El abogado José Augusto Cadena Mora, presidente y mayor accionista del Cúcuta Deportivo, es el dirigente del momento. Desde que el domingo pasado su equipo descendió a la B es el centro de la polémica. Con sólo 37 años tiene una estadística difícil de igualar. Ha sido dueño de tres equipos de fútbol profesional colombiano y se está preparando para adquirir el cuarto. En lo administrativo y financiero parece exitoso. Pero en lo deportivo no, al punto que dos de sus clubes perdieron la categoría. Es por eso que ahora lo llaman “el mercenario del fútbol”.
Nacido en Bucaramanga en 1977 en una familia tradicional, dedicada al negocio de las artes gráficas, sus padres y tres hermanos no gustaban del balompié. Su formación fue estricta por su paso por el Gimnasio Saucará, un colegio masculino con la orientación religiosa del Opus Dei. Allí, todos los días rezaba el Angelus al mediodía y cumplía con sus estudios. Fue un estudiante de media tabla. Pero su pasión era el fútbol. Adicto a escuchar los espacios radiales y comprador de revistas deportivas extranjeras, empezó desde pequeño a cumplir su sueño de ser futbolista en contra de sus progenitores que preferían el golf y el tenis.
Siendo un niño de 10 años comenzó a jugar en las divisiones inferiores del Atlético Bucaramanga. Integró los equipos de la categoría sub 11, sub 13, sub 15, sub 17 y alcanzó a formar en la plantilla profesional del equipo leopardo, cuando estaba a cargo el profesor Norberto Peluffo. Sin embargo, quien más lo impulsó a seguir su carrera como futbolista fue el técnico Óscar Arenas, quien consideraba que Cadena tenía condiciones para consolidarse como puntero derecho. No obstante, pudo más la presión de sus padres para que estudiara una carrera formal en la universidad y por ello se trasladó a Bogotá a estudiar derecho en 1996.
Ingresó a la Universidad de la Sabana. Mantuvo sus notas de alumno promedio. Se integró al equipo de fútbol aficionado del centro docente y siguió jugando los torneos internos y de la asociación de universidades, Ascún, en Colombia y otro en España. Se casó a los 21 años con una compañera de estudio y replanteó su visión de futbolista a dirigente. Allí entendió que estudiando leyes también podía manejar el fútbol y empezaron los primeros contactos internacionales.
Una vez se graduó como abogado en 2001, aplicó a un curso internacional sobre gestión deportiva que ofrecen la FiFa-Cies. Para ese momento la industria de artes gráficas de sus padres se expandió y fue necesario que José Augusto Cadena asumiera las riendas de la compañía, que logró obtener varios contratos en países como España, Suecia y México. En sus viajes, de manera simultánea, atendía los negocios y visitaba las federaciones. Y en una ida al país centroamericano inició estudios de máster internacional en negocios y administración del fútbol, que de manera semipresencial dictaron en asocio la Federación Mexicana de Fútbol y el Johan Cruyff Institute, del astro holandés.
Hacia 2005 vendría la primera aventura empresarial de Cadena en el mundo del fútbol. En los medios de comunicación se empezó a conocer que el Atlético Bucaramanga estaba atravesando por una crisis financiera y deportiva. “Tenía 28 años y no sabía cómo funcionaba un equipo de fútbol, mi aspiración era ser empresario de futbolistas, pero me llegó la oportunidad de comprar el equipo”, recuerda el dirigente. Los dueños del club eran unos empresarios: Yepes y Fajardo, de Medellín, con unos socios que actualmente son propietarios del equipo Atlante de México. Entonces Cadena sacó $4.000 millones del bolsillo y adquirió el conjunto canario. Giró la mitad y el saldo lo pagó con un préstamo a corto plazo.
Logró salvar al equipo del descenso inicialmente. Y encontró un aliado importante en su gestión. El coronel Hugo Aguilar, gobernador de Santander, condenado posteriormente por nexos con las autodefensas. El funcionario hizo apoyos oficiales al club, se generaron exenciones tributarias y vinieron nuevos patrocinios. En lo deportivo las cosas no funcionaron y los técnicos Eduardo Retat, Óscar Upegui y Víctor Luna no pudieron evitar que el 17 de noviembre de 2008 el club descendiera. “Todos me echaron la culpa a mí, la prensa y la afición; aguanté mucho palo, pero el fútbol es un juego, mire lo que ha pasado con el América. Aquí la responsabilidad fue de todos, mía, de técnicos y de los jugadores, aunque en ese momento creo que mi error fue haber sacado al técnico Eduardo Retat”, señala Cadena.
Con dos hermanos médicos, otro administrador de empresas, unos padres exitosos y preocupados, una esposa y un hijo, que no entendían los duros reclamos de la prensa y la gente, el dirigente empezó a pensar en salirse del fútbol y llegó a un acuerdo con su familia. Entonces apareció el arquero Óscar Córdoba, quien en representación de un grupo de inversionistas de Ocaña, conocido como Grupo Santander, dedicados al negocio de la gasolina, adquirió el club por un precio que le dejó buenos dividendos a Cadena.
Viajó durante varias semanas al exterior. Mes y medio después rompió el acuerdo al que había llegado con su familia. Ya era julio de 2012 y esta vez puso la mirada en el club Patriotas de Boyacá. Para ese momento la ley obligaba a los equipos que en su mayoría eran corporaciones deportivas para convertirse en sociedades anónimas, lo que implicaba un nuevo proceso de capitalización, en este caso, cercano a los $1.200 millones. Una cifra considerable que tenía en caja producto de la venta del Atlético Bucaramanga dinero con el que adquirió inicialmente el 66% de Patriotas, diluyendo la participación de accionistas claves, como Indeportes Boyacá.
De inmediato llegó a un acuerdo pacífico con Eduardo Pimentel, dueño del Chicó Fútbol Club y su rival de plaza para compartir los beneficios oficiales brindados por la Alcaldía de Tunja, la Gobernación de Boyacá y sus entidades adscritas. Sin embargo, en el departamento empezaron a conocerse los reparos de algunos políticos de la región sobre el negocio y por eso, luego de permanecer un año al mando de la institución, Cadena les vendió el equipo a nuevos inversionistas.
“Mientras estaba en Patriotas siempre tuve la idea de adquirir otro equipo clase A, no clase B, como lo es Patriotas. De todas formas, como no tenía relaciones políticas en Boyacá, ese equipo no se puede sostener”. Según cifras oficiales, el club tiene gastos anuales de $8.000 millones, pero por patrocinios privados y venta de boletería los ingresos son mínimos. “En este negocio de Patriotas, que se realizó en agosto de 2013, también ganamos dinero con el grupo de accionistas”, recuerda Cadena.
Vino después un tercer negocio, la compra del Cúcuta Deportivo. Una apuesta dura si se tiene en cuenta que el equipo esta incurso en la denominda ley de quiebras, está además en la categoría B, recibía cuantiosas sumas de dineros de la administración local y tuvo como socio mayoritario al exalcalde de Cúcuta Ramiro Suárez, condenado a 25 años de prisión por ordenar el homicidio de Alfredo Enrique Flórez, exasesor jurídico de la Alcaldía.
Apareció entonces el contacto clave, José Antonio Manrique Torres, como representante de los accionistas y directivo del club. Inicialmente no se dieron las condiciones, pero dos meses después llamó a Cadena para reactivar el negocio. Según el dirigente, actualmente el Cúcuta Deportivo puede costar cerca de $40.000 millones. Para la compra del equipo el directivo se apoyó en el abogado Juan Carlos Paredes, experto en reestructuración económica de empresas. Se llamaron a los deudores y se replantearon las acreencias. El club rojinegro pasó de deber $21.000 millones a $7.500.
Según registros oficiales, José Augusto Cadena ha sido indagado sobre el origen de sus dineros por la Fiscalía, Coldeportes, la Unidad de Análisis e Información Financiera (UIAF), la DIAN y la Superintendencia de Sociedades, y en todas ha pasado todas las evaluaciones. En lo deportivo, el Cúcuta inicialmente tuvo una nómina de técnicos y futbolistas destacados, pero terminó con desconocidos. En enero de este año recuperó la categoría, pero la semana pasada volvió a descender a la B.
El directivo se defiende con vehemencia y dice que conformó un equipo con una nómina de al menos 10 jugadores de categoría solicitados por el técnico Flavio Torres. Señala que la nómina mensual del equipo llegó a costar $350 millones, pero que no funcionó y que muchos futbolistas, como no se clasificó al octogonal en el campeonato pasado, decidieron irse.
En casos como el de los futbolistas Luis Delgado y Gerardo Bedoya se les pagó. “Lo máximo que nos demoramos en pagar fue dos semanas, porque la ley nos obliga, eso sí, reestructuramos las deudas y paramos el taxímetro, la nómina cuesta ahora la mitad, porque no nos fue bien, pero en 2016 jugaremos con jóvenes de la cantera”. Hoy en día nadie asegura que por tener una nómina costosa el equipo va a ser un éxito deportivamente, es obvio que genera más ingresos en la categoría A que en la B. Además es falso que quise que el equipo descendiera”, resalta el directivo al lanzar un nuevo dardo a la prensa de Cúcuta: “Están dolidos porque el equipo descendió y así como sus ingresos, ningún dolor de ciudad, yo también estoy perdiendo plata”.
Bajo su principio esencial, de que el fútbol ante todo es un negocio que crecerá exponencialmente, Cadena considera que van a llegar nuevos capitales grandes a la actividad. Señala que si le hacen una oferta considerable por Cúcuta Deportivo está dispuesto a venderlo. “A todos les anuncio que habrá Cadena para rato y seguiré esperando otros negocios en el fútbol”. Entre tanto, ya tiene en la mira a otro conjunto del fútbol profesional para comprarlo, el cuarto después de sus controvertidos pasos por el Bucaramanga, Patriotas y Cúcuta.
Las ayudas de la administración local
Luego de conocerse el descenso del Cúcuta Deportivo, el alcalde de la capital de Norte de Santander, Donamaris Ramírez-París, evidenció los beneficios económicos que el equipo rojinegro recibió de la administración local.
El burgomaestre señaló que se sintió engañado por los dirigentes del club, en razón a que “la administración los apoyó mucho, les bajó los impuestos, les prestó el estadio, no se les cobró arriendo, entre otras prebendas.
De acuerdo con el alcalde, el descenso implica una “condena” para la institución. “Son personas que mienten, que no buscan el objetivo como debe ser y, al final, los que sufren son el hincha, la afición y uno mismo”. Además manifestó que el directivo y sus socios no merecen estar en el fútbol nacional, por lo que sugirió “tener cuidado”.
Tan sólo nueve meses duró la historia del equipo rojinegro en su cuarta etapa en la primera división del fútbol colombiano, luego de la derrota sufrida ante el Once Caldas.
Los líos con varios técnicos
En 2014 los resultados para el Cúcuta Deportivo no fueron los mejores. Pero la Dimayor amplió la Liga a 20 equipos y el equipo ganó el cuadrangular y ascendió con un equipo reforzado de la mano del técnico Alberto Suárez, quien no tuvo continuidad y a las ocho fechas del primer semestre fue despedido.
En su reemplazo asumió el argentino Marcelo Fuentes, sin embargo, por malos resultados también salió de la institución. Llegó entonces el tolimense Flavio Torres, el estratega del cuadro motilón. Dirigió las fechas finales del primer semestre del año a la distancia, porque no podía estar en el banquillo por haber dirigido en el mismo semestre al Pasto. La nómina cambió, pero los resultados no se dieron y también quedó cesante.