Los seis libros que el Ejército pagó y aún no publica

En agosto de 2018, el Ejército Nacional inició la contratación para que seis reconocidos académicos escribieran, cada uno, un libro sobre algunas de las operaciones militares más emblemáticas de la institución en los últimos tiempos. Por esas obras literarias se pagaron $275 millones y, pese a que los escritores las terminaron y las entregaron hace más de un año, su publicación hoy es incierta. La institución alega que desde el comienzo se reservó el derecho a publicar los libros, pero expertos consultados por este diario señalan que se deben publicar, porque no se pueden derrochar recursos públicos ya invertidos y también constituye un ejercicio de libertad de expresión.

En agosto de 2018, el Ejército Nacional inició la contratación para que seis reconocidos académicos escribieran, cada uno, un libro sobre algunas de las operaciones militares más emblemáticas de la institución en los últimos tiempos. Por esas obras literarias se pagaron $275 millones y, pese a que los escritores las terminaron y las entregaron hace más de un año, su publicación hoy es incierta. La institución alega que desde el comienzo se reservó el derecho a publicar los libros, pero expertos consultados por este diario señalan que se deben publicar, porque no se pueden derrochar recursos públicos ya invertidos y también constituye un ejercicio de libertad de expresión.

La contratación de los seis libros sobre las operaciones Colombia, Libertad 1 y Libertad 2, Fénix, Todo Honor, Jaque y Sodoma estuvo a cargo del Comando de Transformación del Ejército del Futuro (Cotef), unidad creada en 2016 para liderar la “transformación” de la institución al Estado firmar la paz con las Farc. El Cotef asumió la misión de ajustar la entidad a la nueva realidad del país y concentró su actividad en dos líneas de trabajo. La primera de carácter militar, enfocada hacia temas de seguridad, y la segunda enfocada en fortalecer la relación entre los civiles y los militares. En pocas palabras, mejorar la comunicación entre uniformados y sociedad.

En agosto de 2018, el Comando de Transformación del Ejército del Futuro (Cotef) asumió el proceso de contratación de seis profesionales para que escribieran esos libros. La propia entidad insistió en que fueran personas externas al Ejército para justamente así establecer un diálogo con los civiles y construir la memoria histórica en conjunto con la academia. “El Cotef pretende, a través de la elaboración de seis creaciones literarias sobre algunas de las operaciones más emblemáticas de la institución (...), establecer una proximidad entre la institución y la sociedad, para que, al leer sobre las operaciones, se conozca cómo fue el proceso evolutivo del Ejército”, aseguró el estudio previo.

Se eligieron seis operaciones militares decisivas. La Operación Colombia o Casa Verde, realizada el 9 de diciembre de 1990 para desmantelar la sede del Estado Mayor y el Secretariado de las Farc en Uribe (Meta). Las operaciones Libertad 1 y 2 destruyeron el cerco que las Farc tenía en Bogotá en 2003. En la Operación Fénix murió el jefe guerrillero “Raúl Reyes” en Ecuador. “Esta operación demostró cómo este grupo subversivo se estaba fortaleciendo políticamente en el ámbito internacional, generando un desequilibrio estratégico en las fronteras de Colombia con Ecuador y Venezuela. Esta iniciativa militar no ha sido tratada por la literatura, por lo que se puede considerar una obra inédita”, anotó el Ejército.

La Operación Todo Honor (2002) se realizó para recobrar en favor del Estado el territorio de la zona de distensión creado para diálogos de paz con las Farc, en respuesta a la orden del presidente Andrés Pastrana cuando anunció la ruptura del proceso. La Operación Jaque (2008) rescató a quince civiles y militares que estaban en poder de las Farc en la región del Guaviare, entre ellos siete militares, cuatro policías, tres contratistas norteamericanos y la excandidata presidencial Íngrid Betancourt. La Operación Sodoma, desplegada en septiembre de 2010, permitió a las Fuerzas Armadas abatir en La Macarena (Meta) a Jorge Briceño, jefe militar de las Farc, más conocido como el “Mono Jojoy”. En la concepción del trabajo como producto literario, según lo remarcó el Ejército, se interpretó como “un trabajo artístico que demanda de manera integral un rigor investigativo, creatividad literaria y constructiva para interpretar y generar mecanismos de trabajo articulado con los demás sectores de la academia”. Para justificarlo como un aporte de la institución al posconflicto, quedó escrito en la génesis del proyecto: “Se busca el fortalecimiento de la memoria histórica en los actuales escenarios de paz donde la institución participará activamente. La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición (Cevnr)”.

El producto final debía ser entregado en la sede del Cotef en el Cantón Norte, en Bogotá, y los seis académicos cumplieron en diciembre de 2018. Todos demostraron su profesionalismo. Darío Villamizar Herrera, fundador de la Corporación Medios para la Paz, politólogo, profesor de las universidades Javeriana y Central, es autor de libros como Aquel 19 será. El académico Medófilo Medina Pineda, historiador y profesor por muchos años en la Universidad Nacional. Eduardo Pizarro Leongómez, sociólogo, expresidente de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, exembajador de Colombia ante Países Bajos y relator de la Comisión de Historia del Conflicto y sus Víctimas en la mesa de paz con las Farc en Cuba.

Patricia Lara Salive, licenciada en filosofía y letras de la Universidad de los Andes, cofundadora del semanario Nueva Frontera con el expresidente Carlos Lleras, reportera de El Tiempo, columnista de El Espectador y escritora de varios libros. Gonzalo Medina, autor de varios libros, veterano comunicador social, catedrático y doctor en literatura de la Universidad de Antioquia. Gustavo Duncan Cruz, literato de la Universidad de los Andes, doctor en Ciencias políticas de la Universidad de Northwestern, profesor de la Universidad Eafit y autor de varios libros de ensayo sociopolítico.

Solo faltaba que salieran los libros, pero el tema súbitamente se paró. Alguien dio una contraorden, y ahora el Ejército argumenta que por la política pública de austeridad impartida por el Gobierno, no puede dar una fecha de publicación. Hay una cláusula en el proyecto que podría explicar la marcha atrás. En el documento de contratación se lee: “Estas creaciones literarias serán entregadas sin proceso editorial, pues lo que se requiere primeramente es la elaboración de la obra literaria en sí misma, previendo que su edición (corrección de estilo, diagramación, producción y posproducción) se realice en un segundo escenario, de acuerdo con la disponibilidad presupuestal del Comando del Ejército a través de una contratación diferente, o bien a través de la gestión institucional para incentivar la suscripción de convenios o donaciones con las casas editoriales”.

Es decir, se contrataron los autores y se hicieron los libros, pero claramente el proceso se atascó al abordar el segundo escenario para su publicación definitiva, que podría entenderse desde los costos de la diagramación, la producción y la posproducción de las obras hasta la gestión con las casas editoriales, pero que incluyó un derecho de admisión basado en la premisa de la “corrección de estilo”, que ahora podría explicar por qué la ruta de edición y divulgación de los libros no continuó adelante. Era parte de las reglas de juego que los textos pasaran a un comité validador que debía verificar el contenido sin afectar la libertad académica y artística de los autores. Y seguramente a alguno de los jefes no le gustó el tono, los contenidos o el enfoque de los autores.

Entre quienes conocieron el proceso de concepción del proyecto y la contratación con los autores también circula un comentario: que quien gestó la iniciativa editorial fue el general Mario Valencia, quien ofició como segundo comandante del Ejército, y además fue un apoyo decidido para el proceso de paz. Sin embargo, desde que llegó a la cúpula del Ejército el general Nicacio Martínez, o ahora el general Eduardo Zapateiro, la línea es otra. La misma que entró a defender desde el Cotef el general Diego Villegas Muñoz, oficial investigado por falsos positivos.

Consultado el Ejército sobre las razones del atraso en la publicación de los libros pagados y escritos, la respuesta oficial es que no existe un proceso de contratación entre la entidad y una editorial para la publicación de las seis obras literarias. “A la fecha no es posible realizar un proceso de contratación, teniendo en cuenta los lineamientos en política pública de austeridad impartidos por el Gobierno nacional, por lo cual se están analizando otras alternativas para la diagramación y publicación de las seis obras literarias. Sin embargo, dentro del contrato suscrito con los autores se estableció que el Ejército Nacional se reserva el derecho de la publicación de las obras”.

Expertos consultados por este diario explicaron que si ya el Ejército invirtió recursos públicos en la escritura de los seis librosescritos por Patricia Lara, Darío Villamizar, Medófilo Medina, Gustavo Duncan, Gonzalo Medina y Eduardo Pizarro, no publicarlos sería desperdiciar dinero del Estado. “Entonces ¿para qué pagó el Ejército por unos libros que no pensaba publicar? Colombia necesita más diálogo y discusión. Es importante que haya miradas distintas del pasado para aportar a la verdad. Esa es una buena iniciativa y una buena oportunidad para que el Ejército muestre su capacidad de dialogar con la sociedad. Es una muestra de libertad de expresión”, observó una fuente que pidió su reserva.

Los autores omitieron hacer cualquier comentario sobre la fallida publicación de sus textos, y solo esperan que Colombia pueda conocer los detalles de seis operaciones militares de marcaron época en la dura confrontación entre el Estado y la insurgencia. A pesar de que la guerra colombiana suma más de sesenta años, no abundan las obras que cuenten cómo fue la letra menuda de algunos combates. La serie de Cotef era una buena idea. “Más que corrección de estilo o política austera, el cambio de la doctrina empieza en permitir que la memoria circule también desde los cuarteles”, puntualizó la fuente.