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Los 517 controladores aéreos del país decidieron romper su silencio y, sin alarmismos ni exageraciones, llamar la atención nacional sobre el crítico panorama de su delicado oficio, hoy sujeto al incremento en las operaciones aéreas por las fiestas navideñas. Con extenuantes jornadas de trabajo y enormes niveles de tensión provocados por el tráfico de aeronaves en horas pico, su S.O.S. no busca beneficios personales sino sociales, porque lo que está en juego es la seguridad aérea.
Para la muestra de lo que está sucediendo, aparece el reporte de fallas del Centro de Control en Bogotá correspondiente al mes de octubre. Un total de 33 situaciones entre críticas y preocupantes relacionadas, por fallas en los radares en 17 de los casos; por fallas en las comunicaciones, en 10 ocasiones; y por fusiones de posiciones de control, es decir, porque a los controladores les toca atender dos equipos a la vez con alta frecuencia de aeronaves, en seis de los reportes.
La situación no ha cambiado en los dos últimos meses. El reporte de noviembre referenció 43 situaciones anómalas en el manejo del control aéreo. 21 de ellas por fallas en el radar, 14 por deficiencias en las comunicaciones y 8 por fusión de posiciones de control. Para la primer semana de diciembre, cuando ya se advertía un significativo incremento en el tráfico aéreo, se reportaron seis fallas en radares, igual número en las comunicaciones y tres en casos de fusión de posiciones de control. En otras palabras, no son denuncias al azar.
Como si fuera poco, sin que haya sido conocido por la opinión pública, los controladores aéreos tienen muy claros algunos incidentes mayores que este jueves se atrevieron a contarle a El Espectador. Por ejemplo, hace algunos meses, cerca de Tumaco (Nariño), por problemas de comunicación, estuvieron a punto de chocarse dos aviones cargueros DC-10. “La distancia fue de unos cien pies”, expresa el presidente de la Asociación Colombiana de Controladores de Tránsito Aéreo (Acdecta), el ingeniero Carlos Arturo Bermúdez N.
¿Pero cuál es el diagnóstico sobre lo que hoy sucede en el control aéreo en Colombia? Nadie mejor que quienes lo ejercen para resumirlo. En primer lugar, hay fallas en los equipos. Muchos de los radares ya cumplieron su vida útil. Según los especialistas, se tiene previsto que estos equipos puedan usarse unos doce años. Sin embargo, hay algunos con 28 años de servicio. La solución de la Aerocivil ha sido repotenciar los equipos, pero no es esta la solución técnica ideal.
Según reveló el controlador César López, en el mes de marzo se adelantó una reunión con el Ministerio de Hacienda, Planeación Nacional, altos funcionarios de la Aerocivil y servidores de la Presidencia de la República. En dicho encuentro se expuso la problemática de los radares y otras particularidades sobre el tema de la seguridad aérea. La conclusión es la misma que salió de otra reunión de hace veinte días: “Por ahora no hay nada que hacer, porque no hay presupuesto en el Ministerio de Hacienda”.
Pero si el tema de los radares es preocupante, según el controlador Zoilo Viáfara, es aún más crítica la situación de las comunicaciones. Algunos equipos de radio que se utilizan para la comunicación piloto-controlador son obsoletos y no existen repuestos para repararlos. “En algunos casos, en fracciones de segundos, la solución ha sido echarse la bendición porque no hay nada más que hacer. Sencillamente se han perdido las comunicaciones con los pilotos. Para nosotros este problema es de mayor riesgo”.
El tercer dilema fue el que quedó esbozado el jueves en Caracol Radio y tiene que ver con la difícil situación laboral de los 517 controladores aéreos. Según lo estipulado legalmente, los controladores deben cumplir turnos de seis horas repartidos a lo largo de las 24 del día. Pero en la práctica, según el controlador César López, “trabajan 370 días al año, con largas jornadas y la opción de que legalmente les sea desconocida su condición de oficio de alto riesgo en su régimen pensional”.
En dos horas de intenso tráfico aéreo en una terminal como El Dorado de Bogotá se pueden estar controlando los desplazamientos de 90 aeronaves. Obviamente, en estos días de temporada vacacional las cifras aumentan y es el mismo personal el que atiende la situación. “Por eso nadie puede negar que entre los controladores aéreos se expresa una fatiga natural, y problemas de sueño, vértigo o estrés. A veces, ni tiempo tenemos para nuestras familias”, agrega el controlador Miguel Ángel Lasprilla.
Como en los casos técnicos, la solución no parece cercana. La razón: no hay presupuesto. En promedio, la remuneración de un controlador aéreo está en $2,5 millones, pero hay casos de aeropuertos como los de Apartadó, Nuquí o Quibdó, donde el sueldo apenas llega a los $700 mil. A pesar de estas circunstancias, la pericia de los controladores aéreos es realmente extraordinaria. Son verdaderos profesionales del oficio, el problema es que son muy pocos para la creciente operación aérea colombiana.
Consultado sobre los reclamos y denuncias de los controladores aéreos, el subdirector de la Aeronáutica Civil, coronel Donald Tascón, manifestó que el organismo tiene claro el tema de la falta de personal y en la actualidad se promueve un estudio sobre las cargas de trabajo de los controladores aéreos. “Nosotros reconocemos el valor y la actitud de estos profesionales y no hay tapujos para abordar su situación. De todos modos, en los próximos días le presentaremos nuestro balance al presidente Álvaro Uribe”.
En cuanto al tema de los radares y equipos de comunicación, el coronel Tascón observó que si bien se han presentado eventualidades que no se pueden ni magnificar ni tapar, la prestación del servicio está garantizada. En la actualidad, agregó el funcionario, se promueve una modernización del sistema de radares y, particularmente, se están adecuando importantes cambios en Bogotá y Antioquia. De todos modos, como hoy están los radares se puede garantizar la prestación del servicio aéreo.
“Es cierto que hay fallas y reportes de problemas de comunicaciones en Pereira, el aeropuerto de Rionegro o en Cali. Pero puedo garantizarle a la sociedad colombiana que todo el personal de la Aeronáutica Civil, con sus equipos y sus controladores aéreos está preparado para asumir con profesionalismo la alta demanda de fin de año. Esto es asunto de trabajo y de coordinación, y lo estamos haciendo sin afectar la condición laboral de nuestros empleados”, puntualizó el coronel Tascón.
Por lo pronto, los controladores aéreos repartidos en los 47 aeropuertos del país, que por la cantidad de operaciones requieren de sus servicios, advierten que no pretenden aprovecharse del momento para buscar beneficios ni mucho menos crear terror entre los pasajeros frente a lo que está sucediendo, pero creen que deben decir la verdad: “ Nosotros sabemos que la solución pasa por argumentos políticos y económicos, pero estamos cansados de que siempre se nos diga: ‘estamos maniatados. No hay presupuesto’ ”, expresa el presidente de Acdecta, Carlos Bermúdez.
“No se trata de presión al Estado. Es que nosotros realmente evitamos tragedias. Sabemos que existen certificaciones internacionales y que la Aerocivil tiene que garantizar unos estándares mínimos de seguridad. Realmente los cumplen. Pero más de una vez se ven cambios donde las torres de control parecen de esmoquin con calzoncillos. Muy bonitas estéticamente, pero sin el soporte técnico completo para que el reporte de fallas técnicas sea de cero”, reiteró el controlador aéreo Zoilo Viáfara.
Es un tema de actualidad por la temporada de fin de año, pero que realmente viene tratándose desde hace más de tres años en las altas esferas de la Aerocivil. Por ahora, el subdirector del organismo, coronel Donald Tascón, cree que no hay denuncias y que las voces de auxilio de los controladores aéreos ya están siendo atendidas y hacen parte de un plan de trabajo a largo plazo para tranquilidad de los pasajeros y buen estándar en el tema de la seguridad aérea.
Para ver los reportes de fallas centro de control Bogotá último trimestre 2009, haga clic AQUÍ