centro de eventos Plaza Mayor, que administran entidades públicas, como la Alcaldía y la Gobernación, lo que ha despertado el rechazo de organizaciones sociales y defensoras de los derechos humanos: “Exhortamos a la sociedad a rechazar la utilización de la tecnología para cosificar a las personas y mantenerlas en situaciones de inequidad y violencia, como ocurre en la prostitución virtual. Llamamos a la ciudadanía a repudiar y denunciar la promoción y difusión de supuestas ofertas laborales dirigidas a adolescentes y jóvenes, que las captan e inducen a la prostitución, donde quedan expuestas a formas sistemáticas de violencia”, expresó la Fundación Renacer en un reciente comunicado. La historia de cómo Ana, Martina, Juliana y Clara terminaron prostituidas y expuestas, sin su consentimiento, en plataformas de porno le darían la razón.
*Los nombres reales fueron protegidos por razones de identidad y seguridad.
*Si es víctima de abuso o explotación sexual por algún ciudadano estadounidense y busca apoyo, puede contactar a ourrescue.org.
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