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Hacia 2002 montó una pequeña tienda de abarrotes en Fontibón con su esposa. A los pocos años el negocio fue creciendo, al punto de que hoy ya es un minimercado.
Habla rápido. Se muestra muy seguro de lo que dice y se le nota molesto por la falta de atención de su caso por parte de la embotelladora. Sabe que si no hubiera manejado el asunto con sigilo hubiera perdido sus clientes.
Cuando se le pregunta sobre si no sería que la botella fue adulterada, responde: “Pues para mi concepto no, porque la botella venía metida dentro de la canasta, yo la iba a limpiar para ubicarla dentro de la nevera y vi el animal”. Destaca que nunca había tenido problemas con los productos, que tiene la botella en su poder y que la entregará cuando su amigo, el abogado Cristian López, se lo indique.