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Hace tan solo dos semanas, la Armada Nacional y la Policía capturaron a tres personas -un colombiano, un brasileño y un peruano-con cinco toneladas de insumos para la producción de cocaína en una lancha en Puerto Nariño, municipio aledaño a Leticia (Amazonas). El hecho, registrado tangencialmente por los medios de comunicación, refleja cómo el Amazonas, aunque no es uno de los corredores por donde más se mueve el narcotráfico en los últimos años, se ha convertido en paso para grupos criminales colombianos, peruanos, brasileños y ecuatorianos, que aprovechan la inmensidad de la hidrografía de esta región y los baches de seguridad que hay entre las fronteras.
En el pasado ya se han reportado capturas de narcos de distintas nacionalidades que trafican droga por este corredor, pero ahora autoridades como la Dijín y las policiales de Brasil reportan incrementos en el consumo de cocaína en su población como de salida marítima para enviar cocaína a Europa y África. Aunque la cocaína tiene como destino varios puertos brasileños, el de Santos, en São Paulo, es la joya de la corona y el de mayor movimiento comercial en Latinoamérica. El Espectador se contactó con autoridades colombianas de distinto orden para desandar los pasos de los grupos mafiosos en las selvas del Amazonas que exportan la droga y que tendrían como origen el sur del país.