
Foto: Eder Rodríguez
Brenda* iba a cumplir seis años cuando fue violada. Fue un primo. Su madre era de los Llanos, desplazada por el conflicto armado, nunca aprendió a leer y a escribir, y tenía con ella ocho hijos. A su padre nunca lo conoció. No hubo mucho alimento ni cuidado en ese hogar. Por eso terminó en la capital. Según ella, muchas de las jóvenes con quienes inició en la prostitución en el barrio Santa Fe, en el centro de Bogotá, habían pasado por lo mismo siendo niñas. Empezó “en forma” a los 16 años, en las “wiskerías” o “chochales”, donde asegura que...

Por Natalia Herrera Durán
Periodista de Investigación. Trabajó en El Espectador desde el año 2010 y durante 15 años. Le interesan los temas sociales y de denuncia.@Natal1aHnataliaherrera06@gmail.com
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