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Nexos de ‘narco’ y un rector

Los antecedentes de una próspera institución educativa  ligada al emporio económico que llegó a constituir en Colombia el extraditado capo del narcotráfico Gilberto Rodríguez Orejuela.

Norbey Quevedo H.
22 de enero de 2008 - 02:32 p. m.

En su página oficial en internet, la universidad Manuela Beltrán, con sedes en Bogotá y Bucaramanga y oferta académica de 13 carreras profesionales y 12 programas de posgrado, sostiene que es una institución de educación superior con 32 años de fundada. Su  rector, Alfonso Beltrán Ballesteros, lo resalta afirmando que la universidad es “un modelo de gestión empresarial”. Lo que apenas empieza a conocerse sobre esta próspera empresa educativa es que sus orígenes están ligados al emporio económico que llegó a constituir en Colombia el extraditado capo del narcotráfico Gilberto Rodríguez Orejuela.

Un antecedente fundacional que además revela estrechos lazos empresariales entre Gilberto Rodríguez Orejuela y el propio rector Alfonso Beltrán Ballesteros. Relaciones económicas que datan de más de 25 años atrás, cuando el capo del narcotráfico, aún libre de cargos en la justicia colombiana pero claramente identificado como barón de las drogas ilícitas por el gobierno de los Estados Unidos, le daba retoques a su desbordado proyecto financiero. Días en que Rodríguez Orejuela daba sus primeros pasos hacia la creación de una fundación educativa de estudios superiores, con el cercano apoyo de Beltrán Ballesteros. Nexos que, incluso, a través  de su hermano Antonio, se remontan a las primeras incursiones de Rodríguez Orejuela en el mundo financiero nacional.

Según consta en sus archivos, en  agosto de 1974, un día antes de que tomara posesión como  presidente Alfonso López Michelsen, abrió sus puertas el Banco de los Trabajadores, cuyo primer presidente de la junta directiva fue precisamente Antonio Beltrán Ballesteros. Para la época,  Beltrán era un activo dirigente sindical que lograba concretar el ideal de que los trabajadores crearan su propio banco para competir con el sector privado.

En apenas un año, el Banco de los Trabajadores reportaba un crecimiento del 400% y constituía un inusitado modelo de gestión. Lo que sólo vino a conocerse muchos años después fue que Gilberto Rodríguez figuraba entre los principales accionistas del banco y, como lo admitió en sus confesiones ante la justicia en 1995, llegó a tener el 67% del capital accionario de la institución. Es decir, siendo ya un poderoso narcotraficante, controlaba el banco, por la misma época en que también consolidaba su cadena de droguerías, se hacía al control de un grupo radial a nivel nacional y aventuraba en el mundo educativo.

Con el paso de los años, el Banco de los Trabajadores comenzó a ser conocido como una ‘lavandería de dinero’ y terminó vendido al urbanizador Rafael Forero Fetecua. Sin embargo, tras detectarse millonarios autopréstamos y una cartera perdida superior a sus activos, el banco fue finalmente intervenido por el Estado y nacionalizado en 1986.

Para la época, ya Rodríguez Orejuela era un capo conocido aunque no perseguido por la justicia colombiana. No obstante, por cuenta de las aspiraciones a la designatura presidencial del senador Eduardo Mestre, trascendieron los millonarios recursos que alcanzó a manejar en el mundo financiero legal.

Era octubre de 1986 y Eduardo Mestre Sarmiento era el más opcionado dirigente del liberalismo para ocupar la designatura presidencial. Pero los informes de los medios de comunicación que daban cuenta de sus nexos económicos con Gilberto Rodríguez Orejuela, dieron al traste con su propósito. Esos informes, además de probar los vínculos financieros de Mestre y el capo, dejaron advertir que el segundo socio en importancia en el Banco de los Trabajadores era Antonio Beltrán Ballesteros, hermano del hoy rector de la universidad Manuela Beltrán, Alfonso Beltrán Ballesteros.


La historia del narcotráfico refiere que cuando concluía su aventura en el Banco de los Trabajadores, Rodríguez Orejuela entró a participar en la Corporación Financiera de Boyacá. Hacia  el año 1985, el capo ya tenía el 12,9% de las acciones, el mismo porcentaje con el que figuraba Antonio Beltrán Ballesteros. Además, en su hoja de vida, Antonio Beltrán añadía el crédito de haber sido miembro de la junta directiva del Banco de los Trabajadores y del Grupo Radial Colombiano, la cadena de 28 emisoras que finalmente terminó constituyendo Rodríguez Orejuela, pues carecía de antecedentes penales que se lo impidieran.

La faceta educativa

Al tiempo que Rodríguez Orejuela afianzaba su proyecto financiero y comunicativo, le fue dando forma a su otro propósito: consolidar una fundación educativa, especialmente ligada a la instrucción de periodistas, pero con el objetivo de ofrecer programas técnicos de licenciatura, pregrado, especialización y doctorado. De esta forma, a través las resoluciones 3425 y 6018 de los Ministerios de Justicia y Educación, entre 1976 y 1977 nació la Fundación para el Desarrollo de la Comunicación Social (Fundemos), donde además de Gilberto Rodríguez Orejuela aparecieron en su consejo directivo los hermanos Alfonso y Antonio Beltrán Ballesteros.

El 1º de octubre de 1981 en Bogotá, se reunieron los integrantes del Consejo Directivo de Fundemos, y para ampliar su propuesta y ajustarse a la reforma a la educación superior promovida un año antes por el gobierno de Julio César Turbay, constituyeron una entidad de mayores alcances denominada Fundación Educativa de Estudios Superiores (FES). La reunión la presidió Gilberto Rodríguez Orejuela, actuó como secretario el director de Fundemos,  Alfonso Beltrán Ballesteros, participó también su hermano Antonio Beltrán, y se aprobó tramitar  la personería jurídica y la licencia de funcionamiento. 

Después de sucesivas gestiones notariales, finalmente el 9 de diciembre de 1983, a través de la escritura 1887, Alfonso Beltrán Ballesteros, en calidad de director ejecutivo de Fundemos, protocolizó en la Notaría 16 de Bogotá la creación de la mencionada Fundación Educativa de Estudios Superiores (FES). En calidad de integrante del Consejo Directivo fue registrada también la firma de Gilberto Rodríguez Orejuela. (ver facsímil). La Fundación FES quedó habilitada para ofrecer en adelante “programas en las modalidades de técnico intermedio, licenciado, especialización de posgrado y doctorado”.

Para la época, el gobierno de Belisario Betancur, a través de su ministro Rodrigo Lara Bonilla, empezaba a desarrollar la primera ofensiva real del Estado contra las mafias del narcotráfico. Así que Gilberto Rodríguez Orejuela optó por radicarse en España para huir de las redadas. Sus negocios en Colombia quedaron a nombre de sus múltiples socios y testaferros. No obstante, el 21 de noviembre de 1984, Gilberto Rodríguez Orejuela fue capturado en Madrid junto al también narcotraficante Jorge Luis Ochoa, y ambos fueron extraditados a Colombia dos años más tarde.

Ya Gilberto Rodríguez Orejuela dejaba de ser el magnate social con firma de droguerías, negocios financieros, cadena radial, equipo de fútbol y fundación educativa entre otros, y empezaba a ser reconocido como capo del narcotráfico.  Aún así, ese mismo 1986, en una rápida decisión, un juez de Cali lo absolvió de cargos de narcotráfico y lo dejó en libertad. Casi simultáneamente, en momentos en que la guerra entre el Gobierno y los carteles de la droga adquiría perfiles dramáticos,  el Estado, argumentando que el capo aún tenía procesos penales pendientes en Colombia, negó su extradición a Estados Unidos.


El paso a Manuela Beltrán

Al tiempo que los gobiernos Barco y Gaviria afrontaban la arremetida narcoterrorista de Los Extraditables, encabezados por Pablo Escobar Gaviria, los demás capos menos perseguidos empezaron a desaparecer de los documentos que acreditaban sus negocios. Así sucedió con el propio Gilberto Rodríguez Orejuela, cuya firma y número de cédula expedida en Cali dejó de figurar en registros notariales y títulos de propiedad. En esas vueltas, poco advertidas por las autoridades, concentradas en la lucha contra Escobar, la Fundación FES se transformó en institución universitaria.

El 9 de febrero de 1993, ante la Notaría 33 de Bogotá, como representante legal de la Fundación FES y respaldado en la resolución 18778 de diciembre de 1992 del Ministerio de Educación que había autorizado la reforma, Alfonso Beltrán Ballesteros formalizó la transformación de la entidad educativa en la institución denominada Fundación Universitaria Manuela Beltrán. En el documento quedó protocolizado que desde julio de 1991 se había tomado esta decisión y que en lo sucesivo, cuando se hablara de la entidad fundadora, se identificara a la Fundación para el Desarrollo para las Ciencias de la Educación, Fundemos.

Desde entonces, la Universidad Manuela Beltrán, de la mano de su rector Alfonso Beltrán Ballesteros, ha venido creciendo de manera inusitada. Hoy, con dos impactantes sedes en exclusivas zonas de Bogotá y otra en Bucaramanga, la universidad cuenta con más de 7.000 estudiantes y 700 funcionarios. Ostenta certificaciones de calidad, múltiples condecoraciones de los Concejos de Bogotá y Bucaramanga y se ha distinguido por ofrecer becas a funcionarios de la Rama Judicial para adelantar estudios de Derecho. Pero también su rector es objeto de conjeturas y afronta varias pesquisas penales.

Según información oficial de la Fiscalía, con el radicado 222, pero en estado inactivo, pesa en contra de Alfonso Beltrán Ballesteros una instrucción por el presunto delito de enriquecimiento ilícito. De la misma manera, con el radicado 5501, existe otro proceso con versión libre contra el rector de la Universidad Manuela Beltrán por el presunto delito de lavado de activos. Además, en marzo de 2005 un grupo de asociados de la Corporación Club Campestre Los Andes, presentó denuncia penal en su contra por los presuntos delitos de estafa, hurto agravado, abuso de confianza y concierto para delinquir.

En este último proceso, Alfonso Beltrán Ballesteros, al rendir indagatoria desde enero de 2006, precisó que sus ingresos mensuales ascienden a cinco millones de pesos por una pensión del Seguro Social, once millones más como rector de la Universidad Manuela Beltrán y el apartamento donde reside. Interrogado por los millonarios negocios  de la entidad educativa, Beltrán aclaró: “Yo soy sólo el representante de la Universidad Manuela Beltrán, no su dueño como lo han expresado los denunciantes”. ¿Quiénes son entonces los dueños de esta próspera empresa educativa?

Hoy, según su propia página web, la Universidad Manuela Beltrán ha gestado el Centro de Rehabilitación Fundemos, Fundemos IPS, Clínica de Rehabilitación y Medicina Alternativa Climar, y el Bogotá Golf Club Universitario. El pasado 29 de diciembre de 2004, a través de la resolución 4974, el Ministerio de Educación Nacional le otorgó a la entidad educativa su reconocimiento como universidad. Según fuentes del propio centro docente, se hizo gracias a los esfuerzos de su rector Alfonso Beltrán Ballesteros. El mismo antiguo socio de Gilberto Rodríguez Orejuela que aún está por aclarar mucho de su pasado ante la justicia.


Habla Antonio Beltrán Ballesteros

¿Cómo conoció a Gilberto Rodríguez Orejuela?

Las dos únicas veces que yo traté a don Gilberto Rodríguez Orejuela, fue cuando él era presidente del Banco de los Trabajadores y en esa oportunidad lo conocí.

¿Y cómo surgió la idea de crear una entidad educativa?

Lo que pasa es que la entidad educativa que ya estaba fundada tenía socios honorarios, uno de ellos era el Banco de los Trabajadores, también Coopdesarrollo y una serie de entidades de tipo comunitario. Entonces, dentro del reglamento estaba que cuando se retiraran algunos de los socios fundadores se podría convocar a las reuniones a los socios comunitarios.

¿Y usted no sabía que Gilberto Rodríguez era narcotraficante?

Él era presidente del Banco de los Trabajadores y uno supone que un presidente de un banco tiene toda una transparencia moral y que está respaldado por la misma Superintendencia Bancaria.

¿Quiénes son actualmente los dueños de la Universidad Manuela Beltrán?

La universidad no tiene dueños, es una fundación corporación. Esta universidad tiene 32 años en su evolución, en su desarrollo. Pero la universidad fue creada por Fundemos.

¿Usted está siendo investigado?

Yo fui investigado exactamente en 1999, porque resulta que llevaban anónimos al Ministerio de Educación y a la Fiscalía, entonces me investigaron y después de investigar profundamente todo este tema, se dio una preclusión definitiva en 2000.

¿Usted estuvo en la cárcel?

Yo nunca he estado condenado, fui precluido.

¿La universidad está siendo investigada en este momento?

Lo que pasa es que hay una serie de personas interesadas en chantajear y en hacerme daño, aunque ya no soy el rector de la universidad.

¿En este momento cuál es la relación de Gilberto Rodríguez con la universidad?

Ninguna y nunca la tuvo. Lo digo con mucha claridad y con mucha seguridad es porque en su época él era presidente del Banco de los Trabajadores y en su representación asistió a la junta directiva de Fundemos. Coincidió con que Fundemos estaba creando a la Fundación Educativa de Estudios Superiores, en 1981. Estamos hablando de hace 26 años y él era el presidente del banco, pero no tuvo nada que ver con las fundación. Él no dio aportes de ninguna clase, todo eso fue verificado por la Fiscalía; tanto, que precluyó la investigación.

¿La comunidad educativa puede estar tranquila con el origen de la universidad?

Pero tan absolutamente tranquila que el Ministerio de Educación fue el que en 1983 le dio el reconocimiento y la personería jurídica a la fundación educativa. Posterior a ello le ha hecho un reconocimiento permanente hasta llevarla al nivel de universidad que hoy tiene.

¿A qué atribuye las dudas sobre el origen de la universidad?

No hay ninguna, lo que pasa es que a pesar de las claridades que han tenido el Ministerio de Educación y la Fiscalía, no falta quien tenga algunos intereses.

nquevedo@elespectador.com

 

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Por Norbey Quevedo H.

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