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Pasaron varios años antes de que los organismos de seguridad colombianos descubrieran que Daniel El Loco Barrera, aquel que creían el capo con más poderío en el país, no era otra cosa que un subalterno. El Loco Barrera resultó siendo una pista para dar con la mayor organización narcotraficante de los últimos 15 años, que podría haber penetrado las arcas del Independiente Santa Fe, que lavó probados más de US$176 millones y envió sendas toneladas de cocaína a Estados Unidos. Todo bajo el mando de Luis Agustín Caicedo Velandia, un exagente del CTI que fue capturado en Argentina en abril de 2010 y extraditado a EE.UU. en julio de ese año.
Tal como lo reportó el Centro de Información Judicial argentino en esa época, por blanquear dineros ‘calientes’ lo esperaban hasta 20 años en la cárcel y por comercializar droga en territorio estadounidense, hasta cadena perpetua. Nada de eso ocurrió. El Espectador conoció en detalle la sentencia emitida por el Tribunal del Distrito Medio de Florida, donde precisamente le habían proferido los cargos que lo podían dejar tras las rejas toda la vida. Caicedo recibió 120 meses (10 años) de condena tras no sólo declararse culpable de las acusaciones, sino que también entregó la astronómica suma de US$114 millones, cantidad confirmada además por su abogado, Jay A. White (ver entrevista).
En la historia de la lucha contra el narcotráfico sólo se conocía un precedente similar: el acuerdo de los hermanos Rodríguez Orejuela, que también incluyó la entrega de un sinnúmero de propiedades. Pero Caicedo, sostiene White, no entregó el dinero a los estadounidenses, sino al Gobierno colombiano. Los jefes del cartel de Cali, además, recibieron una pena de 30 años de prisión en 2006. En julio de 2011 Caicedo Velandia recibió una condena a 10 años de cárcel. A la fecha, el capo Caicedo ya ha cumplido dos años de su sentencia y por buen comportamiento podría salir no en ocho sino en seis años y medio. Casi el mismo tiempo que terminó pagando en EE.UU. el temido jefe del cartel del norte del Valle Víctor Patiño Fómeque.
La única piedra que podría interferir en el camino de Caicedo Velandia hacia la libertad es el caso por lavado de activos que aún tiene pendiente ante el Tribunal de Distrito Este de Nueva York. Su abogado Jay A. White está seguro de que podrá convencer al juez del expediente de que esos delitos tienen toda relación con el proceso de Tampa, lo que implicaría que la condena sería la misma. Mientras White trabaja en ese flanco, Caicedo se ratifica en que no entregará información a la Fiscalía colombiana y le pide a este organismo que dé sepultura a la investigación en su contra, tal como dejó plasmado en un documento conocido por El Espectador que envió a la Fiscalía hace unos meses.
Hoy, Caicedo Velandia cumple su deuda con la justicia norteamericana en la cárcel de Pinellas County, en Florida. Jay A. White asegura que, en 10 años de defender a extraditables, nunca había visto que alguien entregara tal cantidad de plata y que ese gesto fue reconocido por el juez como algo extraordinario. El abogado de EE.UU. asegura que “de ninguna manera” los narcos colombianos han encontrado la manera de burlar la severidad del sistema judicial de su país, sino que, sostiene, este sistema contempla una serie de beneficios para quien coopere con las autoridades. En el alto gobierno, sin embargo, desde hace varias semanas vienen aumentando las inquietudes sobre las penas laxas que algunos capos colombianos han conseguido en EE.UU.
En los pasillos del alto gobierno hay cierta percepción de que la famosa frase que enmarcó la lóbrega época del narcoterrorismo de “prefiero una tumba en Colombia a una cárcel en Estados Unidos”, hoy es un mensaje dentro de una botella perdida en el océano. Hace un par de semanas el ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra, dijo que los norteamericanos habían tomado “atenta nota” de su sentido reclamo. “Nota”, y nada más.
Esguerra reiteró que la figura sigue siendo una útil herramienta en la lucha antidrogas. No obstante, la negociación entre un capo de capos como Caicedo con la justicia estadounidense flota como otro interrogante más con respecto a la efectividad de la extradición en el país.
La controversial Bonnie Klapper
Desde hace unas semanas la exfiscal norteamericana Bonnie Klapper está en el centro de la polémica, tras conocerse que había salido de la Fiscalía para luego terminar como asesora de narcos en Colombia. Klapper tuvo relación en el caso Caicedo, pues ella fue uno de los funcionarios judiciales que guiaron la investigación para lograr la condena de los socios de Caicedo Velandia como Julio Lozano y Claudio Javier Silva.
Según el defensor de Caicedo, Jay A. White, el propio general Óscar Naranjo felicitó a Klapper por haber logrado que el capo entregara más de US$100 millones. Sin embargo, como publicó este diario hace unas semanas, Henry Villarraga y otro miembro del cartel, Carlos Alberto Flórez, negociaron con la Fiscalía y ya están libres.
Jay A. White sostiene que en EE.UU. es muy común que los abogados den este tipo de giros y que en ese país cosas así ocurren todo el tiempo.
Los demás miembros del cartel de carteles
A mediados de 2010, y después de meses de investigación, la Fiscalía, la Policía y la Agencia de Inmigración y Aduanas de los Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) le propinaron un golpe mortal al que, de acuerdo con las autoridades, era el cartel más grande desde la época de los carteles de Cali y Medellín, y que superaba en creces el poder de las organizaciones criminales de algunos de los narcotraficantes más buscados del país, como los hermanos Calle Serna —‘Los Comba’— y Daniel El Loco Barrera. Esta estructura delictiva la componían, además de Luis Agustín Caicedo Velandia, alias Don Lucho, Ricardo Villarraga, Claudio Silva Otálora y Franklin Gaitán Marentes. Todos ellos capturados.
El cartel de carteles lavó billones de dólares. Incluso, se investiga si llegó a infiltrar las arcas del equipo de fútbol Independiente Santa Fe. Además, de acuerdo con las autoridades, infiltró a la Policía y a la Fiscalía, y por un tiempo pasó inadvertido mientras otras organizaciones criminales se llevaban la atención.