Durante más de seis meses, la Fiscalía, la Policía y Migración Colombia trabajaron con sigilo para golpear el proxenetismo en Cartagena (Bolívar). Con total reserva y personal en su mayoría proveniente de Bogotá, los investigadores se infiltraron en las redes de delitos sexuales en la ciudad y se concentraron en cuatro pesquisas que ya dieron resultados: la explotación sexual de menores en la Torre del Reloj, las fiestas sexuales organizadas por israelíes, el capitán de la Armada que tatuó y abusó de niñas y la que ha sido señalada como la mayor proxeneta de Cartagena: Liliana del Carmen Campos Puello. (Lea aquí: La empresa fachada que une a la "Madame", una exreina e israelíes)
A través de estas cuatro líneas de investigación fueron capturadas 18 personas, entre ellas Campos Puello, por inducir a la prostitución a más de 200 jóvenes y trasladarlas al exterior para prestar servicios sexuales. Hoy está recluida en la cárcel de San Diego, a la espera de que la Fiscalía radique el escrito de acusación. El ente investigador tiene elementos probatorios, como interceptaciones, seguimientos y fotografías, con los que quiere demostrar su responsabilidad. Este diario conoció nuevos detalles de cómo operaba la empresa de Campos Puello, también referenciada con los alias de la Madame, Careyegua y la Ronca. (Lea aquí: Así era "Chicas Lindas", uno de los tres burdeles allanados en Cartagena)
La indagación comenzó el pasado 25 de mayo, cuando un hombre se la mencionó a un investigador infiltrado en Playa Hollywood, donde es común que los vendedores ambulantes, con catálogo en mano de mujeres menores y adultas, ofrezcan servicios sexuales a los turistas. El sujeto aseguró que Liliana Campos ofrecía paquetes turísticos que incluían sexo en yates y casas de lujo y proporcionó su número de teléfono. Además indicó que ella residía en el edificio Paola, en el barrio Castillogrande. El investigador acudió a la estación de Policía del barrio y verificó que existía un comparendo contra ella por irrespeto a la autoridad. (Lea aquí: El peligro de criminalizar la prostitución en Cartagena)
Fachada del edificio Paola, en el barrio Castillogrande de Cartagena, donde fue capturada Campos Puello. En este mismo lugar fue registrado el domicilio de la sociedad Cartagena Fantasy Services. / Fotos: El Espectador y El Heraldo
Tiempo después comenzaron las interceptaciones. En las conversaciones quedó claro que sus “chicas” trabajaban por tiempos. Por tres horas cobraba $500.000; por seis horas (dos relaciones sexuales), $700.000; por 12 horas (cuatro relaciones sexuales), $900.000, y por 24 horas $1’200.000, con derecho a las relaciones sexuales que quisiera. La Madame se quedaba con una comisión y pagaba después a las prostitutas en su apartamento, que figura como domicilio de su empresa fachada Cartagena Fantasy Services S.A.S. Los clientes eran extranjeros. No se aceptaban colombianos, a menos que fueran adinerados.
Pero las mujeres que integraban la red de la Madame no sólo se veían con ella para que les pagara por sus servicios, sino que además residían en dos casas alquiladas por ella en Cartagena, en los acreditados barrios de Crespo y Manga. El padre de Liliana del Carmen Campos, Carlos Campos, y su cuñado, Willi, según la Fiscalía General, eran las personas que se encargaban de atender las necesidades de las mujeres en estas viviendas. Ambos vivían en un apartamento que se conectaba con una de las casas en el sector de Manga.
Las jóvenes no tenían permitido salir con llaves de la vivienda, debían pagarle a Campos Puello una cuota de “alquiler” semanal de $300.000, y si alguna de ellas cuadraba negocios con otro proxeneta que no fuera ella tenía que pagar multa de $100.000. Pese a que el negocio de Liliana del Carmen Campos Puello era un éxito, una de las propietarias de la casa que tomó en alquiler en Manga afirmó que su inquilina se retrasaba constantemente en los pagos y que debió citarla en distintas ocasiones a la Casa de Justicia para que cumpliera su obligación. Ella nunca asistió a las conciliaciones.
En otra de las llamadas interceptadas a la Madame se escuchó a un sujeto que la alertó de que las autoridades la estaban siguiendo y que tuviera cuidado, pero ella creyó que se trataba de una extorsión e intentó ponerse en contacto con un policía para que la enlazara con el Gaula. Los seguimientos a Madame también permitieron recolectar pruebas de otros hechos. Un día, por ejemplo, los investigadores judiciales siguieron el carro de la Madame, un Mazda 3, hasta la ciudad de Barranquilla, a donde se desplazaba frecuentemente para cambiar los dólares a una mejor tasa.
En compañía de dos hombres, la Madame ingresó a una casa de cambio y posteriormente a la plazoleta de comida de un centro comercial, donde la esperaban más hombres para transar negocios de su actividad ilícita. Minutos después, los sujetos bajaron al primer piso del centro comercial y se distribuyeron en distintos bancos para hacer transacciones en efectivo. Este tipo de reuniones pusieron en evidencia que la Madame no trabajaba sola en su empresa criminal, pero sí era su cabeza.
La Madame permanece recluida en la cárcel. / El Heraldo
La mujer ofrecía servicios adicionales a los puramente sexuales. Se encargaba de organizar fiestas y gestionaba el transporte hacia las islas, la provisión de las drogas y la contratación de los capitanes de los yates. En los grandes eventos, su grupo de prostitutas se paraba en una fila mientras los clientes señalaban con cuál de ellas querían pasar la noche. Quienes no eran escogidas debían abandonar el lugar. “La Madame convertía a las mujeres en simples mercancías”, aseguró la Fiscalía General durante la audiencia en Cartagena.
Pero el hecho que terminó por desmantelar el actuar de la Madame ocurrió en Estados Unidos. A comienzos de julio, Liliana del Carmen Campos Puello compró tiquetes en la agencia de viajes Falabella para cuatro de sus prostitutas que viajaban desde Cartagena a Bahamas, con escala en Miami, para tener sexo con varios clientes. “Trata de comértelos a todos para que te den también propina”, fue la indicación que le dio a una de las mujeres.
Las autoridades nacionales avisaron a las estadounidenses de este movimiento y de inmediato las colombianas fueron interceptadas. Una de ellas, conocida como Manuela, cedió ante la presión de los gringos y les contó que viajaba a Bahamas para tener sexo con un hombre y que Lili, es decir, Liliana Campos Puello, era la cabeza de esa operación. Los oficiales revisaron su celular, en el que hallaron conversaciones y fotos que ayudaron a identificar la red de prepagos organizada por la Madame.
Campos Puello fue condenada hace algunos años en Estados Unidos por tráfico de estupefacientes, por lo que ya conocía bien a la justicia de ese país. Por eso tenía miedo de volver a caer en sus garras y no viajaba. Pero una vez se enteró de que Manuela había sido deportada a Colombia por ser trabajadora sexual, la Madame movió sus contactos norteamericanos, consiguió la declaración que había dado en Miami y la llamó para increparla y decirle literalmente: “Nos cagaste la vida a todo el mundo”.
Después, la Madame conversó con un desconocido a quien le pidió que averiguara si había investigación en su contra. “La Fiscalía no tiene nada, una vaina de 2011 por abuso de confianza, pero eso lo archivaron”, le contestó el hombre. “Yo le pegué a la esposa de mi exmarido en 2011, culo de palera. Fue eso. No investigues, cuádrame la cita pa’ volverle a dar”, respondió en tono de broma Liliana del Carmen Campos. Sin embargo, adicionalmente a la sentencia en Estados Unidos, la Fiscalía aseguró que en Colombia figuran tres investigaciones más: una como víctima de injuria y dos en su contra por denuncias de acceso carnal abusivo con menor de 14 años y abuso de confianza.