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La muerte de Teófilo Acuña tuvo como presagio dos hechos que su esposa, Liceth Camargo Carrascal, recuerda a la perfección. Como lo contó Verdad Abierta, el pasado 7 de enero, en el corregimiento de Puerto Oculto (Cesar), llegó a la casa de un familiar de Camargo un hombre en estado de embriaguez. Este le dijo a la mujer que a su esposo lo iban a matar y que debían escapar de su hogar. Solo unos días después, Teófilo Acuña, fue asesinado. El tiempo siguió transcurriendo y esta semana, luego de siete meses, el Consejo de Estado le dio la razón a los reclamos por los que Acuña peleó en su región: el Estado deberá poner reglas específicas para proteger el medio ambiente. Específicamente, deberá suspender las licencias ambientales que se otorgaron para explotar en zonas protegidas.
En contexto: Denuncian responsabilidad del Estado en asesinatos de Teófilo Acuña y Jorge Tafur