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Cigarrillos de contrabando “made in USA” inundan el mercado colombiano

Uno de cada tres cigarrillos que se venden en Colombia llegó ilegalmente al país. Los contrabandistas siguen modificando las rutas para evadir los controles y recientemente mudaron su producción a Estados Unidos.

David Riaño Valencia

09 de marzo de 2025 - 10:00 a. m.
En las operaciones de interdicción realizadas por la Policía están apareciendo cada vez más cajetillas producidas en Estados Unidos.
Foto: FDN
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El contrabando de cigarrillos es un negocio redondo. No solo puede representar para los contrabandistas una rentabilidad cercana al 700 %, sino que también es poco arriesgado. A diferencia del narcotráfico, los cigarrillos ilegales no despiertan el interés de las autoridades estadounidenses y las colombianas tienen muy pocas capacidades para controlar el fenómeno. Además, como demuestra el caso de Papá Pitufo, los contrabandistas suelen operar en complicidad, en las aduanas y carreteras, con quienes tendrían que combatirlos.

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Para los departamentos, el contrabando de cigarrillos es un problema que afecta sus finanzas, pues son los que reciben el recaudo por el impuesto al tabaco. Por eso, la Federación Nacional de Departamentos (FND) contrata anualmente un estudio con la firma Invamer para conocer la incidencia en el mercado colombiano de los cigarrillos de contrabando y así poder estimar cuánto están perdiendo. Según explicó Didier Tavera, director ejecutivo de la FND, “Colombia ha perdido $3,6 billones en los últimos cinco años por causa del contrabando de cigarrillos”. En 2023, los cigarrillos ilegales tenían el 35 % del mercado y las cifras de 2024, próximas a publicarse, indican un aumento de un punto porcentual.

Desde hace un par de décadas, el principal origen de los cigarrillos de contrabando que se venden en Colombia y América Latina es Paraguay. Allí existe un amplio clúster de empresas tabacaleras con capacidad de producir hasta 100.000 millones de cigarrillos por año, lo que equivale a más de 50 veces el consumo local. Es decir, una industria netamente enfocada en la producción para el contrabando. Según varios especialistas, Paraguay es al contrabando de cigarrillos lo que Colombia en el mercado de la cocaína.

Rumba es una marca de la Tabacalera del Este S.A. de Paraguay que solo se vende en Colombia.
Foto: FND

Luego de que las autoridades colombianas detectaran la operación ilegal y marcaran las importaciones paraguayas como de alto riesgo y sometidas a mayores controles, los productores paraguayos movieron parte de la operación fuera de sus fronteras. Primero, lo hicieron a través de Uruguay, con una alianza entre las tabacaleras Monte Paz y la líder paraguaya Tabesa. Esta última ruta también fue descubierta por las autoridades colombianas, pero los contrabandistas van un paso adelante y trasladaron su operación de nuevo. Ahora están utilizando una ruta que no levanta sospechas y mueve miles de contenedores: Estados Unidos.

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Cigarrillos “made in USA”

Cada vez más, en las operaciones de interdicción realizadas entre la Policía Fiscal y Aduanera (POLFA) y la FND, se han detectado las mismas marcas que son ya conocidas, como Rumba, Carnival, Real y Marshal, entre otras, pero las cajetillas incautadas ahora tienen un empaque mejorado, más calidad y una etiqueta que antes no tenían: “Made in USA”.

Determinar el verdadero origen y la empresa productora del cigarrillo ilegal que se vende a menor precio en las calles de Colombia no es tarea fácil. Según el estudio de Invamer con cifras de 2023, el origen más frecuente de las importaciones de cigarrillos de contrabando era Uruguay, con 11,4 %, y las importaciones desde Estados Unidos apenas alcanzaban el 1,9 %. Por eso, para las autoridades colombianas, el origen estadounidense de las importaciones es una señal de bajo riesgo de perfilamiento. Los contrabandistas lo saben y lo aprovechan.

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Las cajetillas incautadas ahora traen una etiqueta que indica que fueron producidas en Estados Unidos.
Foto: FND

En conversación con El Espectador, Daniel Rico, analista de economías criminales, señaló que esas cifras sobre el origen del cigarrillo ilegal no representan fielmente la realidad, porque los contrabandistas hacen muchos esfuerzos para evitar la trazabilidad de su operación. Para lograrlo incluso falsifican sus propias marcas, utilizan terceros países para reetiquetar los productos o simulan tránsitos aduaneros internacionales para desviar los contenedores por todos los puertos de la región.

También ocurre que una parte del cigarrillo de las principales marcas paraguayas se produce fuera de ese país. Por ejemplo, se contrata para ser producido en EE. UU. por empresas maquiladoras y de allí, con mucha más facilidad, transita de zona franca en zona franca hasta llegar al punto de venta final.

Un ejemplo de esto es Rumba, una marca de la Tabacalera del Este S. A. (Tabesa), de Paraguay, que solo se vende en Colombia. El 5 de enero, según información de aduanas, salió un envío con 74.280 kilos de cajetillas Rumba Red King del puerto de Savannah, en Georgia, mercancía por valor de más de US$500.000. Su destino era Aruba, pero fue descargado en Kingston, Jamaica, y desde allí se pierde el rastro. Como explicó el investigador Rico, esta es una maniobra usual de transshipment, una táctica de uso de puertos intermedios para esconder el verdadero origen, contenido y valor de las mercancías.

Los informes de inteligencia y la información de aduanas muestran que también hay envíos directos a Cartagena. El último fue detectado el 2 de junio de 2024, cuando llegó una carga de Rumba por valor de más de US$116.000. En este punto, comenta el analista, el puerto de Cartagena merece ser abordado con mayor interés estratégico por las autoridades, pues cada vez más es utilizado como puerto intermedio de transshipment de los contenedores contaminados que van a otros países de la región que tienen el mismo problema. Es decir, no solo es el problema de lo que por allí ingresa para ser vendido en Colombia, sino el rebote que desde allí se hace para llegar a otros puertos del Caribe y Suramérica.

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Rumba paraguaya en las zonas francas

Cuando llegan a Colombia, los cigarrillos paraguayos, coreanos o chinos, usualmente, entran por zonas francas, aunque también se utilizan métodos más informales, como transportarlos en barcos más pequeños hacia puertos de cabotaje clandestinos, en el Urabá o en La Guajira. En ese departamento, la abundancia de cajetillas baratas de contrabando hacen que los consumidores de cigarrillos ilegales superen el 80 %, según las cifras de Invamer.

Un estudio del Instituto de Ciencia Política (ICP), publicado en 2019, coincide en que el verdadero problema está en el contrabando técnico, que pasa por las zonas francas a la vista de todo el mundo, y ese “contrabando abierto” que se hace por pequeños puertos y fronteras terrestres está cada vez más en desuso. “Hace una década, entre Panamá y La Guajira, se movían en promedio 20 barcos mensuales, cada uno con una carga equivalente a 13 contenedores. En la última visita encontramos que ahora están llegando solo dos barcos al mes y ninguno alcanza a llenar la carga. Está en declive esta ruta histórica del contrabando, porque ahora mandarlo por tránsito aduanero simulando un destino a una zona franca es mucho más seguro, rápido y barato. ¿Para qué irse por la trocha si pueden irse por la autopista doble carril?”, explicó Rico.

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Cuando usan las zonas francas, los contrabandistas llenan los documentos de importación indicando que se trata de mercancía en tránsito internacional y que será reexportada hacia países vecinos como Ecuador y Venezuela, pero también Perú y Chile. Las cajetillas de cigarrillos salen en camiones de la zona franca con documentos de tránsito, pero antes de llegar a su destino se desvían hacia mercados informales en los grandes centros de consumo. La mayor prevalencia del consumo ilegal se ve, en términos porcentuales, en la costa Atlántica, pero allí la población fumadora es menor que en otras regiones del país. En términos de volumen, es en capitales de departamentos como Cundinamarca, Huila y Meta en donde se registra la mayor cantidad de cigarrillos ilegales en el mercado, en donde llega al 30 %.

En Colombia se venden más de 300 marcas de cigarrillos de contrabando.
Foto: FND

Otra parte de la mercancía se mantiene dentro de las zonas francas durante el tiempo que se le permite estar en tránsito aduanero, sin entrar formalmente al país ni pagar impuestos, pero se va “pitufeando”; es decir, dividida en envíos más pequeños que se transportan en camiones o hasta en taxi, desconsolidando la carga del contenedor poco a poco para no ser detectados.

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Si bien Rumba, con el 11,4 % del mercado de cigarrillos en el país, es la reina del contrabando, tiene fuertes competidoras, especialmente asiáticas. La marca Carnival, de la empresa coreana KTnG, tiene el 5,6 % del mercado nacional. “Ojalá se logre actuar pronto y de manera contundente frente al modelo híbrido de contrabando que hacen empresas como KTnG en América Latina, que consiste en importar legalmente una pequeña parte de la producción, al tiempo que importan una mayor cantidad de la declarada, evadiendo los impuestos de la gran mayoría de las ventas que realiza. De nada nos sirve contener la producción de Paraguay si dejamos la puerta abierta para la entrada de otras marcas asiáticas de cigarrillos ilegales”, concluyó el analista Daniel Rico.

Autopista de doble carril

En las operaciones de interdicción, la Polfa ha incautado marcas que no tienen consumo en el país pero hacen tránsito hacia las fronteras. La marca Silver Elephant, que a pesar de figurar en las estadísticas de incautaciones de la Policía Fiscal y Aduanera (10,3 % en 2017), no es una marca de consumo habitual en Colombia, pero sí es significativa en los países vecinos.

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Esto indica que los controles aduaneros en los puertos y carreteras colombianos son tan débiles que los contrabandistas prefieren ingresar la mercancía en Colombia y transportarla por vía terrestre a otros países, con los costos adicionales que esto implica, que ingresarla directamente por los puertos de los países de destino.

La misma investigación publicada en 2019 por el ICP revela que altos mandos del ejército de Ecuador y agentes aduaneros estimaron que cerca del 90 % del cigarrillo ilegal que se consume en Ecuador proviene de Colombia.

“Las bandas de contrabandistas adquieren los productos en Colombia y los llevan en contenedores grandes hasta la frontera con Ecuador. Allí desconsolidan la carga, la dividen en varios cargamentos de manera que ninguno de ellos exceda el valor equivalente a 50 salarios mínimos, lo que haría que, si son capturados, se constituya el delito de contrabando”, dice el informe del ICP.

En 2017, las autoridades ecuatorianas lograron la judicialización de 559 personas por contrabando; mientras ese mismo año, en Colombia, había solo tres personas pagando condena en cárceles por ese delito. Este diario consultó al INPEC para conocer cuántas personas hay presas por contrabando, pero no hubo respuesta.

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Algunas marcas asiáticas de contrabando, como Carnival, también se están produciendo en Estados Unidos.
Foto: FND

¿Qué dice la DIAN?

En respuesta a una solicitud de información, la DIAN explicó que las condiciones para la importación temporal con fines de reexportación están contenidas en el artículo 200 del Decreto 1165 de 2019. En esa norma se establece que no se pueden importar mercancías fungibles bajo esta modalidad. Por eso, según la DIAN, los cigarrillos no pueden importarse para luego reexportarse, pues se trata de mercancías fungibles; es decir, que se consumen con el uso.

Sin embargo, la realidad es muy diferente y las operaciones de interdicción demuestran que los contrabandistas han encontrado en esta figura de la reexportación el camino más expedito para llegar a los mercados latinoamericanos.

En este momento, la DIAN tiene en sus bodegas miles de cajetillas incautadas que están avaluadas en más de 2.000 millones de pesos. En Maicao y Neiva es donde se concentra la mayor cantidad de esta mercancía que está a la espera por destrucción.

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Por David Riaño Valencia

Periodista especializado en Derecho Internacional de los Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario. Ha investigado la guerra desde Rutas del Conflicto y la Comisión de la Verdad. Aprendió a analizar datos en el DANE y a rastrear corrupción en la Agencia Nacional de Contratación Pública. davidrianovdriano@elespectador.com
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