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Hasta las propias oficinas de los sindicalistas llegaron los investigadores del DAS en su afán por conocer las actividades de sus “blancos” e indagar sus presuntos nexos con organizaciones al margen de la ley. Así se desprende de las evidencias que serán parte del juicio en contra del ex director del organismo Jorge Noguera Cote, quien precisamente enfrenta cargos por los homicidios del sociólogo Alfredo Correa de Andreis, la defensora de Derechos Humanos Zully Codina y el ex congresista Fernando Pisciotti.
Uno de los detectives que tuvo a cargo el seguimiento a sindicalistas le manifestó a la Fiscalía que en dos o tres oportunidades le encargaron que sustrajera clandestinamente documentos de oficinas de sindicatos que contenían información sobre sus actividades. Asimismo, detalló que una de sus misiones fue obtener filmaciones y copias de documentos de personas ligadas a actividades sindicales. Dijo que esa labor la había cumplido de manera eficiente mediante la colaboración de escoltas contratistas.
Pero otro de los detectives fue más allá y le contó a la Fiscalía que en la subdirección de análisis de la dirección general del DAS, en los años 2004-2005, se almacenaban las hojas de vida de reconocidos sindicalistas y opositores del Ejecutivo. Uno de ellos era precisamente Correa de Andreis, uno de los “blancos de trabajo” del DAS. El sociólogo fue asesinado el 17 de septiembre de 2004 en un barrio residencial de Barranquilla.
Un tercer testimonio de un detective adscrito a la dirección de inteligencia, conocido por El Espectador, detalla que cuando formaba parte de uno de los grupos especiales de inteligencia, que estaban bajo la coordinación del fallecido coordinador del G-3, Jaime Fernando Ovalle Olaz, en 2004, se adelantaron actividades de guerra política en contra de varias ONG. A esas organizaciones les fueron interceptados correos electrónicos y se les monitoreaban líneas telefónicas cuyos reportes se entregaba directamente al director del organismo, Jorge Aurelio Noguera Cotes.
Dijo que en desarrollo de las actividades de ese grupo se elaboraron planfletos amenazantes a nombre de grupos subversivos con el ánimo de intimidar a un grupo de indígenas que se había tomado unas fincas en el Cauca; seguimientos a algunas ONG que se dedicaban a denunciar violaciones de Derechos Humanos en el exterior e, incluso, agentes encubiertos fueron a un foro convocado por reconocidos dirigentes de izquierda en Brasil donde se repartió publicidad contra reconocidas ONG. El escándalo del espionaje del DAS parece no tener fin.