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Tenía apenas 21 años cuando se vio obligada a migrar a Colombia. La crisis humanitaria por la que atravesaba su país le impedía ganarse la vida y suplir las necesidades de sus tres hijos. Era junio de 2018 cuando Karen* se aventuró a cruzar la frontera por un paso irregular, pues no contaba con los documentos para hacerlo de forma legítima. Esa vez viajó sola, pero, ocho meses después, en cuanto vio la oportunidad, fue a Venezuela a recoger a sus pequeños para traerlos al país y ofrecerles mejores oportunidades.
Pero, al poco tiempo de regresar a Colombia, Karen se enteró de que estaba embarazada. De inmediato, se ahogó de angustia, desespero, ansiedad y todas las reacciones que puede tener una mujer sola, en un país que no conoce, en condiciones económicas precarias, sin empleo, sin red de apoyo y con tres hijos. En busca de ayuda, acudió a una organización internacional para que la asesoraran sobre las causales para acceder a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).