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Confesiones de 'Tolemaida'

El ex jefe 'para' que aterrorizó al Cesar reveló nombres de dinastías políticas que le colaboraron.

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Redacción Judicial
02 de noviembre de 2010 - 10:00 p. m.
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Una radiografía siniestra del paramilitarismo en el departamento del Cesar hizo ante Justicia y Paz el ex comandante de las autodefensas Óscar José Ospino Pacheco, alias Tolemaida y varios de los hombre que estuvieron bajo su mando. Desde la profunda influencia que las Auc lograron en el manejo de las finanzas municipales, pasando por los asesinatos selectivos que cometieron para despojar a familias de sus tierras, las alianzas que tuvieron de la Fuerza Pública, hasta la estrecha colaboración que lograron de miembros de reconocidas familias políticas que simpatizaban con su causa.

Ospino recordó, por ejemplo, cómo  el ex diputado departamental e industrial Jorge Gnecco,  fue la persona que comenzó a promover las autodefensas en el departamento del Cesar y que incluso era muy amigo del extraditado ex comandante Salvatore Mancuso. Gnecco posteriormente fue asesinado. Entre tanto, sobre el ex gobernador Lucas Gnecco, Tolemaida sostuvo que desconocía si tenía vínculos con las autodefensas, pero que tenía que aportar a la organización. Lucas Gnecco fue condenado por la Corte Suprema a 24  años de cárcel por fraccionamiento de contratos.

También mencionó a Eduard Mattos, hermano de un senador de esa región. En la versión se conoció que en algunas fincas suyas las autodefensas se reunían y que él mismo y un colaborador suyo conocido como Makenke eran quienes suministraban la información sobre las personas que debían ser despojadas de tierras o ganados. Como si fuera poco, la Fiscalía tiene documentado qué persona fue asesinada para robarle su ganado.

Pero Ospino y sus ex subordinados fueron más allá y dieron cuenta de la profunda penetración que los paramilitares lograron en administraciones públicas del departamento del César. Y recordaron un caso particular que no ha estado exento de polémicas y duros debates por tratarse de un municipio que ha recibido millonarias regalías, pero que vive en la pobreza: la Jagua de Ibirico. Sobre esa población en particular, recordaron que hicieron un pacto con el ex alcalde Laureano Rincón para apoyarlo en la campaña política y a cambio el futuro burgomaestre se comprometió a entregar el 30% del presupuesto del municipio y control sobre los contratistas. A estos últimos les cobraban el 10% del valor de los contratos.

Las autodefensas llegaron a obtener $6 mil millones de parte de la administración local. “(Con ese dinero) se montaban unos contratos que diera esa suma. (...) Es decir, una participación en los contratos de acueductos, alcantarillados, colegios, vías, puentes. Es decir, se realizaban esos contratos por esa cantidad y la ganancia era nuestra directamente”, afirmó Tolemaida. Ospino fue contundente al afirmar que en esos años no hubo contratista que no le hubiera pagado a las Auc. Para lograr la victoria en las elecciones de Rincón, su rival político, Martín Ochoa, fue asesinado por las mismas autodefensas al haberse negado a dejar de lado su aspiración política uniéndose a la candidatura de Rincón.

Otro de los mencionados fue Alfonso Angarita, un dirigente político de La Victoria, quien además se convirtió en un enlace con miembros de la Fuerza Pública tanto del Ejército como de la Policía Nacional. Ospino y su hombre se refirieron a la financiación que tenía el grupo ilegal en el departamento del Cesar, aunque recibía dinero de los gremios porque eran los beneficiados con las actividades de los paramilitares, como los ganaderos, los comerciantes y los agricultores. “Todo el comercio de Codazzi; ellos todos pagaban. Yo cobraba aproximadamente sesenta mil hectáreas. (...) O sea, todos los ganaderos de la región y (su jefe jerárquico y comandante del bloque norte Rodrigo Tovar Pupo) Jorge 40, estaba al frente de otros”. Pese a las recriminaciones de los familiares de las víctimas con relación a que algunas  fueron asesinadas, aun siendo personas ajenas al conflicto, Tolemaida y sus hombres se mantuvieron en la tesis de que la mayoría tenía contactos con la guerrilla y algunos, como pastores cristianos de la región, porque sus continuas denuncias afectaban las actividades al margen de la ley que adelantaban las autodefensas. Alias Tolemaida, un paramilitar que durante varios años se paseó a sus anchas por el Cesar dejando una estela sangrienta y luego huyó a Venezuela, en donde fue capturado, ahora tiene temblando a dirigentes políticos y económicos de la región ante la gravedad de sus afirmaciones. La justicia tiene la palabra.

Por Redacción Judicial

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