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Hace dos semanas, el médico Jorge Alonso Marín, toxicólogo de la clínica Soma, en Medellín, reportó dos casos de intoxicación por el supuesto consumo de fentanilo presente en el tusi, una mezcla de sustancias psicoactivas de alto riesgo. A inicios de agosto, la Policía Nacional reportó la incautación de 300 dosis de ampolletas de fentanilo farmacéutico, el cargamento más grande hallado hasta la fecha en el país. Incluso, Calavera, un traficante de tusi en Medellín, le contó que a El Espectador que agregaba este opioide en su preparación. (Puede leer: Viaje a las cocinas clandestinas de tusi en Medellín)
Lo cierto es que, a la fecha, ninguna entidad especializada en análisis de drogas ha reportado la presencia de fentanilo en el tusi. Entidades públicas y organizaciones de la sociedad civil están enfocando esfuerzos en el análisis de sustancias y la prevención de riesgos y daños. El viceministro de Justicia, Camilo Umaña, explica que “somos conscientes de que la penetración de este mercado ilegal de consumo de mezcla de sustancias sintéticas puede poner en gran riesgo a las personas y por eso insistimos en que el consumo no terapéutico de opioides es desaconsejado por los impactos nocivos que puede tener”.
Tusi: ¿cocaína rosada?
En Alemania, Francia, Italia, Ecuador, México y Argentina al tusi lo llaman “cocaína rosada” colombiana, aunque no tenga mucho que ver con esa droga, salvo por su presentación en polvo y que se inhala por la nariz. En un artículo publicado en diciembre de 2022, el periódico español El País documentó que un gramo de tusi en Madrid puede costar más de 100 euros (unos $500.000). Recientemente, fueron desmantelados dos laboratorios liderados por “traficantes de origen colombiano”, apuntan. Aunque algunos medios internacionales señalan a Medellín como la “cuna del tusi”, lo paradójico es que, hace unos años, la sustancia original era contrabandeada de Europa.
En 1974, el químico y farmacéutico Alexander Shulgin sintetizó por primera vez la sustancia 2C-B, una feniletilamina con efectos psicodélicos derivada de las anfetaminas. En la década de los 90 tuvo una exposición masiva en las discotecas europeas, comercializada con el nombre de Nexus y luego fue incluida entre las sustancias restringidas por la Administración de Control de Drogas del Departamento de Justicia de Estados Unidos. A Colombia llegó a finales de 2000, cuando traficantes nacionales la contrabandearon desde Europa y comenzaron a venderla a precios muy altos. Algunos medios de comunicación la popularizaron con la denominación de la “droga de lujo”, la “traba de la élite” y aseguraron que se trataba de la droga de “modelos, reinas, actores y políticos”. (Le puede interesar: Fentanilo en Colombia: los errores que no debe cometer el Gobierno Petro)
El 2C-B (o Nexus) se vendía en forma de pastillas pequeñas o polvo blanco y su consumo solía ser por vía oral. En el país se comercializó como tusi o tusibí (por la pronunciación en inglés de la sigla de la sustancia original). Con el tiempo, los traficantes empezaron a rendirla con otros componentes. Agregaron colorantes de cocina y esencias con olores de vainilla, fresa o yogur, para hacerla más agradable al consumo humano. Así ganó popularidad y empezó a ser llamada “cocaína rosada”. Según análisis de muestras realizados por la Dirección de Antinarcóticos de la Policía Nacional (Dirán), el 2C-B ha sido reemplazado, casi en su totalidad, por un coctel de drogas sintéticas que no tienen nada de la sustancia original y varían según el productor.
Los ingredientes del tusi
En un informe publicado por Échele Cabeza, un proyecto que ofrece información sobre reducción de riesgos y daños a la hora de consumir sustancias psicoactivas, y del grupo de Investigación en Cromatografía y Técnicas Afines de la Universidad de Caldas, se analizaron 25 muestras de tusi y 56 de MDMA (usualmente conocida como éxtasis) recolectadas en Medellín y Bogotá. Los estudios arrojaron que el tusi se compone, principalmente, por cafeína, ketamina y MDMA. Esto produce que la interacción entre estimulación y sedación sea uno de los efectos principales de esta mezcla de sustancias. No se encontró presencia de fentanilo en las muestras analizadas.
Uno de los hallazgos más importantes del estudio fue la presencia de oxicodona en seis muestras (24%), un tipo diferente de sustancia que no se había reportado previamente. Es el tercer opioide (después de la heroína y el fentanilo) que ha contribuido a más muertes por sobredosis en los Estados Unidos. No obstante, estos casos también involucraron combinación con otros opioides, benzodiazepinas y alcohol. (Puede leer: Fentanilo: ¿una guerra ajena que está comprando Colombia?)
En alerta por las mezclas de sustancias
Julián Quintero, sociólogo e investigador que cofundó la Corporación Acción Técnica Social (ATS), una ONG que estudia las políticas de drogas y su impacto, explica que, según los análisis que han realizado, el tusi es la sustancia sintética de más alto riesgo de consumo en Colombia, porque las personas desconocen por completo los componentes de cada mezcla y las cantidades que los productores agregan a su arbitrio. “Esto es altamente complicado para la salud. En el país ya se conocen casos de personas que fallecen y les encuentran estas sustancias en su organismo. Deberíamos estar preocupándonos más por el tusi, que detrás de su color rosado esconde cualquier tipo de sustancias, y no por el fentanilo farmacéutico. Acá en Colombia no está esa pandemia”, comenta.
A su vez, Candice Welsh, directora regional de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito para la Región Andina y el Cono Sur (UNODC), asegura que la “combinación de drogas sintéticas, como el tusi, es lo más peligroso que puede haber. El consumidor no tiene información veraz de qué está consumiendo: puede tener éxtasis, ketamina, metanfetaminas y ahora a veces hasta fentanilo farmacéutico. No sabemos”.