
Foto: Eder Rodríguez
Brenda* iba a cumplir seis años cuando fue violada. Fue un primo. Su madre era de los Llanos, desplazada por el conflicto armado, nunca aprendió a leer y a escribir, y tenía con ella ocho hijos. A su padre nunca lo conoció. No hubo mucho alimento ni cuidado en ese hogar. Por eso terminó en la capital. Según ella, muchas de las jóvenes con quienes inició en la prostitución en el barrio Santa Fe, en el centro de Bogotá, habían pasado por lo mismo siendo niñas. Empezó “en forma” a los 16 años, en las “wiskerías” o “chochales”, donde asegura que...

Por Natalia Herrera Durán
Subeditora de la sección Investigación de El Espectador. Fue hasta mayo de 2021 editora de Colombia+20. Le interesan los temas judiciales, políticos y de denuncia de violaciones a los Derechos Humanos.@Natal1aHnherrera@elespectador.com
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