El hombre de la pancarta: el puente con los narcos y las autodefensas

Cercano a Víctor Carranza, que entonces libraba una guerra con el capo del narcotráfico Gonzalo Rodríguez Gacha, el esmeraldero Pablo Elías Delgadillo reconoció a un hombre de sombrero blanco que aparecía en varias fotos sosteniendo una pancarta en el lugar en el que el 18 de agosto de 1989 fue asesinado Luis Carlos Galán. Su hallazgo fue una pieza determinante para saber quiénes estaban detrás del magnicidio.

Marcela Osorio Granados - @marcelaosorio24
16 de agosto de 2019 - 10:08 p. m.
Cromos
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Las fotos publicadas por la revista Cromos con el registro de los últimos minutos de vida de Luis Carlos Galán durante un evento político en Soacha (Cundinamarca) en la noche del viernes 18 de agosto de 1989, llamaron la atención del conocido esmeraldero de Boyacá, Pablo Elías Delgadillo. El hombre reconoció en las imágenes a un hombre de sombrero blanco que aparecía en varias tomas sosteniendo una pancarta en el ángulo izquierdo de la tarima donde cayó asesinado Galán. (Vea acá el especial sobre lo 30 años del asesinato de Galán)

Se trataba de José Orlando Chávez Fajardo, un excavador de las minas de Muzo y Coscuez, ampliamente conocido en la región como uno de los hombres al servicio del capo del narcotráfico Gonzalo Rodríguez Gacha, alias El Mexicano. Delgadillo informó su hallazgo a la Décimo Tercera Brigada del Ejército, comandada por el general Ramón Eduardo Niebles, y además reveló la ubicación de Chávez Fajardo, quien se dedicaba a la reventa de esmeraldas en la avenida Jiménez con carrera séptima, en el centro de Bogotá.

La reveladora información entregada por Delgadillo sobre los hombres de El Mexicano involucrados en el asesinato de Luis Carlos Galán, entró en contradicción con la versión de las autoridades, que en ese momento consideraban que la investigación judicial estaba resuelta. La versión oficial era que cinco hombres detenidos cuatro días después del 18 de agosto -Alberto Júbiz Hazbum, Armando Bernal Acosta, Pedro Telmo Zambrano, Luis Alfredo González y Norberto Murillo-, eran los asesinos de Galán.

Con apoyo de las autoridades judiciales, el 19 de septiembre, Chávez Fajardo fue capturado. Y no solo confesó haber participado en el crimen, sino que reveló los nombres de los otros implicados, señalando directamente a Jaime Eduardo Rueda Rocha como el autor material del magnicidio. La confesión derivó en la captura de Jaime Rueda Rocha, su hermano medio José Everth Rueda Silva y Enrique Chávez Vargas, quienes el 22 de septiembre de 1989, fueron presentados ante los medios como otros partícipes del crimen.

Chávez Fajardo aseguró que su papel fue únicamente sostener la pancarta alusiva al candidato y hacer dos o tres tiros al piso en el momento del ataque. Según él, por esa tarea le ofrecieron a cambio una casa y un carro. Sobre los motivos para la realización del crimen, Chávez agregó que fue El Mexicano quien aportó la mayor parte del dinero y que Jaime Rueda Rocha le dijo que la decisión de matar a Luis Carlos Galán se debía a que el líder político estaba a favor de la figura de la extradición.

Aunque con esas revelaciones comenzaba a despejarse el camino para establecer las autorías materiales e intelectuales del magnicidio, el panorama cambió de repente cuando comenzaron las maniobras judiciales para desviar la investigación y desaparecer a los testigos. Primero, a través de la sorpresiva retractación de Orlando Chávez, quien terminó diciendo que sus declaraciones habían sido producto de la presión de las autoridades y que él no había estado vinculado al crimen de Galán.

En adelante los cabos sueltos para enfocar debidamente la investigación y dar con los verdaderos responsables del magnicidio, comenzaron a desaparecer. El domingo 5 de agosto de 1990, cuando caminaban por el barrio Las Delicias, al sur de Bogotá, dos sujetos que se movilizaban en moto asesinaron a tiros a José Orlando Chávez y a su primo Enrique Chávez, quien también había declarado en el caso señalando a Jaime Rueda Rocha y a sus hombres como los auténticos perpetradores del crimen.

Un mes después, el 18 de septiembre, Rueda Rocha se fugó de la cárcel La Picota de Bogotá, por la puerta principal de la penitenciaría. El hombre salió con una barba postiza y vistiendo la ropa del abogado Saúl Pérez, quien ingresó al penal con una cédula falsa y suplantó al sicario. Rueda fue judicializado por el homicidio de Galán, pero no llegó a ser juzgado. En cambio, volvió a Puerto Boyacá y permaneció en la clandestinidad hasta el 23 de abril de 1992, cuando murió en un enfrentamiento con la Policía en Honda (Tolima).

Desde la cárcel, y al conocer la suerte que habían corrido los partícipes directos de la muerte de Galán, José Everth Rueda Silva, medio hermano de Rueda Rocha, escribió una carta para dejar constancia de quiénes estaban detrás del plan criminal. La misiva, dirigida a su madre, tenía la instrucción de que la entregara a la Fiscalía. “Si llegado el caso me asesinan, ya que soy la última persona que me encuentro detenida, porque a casi todos mis compañeros los han asesinado por estar comprometidos en el caso del doctor Galán, dejo este escrito para que mi mamá, Lilia Silva, lo entregue a la justicia en el caso de que no alcance a confesar ahora en julio que empieza a funcionar la Fiscalía”.

El texto quedó fechado el 9 de mayo de 1992, pero tal como él lo presentía, y tan solo dos meses después de la muerte de su hermano medio, José Everth Rueda, fue también asesinado. Lo hizo un sargento (r) del Ejército que se encontraba detenido en La Picota. En menos de tres años, los hombres que, sin duda, eran piezas claves para entender quiénes estaban detrás del asesinato de Luis Carlos Galán, fueron silenciados. La verdad se fue con ellos. Tiempo después, al comprobarse que nada tenía que ver con el asesinato de Galán, el grupo encabezado por Júbiz Hazbum fue absuelto. 

 

Por Marcela Osorio Granados - @marcelaosorio24

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