Desde hace más de dos décadas los carteles de la droga en Colombia convirtieron a Panamá en eje internacional de su negocio. Su posición estratégica, la capacidad de los ‘narcos’ para mimetizar capitales y un precario control de las autoridades facilitaron el trabajo de la mafia. Y aunque por años se creyó que el asunto estaba controlado, hoy Panamá vuelve a ser centro de operaciones del narcotráfico colombiano. Preocupantes manifestaciones de sicariato, lavado de activos, aumento de envíos, decomisos de droga y capturas de connacionales reviven en ese país las escenas de una tragedia que Colombia empezó a padecer desde los años ochenta.
Una historia que comienza a replicarse y que inquieta a muchos panameños que viven entre el lujo y la incertidumbre. Y es que al recorrer las calles de su capital, mientras el sol canicular y el clima húmedo adhieren la ropa al cuerpo, el progreso salta a la vista. Imponentes edificios, centros comerciales, casinos, muelles privados, embarcaciones, autos y cientos de turistas proyectan a una Panamá cada día más parecida a Miami.
El dinero abunda. Las oficinas de cerca de 90 bancos que existen en el pequeño país de 75 mil kilómetros cuadrados y cerca de 2,8 millones de habitantes, siempre están listas a la caza de clientes. La gente parece conforme con la gestión de su presidente Martín Torrijos, quien entregará su cargo en septiembre de 2009. “Somos felices y él lo ha hecho bien”, refiere un taxista.
De hecho, el crecimiento económico del país, la inversión extranjera y el desarrollo de su infraestructura, principalmente, a través de la ampliación del canal le reportaron a Torrijos en la última semana el incremento de su popularidad al 53,3%. Una gestión que por ahora parecen premiar los panameños al ubicar a quien fuera la estrella de su gabinete, Balbina Herrera, ex ministra de Vivienda, como la primera en las encuestas para reemplazarlo en el cargo en las próximas elecciones presidenciales de mayo.
Pero no todo es color de rosa para el gobierno de Torrijos. En marzo se conoció el balance de seguridad en el país durante 2007. Ese año se comprobó que la criminalidad aumentó dramáticamente en Panamá. Mientras que en 2006 hubo cerca de 27 mil delitos, la cifra llegó a 37 mil en 2007. Por eso, el mandatario tomó medidas de choque y expidió cuatro normas para combatir la criminalidad. Frente a la Asamblea Nacional Torrijos hizo una declaración en la que explicó el fondo del asunto: “Las modalidades de delincuencia y los niveles de violencia que genera el narcotráfico constituyen los mayores obstáculos para alcanzar el clima de seguridad al que todos aspiramos”.
Panamá parece pacífico. Aterra todo lo que sucede en Colombia. No hay discriminación y valoran el trabajo de los extranjeros, pero otro taxista sintetiza lo que muchos piensan de los colombianos: “Si es mujer uno piensa que es prostituta y si es hombre uno cree que es narcotraficante”.
El gatillo de los sicarios
En la noche del 23 de agosto Ricardo Sinclair se cortaba el cabello en la barbería “New Evolution”. Allí llegó un sicario que sin mediar palabra le propinó un disparo en el pecho al joven de 25 años. Raudo tomó su moto y desapareció a toda velocidad. Suerte similar corrieron otros panameños en confusos incidentes en los sectores de El Chorrillo, Tocumen y Los Andes.
Homicidios sin esclarecer que traen a la memoria una página negra en el país que se escribió con la enseñanza de jóvenes colombianos que instruyeron a los sicarios panameños. Entre 1993 y 2006 pistoleros, en su mayoría locales, ejecutaron a 40 personas. Un macabro sistema de muerte que reapareció. En los primeros seis meses de este año en Panamá, sicarios ejecutaron a 22 personas, algunas relacionadas con narcotráfico, un hecho que obligó a las autoridades de ese país a pensar en la creación de una Fiscalía Especializada en Crimen Organizado.
El fiscal antidrogas de Panamá, Erwin Guardia, señaló a El Espectador que: “Este año se ha registrado un incremento de los llamados homicidios por encargo. Lo que los fiscales especializados en homicidios han podido determinar es que se trata de crímenes relacionados con las drogas”.
Septiembre blanco
Los decomisos de droga muestran que el negocio crece en Panamá. En los primeros seis meses del año en diversos operativos se incautaron 22,8 toneladas de droga. Pero septiembre, sin terminar aún, resultó ser un mes particular para la ilícita actividad.
En la madrugada del martes 2 de septiembre las autoridades incautaron 2.881 kilos de cocaína, en el apartamento del edificio “Pacific Hill”, en el corregimiento de Betania. Allí fueron capturados cuatro colombianos, en el mismo edificio en donde también tenía dos apartamentos José Castrillón Henao, narcotraficante del extinto cartel de Cali, extraditado a Estados Unidos.
La seguidilla de decomisos del “septiembre blanco” continuó en las dos últimas semanas y varios operativos policiales en diversas regiones del país culminaron con el decomiso de cerca de 3.000 kilos de cocaína, con un elemento común: la presencia de colombianos y su posterior arresto.
El asunto tiene preocupada a la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), que a través de uno de sus agentes en Panamá consideró que pese a los decomisos y esfuerzos de las autoridades locales, los narcotraficantes, en su mayoría colombianos, habrían introducido en los mercados de Estados Unidos y Europa en 2008 cerca de 77 toneladas de droga desde Panamá.
“Es posible que para este mes y para los próximos el tráfico de drogas aumente en Panamá y toda la zona del Pacífico en razón a que viene el fin de año y el consumo aumenta. Los narcotraficantes colombianos y de otros países saben de esta situación y por eso buscan abastecer el mercado multiplicando los envíos”, señaló el abogado Rosendo Miranda, ex fiscal antidrogas y actual consultor internacional en blanqueo de capitales.
¿Lavado de activos?
Pero además de la reaparición del sicariato y los importantes decomisos de drogas en septiembre, varios sectores de la política, la economía y las propias autoridades panameñas se están preguntando hasta qué punto el crecimiento de algunos sectores en el país puede obedecer a inversiones de narcotraficantes en la construcción o la industria, como sucedió en Colombia en las últimas décadas.
Un periodista local, que cubre el tema de narcotráfico hace más de una década en Panamá, dice que: “A más de la mitad de las construcciones de este país se les puede poner un asterisco”. Un asunto que se verifica en exclusivos sectores de la ciudad en donde se siguen construyendo lujosos edificios, no se establece quién los financia o repentinamente aparecen desocupados.
Hace cuatro meses se conoció que el extraditado ex jefe de las autodefensas Salvatore Mancuso conformó una red empresarial y financiera para lavar dineros del narcotráfico en Centroamérica. La organización constituyó 26 empresas, cuatro de ellas con sede en Panamá. Allí utilizaba el sistema de exportaciones ficticias de artículos para la construcción, especialmente puertas y ventanas, actividad que manejaba con testaferros en la zona libre de Colón.
En la Fiscalía Segunda Antidrogas de Panamá se procesa a un ciudadano de origen colombiano, supuesto enlace de las Farc, que a través de una empresa con sedes en Bogotá y Panamá lavó dinero producto del narcotráfico para el grupo armado ilegal en cuantía cercana a los US$10 millones. El próximo mes el fiscal del caso presentará la acusación formal.
Las autoridades antidrogas locales reportaron que entre enero y agosto de 2008 han sido detenidas en Panamá 71 personas por blanqueo de capitales, especialmente de nacionalidades panameña, colombiana y mexicana. Otras 358 fueron capturadas en el mismo período por narcotráfico, de las cuales 47 son colombianas (ver infografía).
El fin de un tratado
Aunque la participación de Estados Unidos en la lucha antidrogas en Panamá ha sido importante, algunos expertos consultados por El Espectador recurren a la historia reciente. Hasta finales de 1999 se mantuvo en vigencia el tratado Torrijos-Carter, que entre otros aspectos brindaba asistencia en seguridad a Panamá.
Con la terminación del tratado el gobierno de Estados Unidos desmanteló el Comando Sur y con éste las bases, radares y los equipos que contribuían al país a vigilar los mares Pacífico y Atlántico. Por eso el equipo que tiene la autoridad panañema parece insuficiente para controlar el accionar de los narcotraficantes.
Según registros oficiales, el país cuenta sólo con siete helicópteros, seis lanchas patrulleras, no poseen aviones para vigilar los movimientos de los barcos y la fuerza policial en la zona fronteriza con Colombia, que tiene una extensión de 225 kilómetros, está integrada por cerca de 2.000 hombres.
Hoy la vigilancia se hace más difícil si se tienen en cuenta las nuevas rutas por donde está saliendo la droga desde Colombia. En la Costa Pacífica, según información de la Fiscalía Antidrogas de Panamá, la droga era sacada por los puertos de Buenaventura y Tumaco, y llegaba al archipiélago de Las Perlas, en Panamá.
La otra ruta tradicional a través del océano Atlántico parte con los embarques desde Juradó (Chocó), atraviesa el golfo de Darién y llega a la frontera con Costa Rica.
Sin embargo, según la DEA, estas rutas ya fueron identificadas por las autoridades, por eso actualmente existen más de veinte nuevas rutas, que a través de las costas de Venezuela o Ecuador llevan los cargamentos a Panamá, lo que genera el aumento de los decomisos.
“Este año más de 40 toneladas han sido incautadas, esto incide terriblemente en vínculos entre criminales, narcotraficantes y delincuentes comunes panameños. Un vínculo en el que se están desarrollando actividades de violencia y de mucha actividad. Eso es lo que pretendemos enfrentar. Precisamente con el fortalecimiento institucional de la fuerza pública”, manifestó Daniel Delgado, ministro de Justicia de Panamá.
La agenda política
Hoy el tema de la lucha contra el narcotráfico es uno de los puntos esenciales de la agenda de la campaña política en Panamá. “Para mí es muy importante entender que ese es el problema fundamental. El tema del narcotráfico, el crimen organizado y el blanqueo de capitales son los problemas que tenemos nosotros en este país”, señaló a El Espectador la candidata a la Presidencia de Panamá, Balbina Herrera. Por su parte, el candidato Juan Carlos Varela señaló que: “Debemos tener una fuerza pública que se deba al pueblo panameño, porque estamos inundados de droga en este momento”.
El panorama del tráfico de drogas en Panamá es complicado y crece. Aunque sigue siendo lugar de tránsito para enviar el producto a México y Estados Unidos, los narcotraficantes, especialmente colombianos, no dan tregua y el país caribeño empieza a repetir tristes capítulos de la historia que vivió Colombia hace 20 años.
Para ver la infografía de narcotráfico entre Colombia y Panamá, haga clic AQUÍ