De hecho, se bañó al tercer día de estar preso. La ducha la tomó a las once la noche y con agua fría. Se cambió con la ropa que le habían llevado algunos de sus familiares y durmió sólo cuatro horas. A las 4 y 30 de la mañana del día siguiente se levantó argumentando, que siempre se ponía en pie a esa hora.
El resto del tiempo lo ha pasado recibiendo a los fiscales de la unidad antiterrorista, de derechos humanos y de lavado de activos, que tienen el dossier completo de sus actividades criminales. También le ha tocado devolver a decenas de abogados que le ofrecen defenderlo, pero Daniel Rendón tiene, desde el día de su captura, un abogado que asumió su defensa.
Por El Espectador
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