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La Policía y el Ejército colombianos capturaron al responsable financiero de una banda criminal que actúa en los Llanos Orientales del país al mando de uno de los hombres mas buscados, informaron las dos instituciones en un comunicado.
Se trata de Jairo Soto García, alias "JJ", considerado como el "músculo financiero" de la organización criminal de Pedro Oliverio Guerrero, alias "Cuchillo".
Tropas y policías detuvieron a "JJ", tras meses de labores de inteligencia, en una casa de una finca entre las localidades de Puerto Rico y Puerto Lleras en el departamento del Meta.
Alias "JJ" o también "el Cabezón", según las fuentes, formó parte en los años ochenta y noventa de la organización del narcotráfico conocida como "Los Cabezones", un grupo criminal que surgió en forma paralela al del fallecido narcotraficante Pablo Escobar, jefe del cártel de Medellín.
Ese cártel de "Los Cabezones", añadieron las fuentes, fue desarticulándose y se debilitó con la captura de su jefe único Gustavo Adolfo Soto García, hermano de "JJ".
A ese grupo criminal se atribuye la masacre de once de los 54 integrantes de una comisión judicial en inmediaciones del municipio de San Carlos de Guaroa, también en el departamento del Meta en 1997.
"JJ" según las fuentes, era prófugo de la justicia desde hacía varios años y era actualmente uno de los hombres mas importantes de la banda criminal Ejército Revolucionario Popular Antiterrorista de Colombia (ERPAC), que dirige "Cuchillo".
El ERPAC actúa en los departamentos del Guaviare (sur-sureste) y Vichada (este), además del Meta, y surgió tras la disolución de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que desarmaron a más de 31.000 paramilitares dentro de un proceso de paz con el Gobierno.
Por "Cuchillo", el Gobierno ofrece una recompensa de unos 2,5 millones de dólares.
Guerrero o "Cuchillo" es uno de los cuatro narcotraficantes más buscados de Colombia, junto a Daniel "el Loco" Barrera y los hermanos Luis Enrique y Javier Calle Serna, "Los Comba" o "Combatientes", y lideres de las bandas criminales mas sangrientas.
Por El Espectador
