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El nuevo presente de María Isabel Covaleda, cuyo agresor pagará siete años en prisión

El Tribunal Superior de Bogotá confirmó la condena contra Camilo Sanclemente, quien agredió brutalmente a Covaleda en el Teatro Faenza en 2016. En entrevista, la empoderada mujer habla, feliz, de su nuevo presente. “Nos sanamos más juntas”, concluye.

Jhoan Sebastian Cote

12 de junio de 2023 - 06:46 p. m.
María Isabel Covaleda. Artista.
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Han pasado siete años desde que el criminal Camilo Sanclemente persiguió, acorraló y golpeó a María Isabel Covaleda, en el Teatro Faenza de Bogotá. Por orden del Tribunal Superior de Bogotá, ese será el mismo tiempo, siete años, que el victimario pasará privado de su libertad, con el beneficio de la prisión domiciliaria, tras confirmar el fallo de primera instancia que lo condenó por lesiones personales agravadas. El presente de María Isabel Covaleda, no obstante, no dependía de la resolución de un juez. Su vida tomó un nuevo camino, en el cual es voz para quienes temen dar a conocer su voz. Empoderada desde su fundación y desde el país a donde se exilió para protegerse, habla sobre el nuevo fallo en el caso. Y, por supuesto, de quién es siete años después del ataque.

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¿Considera que se puede hablar de justicia con la confirmación de este fallo en segunda instancia?

Bueno, hablar de justicia en términos generales en Colombia en el ámbito de las violencias contra las mujeres, no. Tenemos que considerar, primero, que es un país donde la gran mayoría de los casos en el ámbito de las violencias basadas en género quedan en la impunidad. Estamos hablando, más bien, de un país donde la justicia brilla por su ausencia. Y eso hace que una sentencia como esta brille y tenga tanta trascendencia. Acá se consiguió también que hubiera una pena privativa de la libertad y en ese ámbito, pues es una sentencia, como digamos, no sé cómo ponerle… pues inusual.

Ahora, detrás de esta sentencia, hay un trabajo personal muy duro. Para poder llegar hasta aquí a las mujeres nos toca aguantar muchísimas cosas como la revictimización en los estrados judiciales y eso nos pasa absolutamente a todas. Durante estos siete años también tuve que salir del país por amenazas. Realmente llegar hasta el final no es nada fácil y eso también digamos contribuye a esa ausencia de sentencias favorables.

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¿Qué opinas de qué una persona así de peligrosa para ti y, probablemente, para otras mujeres, pague su sentencia en la casa?

Yo creo que hay cosas más importantes que la propia cárcel en general en el ámbito judicial. Nosotros digamos que como sociedad hemos creado esta figura de la cárcel como un único recodo donde una persona que está ejerciendo un mal a la sociedad tiene que ir, pero realmente tiene que haber muchos más mecanismos para que una persona que ha cometido un delito no lo vuelva a cometer.

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Meter a alguien a la cárcel no quiere decir que esa persona no vaya a volver a cometer el delito, de hecho, hay hombres que van a la cárcel y luego salen de prisión y van y buscan nuevamente a sus víctimas y las matan. Entonces a mí no me parece la cárcel una solución, ni siquiera me parece que eso haga que digamos que la justicia se pueda escribir con todas sus letras, porque la justicia encierra muchas otras cosas.

¿Cómo cuáles?

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Nos falta mucho desarrollo de otras herramientas para asegurarnos de que los hombres, en este caso que son los victimarios principales de las mujeres, entiendan qué es el machismo. Entiendan cuáles son sus conductas machistas, y se rehabiliten también de esa mentalidad y de ese modus operandi machista que los lleva incluso a agredir a las mujeres. A considerarlas suyas y a matarlas.

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Y que también busquemos mecanismos de no repetición, porque una cárcel en muchas ocasiones lo que saca es a una persona casi que peor de lo que entró. Yo tengo un caso en la fundación en este momento de una mujer que fue víctima de una tentativa de feminicidio y su agresor no hace sino llamarla desde la cárcel a decirle que cuando salga la va a matar.

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Entonces, ¿qué hace el Estado frente a eso? Pues nada. Y ahí, se da uno de los grandes problemas y vacíos porque contra la violencia de las mujeres no se están tomando prácticamente ninguna de las medidas necesarias para preservar y proteger la vida de las víctimas.

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Ahora que habla de su fundación, este proceso también fue una oportunidad para ser lideresa en favor de otras mujeres...

Yo llegué aquí por una necesidad propia de salvaguardar mi vida. Mi denuncia tuvo eco, me imagino que porque en ese momento, pues pocas mujeres se lanzaban a hablar de una manera abierta directa sobre lo que les había sucedido y también empecé a entender por qué eso pasaba. Efectivamente, descubrí que había un espacio huérfano de liderazgos y ese liderazgo digamos que se formó de manera muy rápida.

Terminé ubicada ahí. Me daba cuenta de que no habíamos podido hablar de esto nunca. Efectivamente, también me permitió escuchar la historia de muchas otras mujeres. Comunicarme desde ese lugar y entender cómo sucede la violencia, qué significa transitar este camino de la sobrevivencia. Ha sido enriquecedor y sanador. Doloroso también porque sanar duele mucho. Tú no te sanas porque haya una sentencia.

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Mucho menos cuando a tus hermanas las siguen agrediendo. A las niñas de tu país las siguen violando y porque cada día vamos a levantarnos con más cadáveres de mujeres que nadie pudo salvar. Entonces no son heridas que se cierran realmente, sino que, pues, se quedan ahí abiertas y que siguen doliendo.

¿Qué se lleva de este camino?

Lo que concluyo de ese camino es que nos sanamos más en manada, juntas, de la mano. No en soledad y no creyendo que nosotras podemos hacerlo todo solas, porque uno realmente en la vida en general no hace nada solo y menos sanarse. Uno sí necesita de las otras, del apoyo, de escuchar las otras experiencias y generar esa compasión que necesitamos con nosotras, con nuestro género, para entender que que venimos de una historia dura.

Usted ha asegurado que al menos siete mujeres habrían sido víctimas de Camilo Sanclemente, ¿cómo van esos casos?

En ese momento en el que yo denuncié, la primera persona que se contactó conmigo fue Beatriz Torres, que ella salió en los medios también y contó lo que le había pasado con Camilo. Luego hubo otra persona que salió de manera anónima, pero contó su historia también, digamos que yo sí la conozco y con ella mantengo contacto.

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Y luego tuvimos el dato de otras seis personas más, porque conmigo éramos nueve, las que pudimos contar que habían sido exparejas o personas que habían tenido algún tipo de contacto con Camilo, y que habían sido agredidas. Las agresiones fueron de diversas formas. No vamos a poner unas en mayor gravedad que otras porque todas fueron gravísimas

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Detectamos un patrón que por muchos años que se repetía en todas sus relaciones, incluso en relaciones que no eran de pareja, porque también fue agresivo con otras personas. Con compañeros de trabajo. Esos casos ya han prescrito y ya no se pueden llevar como un proceso, así que digamos que mi expediente se convirtió como en el proceso en el que todas nosotras pusimos la esperanza de que se pudiera hacer justicia.

¿Qué viene a futuro? Sabiendo que un fallo o una confirmación de fallo no la define como persona y mucho menos como mujer.

En este camino, de sanación, retome otros aspectos de mi vida que me componen también como el arte. La violencia no me interesa. Cuando uno trabaja en el ámbito social, todo está conectado y uno se da cuenta de que, si uno trabaja por uno de esos objetivos, uno está trabajando por la vida.

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Esto también ha requerido una recuperación emocional y un resituarme. Pero estoy feliz de poder decir que ahora que siento que se concluye por lo menos este proceso jurídico, también he podido retomar mi vida. He podido retomar todas las cosas que me gustan y que me componen y para mí lo que viene es vivir. Porque lo que más agradezco es haber salido viva de ese momento y poder abrazar todas las cosas que me gustan de la vida.

Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.

Por Jhoan Sebastian Cote

Comunicador social con énfasis en periodismo y producción radiofónica de la Pontificia Universidad Javeriana. Formación como periodista judicial, con habilidades en cultura, deportes e historia. Creador de pódcast, periodismo narrativo y actualidad noticiosa.@SebasCote95jcote@elespectador.com
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