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Detenido por fuga de guerrillero que luego Uribe hospedó en hotel limpia su nombre

La Fiscalía deberá pedir disculpas a su exguardia de seguridad Raúl Guzmán, a quien puso preso injustamente tras la fuga de un guerrillero de las Farc que ha dado de qué hablar. Guzmán es sobrino de Gustavo Sastoque, que también pelea su inocencia por un crimen que no cometió: el de Hernando Pizarro.

Alejandra Bonilla Mora

13 de noviembre de 2020 - 07:19 p. m.
Raúl Guzmán es sobrino de Gustavo Sastoque, quien también insiste en su inocencia por el crimen de Hernando Pizarro.
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Hace 16 años, el 1º de noviembre de 2004, se desató un escándalo en la Fiscalía porque de las celdas del búnker se evadió un hombre que había sido capturado y, con bombos y platillos, luego fue presentado como miembro del anillo de seguridad del entonces jefe de las Farc, Manuel Marulanda Vélez. El sujeto, identificado como Hernando Buitrago Martha, se voló a pesar de la estricta custodia, y al día siguiente la Fiscalía privó de la libertad a cuatro funcionarios encargados de la custodia en el bloque F.

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(En contexto: Gustavo Sastoque: historia de un montaje judicial)

Entre los detenidos estuvo el joven Raúl Ildhar Guzmán Sastoque, quien para la época llevaba tres años y nueve meses como custodio de seguridad del CTI. Además, estudiaba quinto semestre de Derecho en la Universidad Cooperativa y tenía casi garantizado su ascenso al primer grado de escoltas. El día que fue capturado se le vino el mundo al piso. Recluido en las mismas celdas del búnker que antes vigilaba, recibió la noticia de que iba a ser padre

La vida del detenido Raúl Guzmán y el evadido Buitrago Martha entraron en destinos cruzados. Mientras el primero, junto a sus tres compañeros, estuvo cuatro semanas preso en el búnker, dos más en Paloquemao y seis meses adicionales en la cárcel de Chiquinquirá, la suerte del fugitivo cambió de la noche a la mañana. A las dos semanas de su evasión volvió a entregarse a las autoridades, esta vez elogiando las bondades del programa de desmovilización de guerrilleros puesto en marcha por el gobierno de Álvaro Uribe.

En ese contexto, como Uribe forcejeaba con las Farc y su presión por el canje de prisioneros de guerra, la entrega de Buitrago Martha le cayó como anillo al dedo. Fue así como en un acto público, no solo elogió en persona a Buitrago Martha, sino que ordenó que lo llevaran a pasar la noche en una suite del Hotel Tequendama. “Y si allá le ponen problema por la cuenta, me la pasan a mí. En un carrito de aquí que lo lleven y lo instalen en una suite”, insistió el primer mandatario, apoyado por el ministro Sabas Pretelt de la Vega.

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(Le puede interesar: “No me interesa quién mató a Hernando Pizarro, solo quiero limpiar mi nombre": Gustavo Sastoque)

Lo que se supo después es que Buitrago Martha, conocido en el ámbito de las Farc con el alias de Kafir o Kavir, forzó su entrega a la justicia porque sus propios compañeros de armas lo andaban buscandoafanosamente. Al parecer, el hombre se había volado con el dinero de una caleta cuya suma superaba los $3.000 millones y cargaba consigo un problema mayor: el que lo buscaba era Hernán Darío Velásquez, alias el Paisa, ni más ni menos que el comandante de la temida compañía Teófilo Forero de las Farc.

El rastro de Buitrago Martha se extravió, mientras que el destino de Raúl Guzmán se vio sujeto a los dilemas del cerco judicial. La Fiscalía que presidía Luis Camilo Osorio lo declaró insubsistente y para poder defenderse tuvo que dejar la universidad. Su defensa siempre estuvo enfocada en un hecho incontrovertido: su turno para estar atento a 16 monitores con 83 cámaras de televisión, ese 1º de noviembre de 2004, había terminado a las seis de la tarde, y el escurridizo Kafir se evadió del búnker minutos antes de las nueve de la noche.

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Al final, tanto Raúl Guzmán como sus tres compañeros de infortunio fueron absueltos y recobraron su libertad. Pagando deudas con los abogados, poco a poco recobró su cotidianidad y, paradójicamente, quien primero le dio trabajo en seguridad fue el Hotel Tequendama, donde Kafir había pasado una noche por cuenta del entonces presidente Uribe. Enseguida, estructuró su demanda contra el Estado por privación ilícita de la libertad, escenario en el que su propia familia ya tenía un escandaloso antecedente.

Raúl Guzmán es, además, sobrino de Gustavo Sastoque Alfonso, el exfuncionario del CTI de la Fiscalía que resultó injustamente condenado por el homicidio del exguerrillero Hernando Pizarro Leongómez en 1995, el cual, hace un par de meses, las Farc reconocieron como un hecho de su autoría. Por eso, Raúl Guzmán sabía cómo debía proceder ante la justicia para reivindicar su nombre y, de paso, el de su tío Gustavo, que sigue peleando su inocencia en la justicia internacional.

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(Vea: Juicio por complot contra Sastoque)

El tiempo siguió pasando para unos y otros, hasta que el huidizo Kafir reapareció en 2015 para escribirle al entonces senador Uribe recordando su gesto de entrega de años atrás. Pero el hombre ya no era importante para su reacomodo. Entre tanto, Raúl Guzmán había logrado que, en primera instancia, la Sección Tercera del Tribunal Administrativo de Cundinamarca le diera la razón en su pelea por lograr una indemnización del Estado. En ese momento asumió que debía terminar sus estudios de Derecho, que había dejado inconclusos.

A principios de 2020, Kafir volvió a la escena mediática, esta vez porque resultó comprometido en un extraño suceso de presunto secuestro protagonizado por el excarcelero de las Farc, alias Martín Sombra. Tiempo después se supo que el hombre terminó tocando las puertas de la Jurisdicción Especial para la Paz, prometiendo verdades y el acercamiento de otros exguerrilleros. Hoy no es clara su situación judicial, y lo único cierto es que se ha sabido mover en la ilegalidad con una habilidad fuera de serie.

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Esta semana, aún entusiasta por las revelaciones que le dan la razón a su tío Gustavo Sastoque en su pelea por demostrar su inocencia, Raúl Guzmán recibió la noticia de que el Consejo de Estado, en decisión conocida por El Espectador, reconoció que lo suyo fue una privación ilícita de la libertad. Ahora podrá terminar sus estudios y la Fiscalía tendrá que pedirle disculpas. Su única tristeza es que Juan Carlos Avendaño, su compañero de infortunio en aquella época y también guardia, ganó su caso, pero no vivió para verlo: falleció hace dos meses.

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