Victoria*, fue reclutada por un grupo armado en 2004. Para ese momento tenía un bebé de dos años, Julián*, y un recién nacido al que llamó Darío*. En el momento en que ingresó a las filas de una guerrilla se vio obligada a dejarlos al cuidado de otras personas porque “eran ellos o era yo. Si yo no hacía caso a lo que ellos (el grupo) quería, entonces se desquitaban con los niños”, cuenta de espaldas a la cámara, en la sede territorial Guaviare de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD). El lunes 31 de marzo de 2025, Victoria y sus hijos por fin se reencontraron, luego de que su desaparición fuera reportada en 2019 por el Colectivo Orlando Fals Borda.
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Julián y Darío fueron entregados a distintas familias y conociéndose en el mismo colegio descubrieron que eran hermanos. En 20 años de separación, ella ya no podía imaginar cómo lucirían los rostros de sus hijos, cómo eran sus vidas, quiénes fueron las familias que los acogieron. “El uno muy chiquito y el otro prácticamente lo sacaron de mi vientre y nunca más lo volví a ver”, relató Victoria.
Por su parte, sus hijos también cargaban con las mismas preguntas sobre su madre. ¿Por qué se fue? ¿Dónde estaría? Y la más importante: ¿Estaría con vida? Y así fue. Tras estar alejada por la guerra, Victoria al fin pudo regresar con sus hijos. La ocasión del reencuentro fue descrita por Victoria “como volver a nacer de nuevo”.
Su historia cuenta lo que solo 183 personas han podido contar en ocho años de trabajo de la UPBD. La razón: Victoria es miembro de ese reducido número de desaparecidos que han sido encontradas con vida. “En este caso, la Unidad recibió la solicitud de búsqueda a través de un informe del Colectivo Orlando Fals Borda en 2019, que registró casos de desaparición en el Guaviare y otras regiones del país”, contó Diana Ladino, coordinadora de la territorial Guaviare de la Unidad.
Luego de ingresar la solicitud, a través de un proceso de recolección, entrevistas y validación de datos, en 2020 la Red de Apoyo Operativo para la Búsqueda de la UBPD logró ubicar a la persona buscadora. En este caso, la mamá de crianza de uno de sus hijos.
“Sin ser familiar de la persona dada por desaparecida, ella encabezó la búsqueda a petición de los jóvenes que querían saber si su madre biológica estaba viva o no. Ellos no podían estar al frente del proceso por ser menores de edad”, le contó Ladino a este diario.
Las acciones del grupo territorial Guaviare de la Unidad cubren cuatro planes regionales de búsqueda en el sur del Meta, San José del Guaviare y sur del Guaviare y en Vaupés. Estos territorios tienen un registro de 4.801 personas dadas por desaparecidas, quienes hacen parte del total de 124.734 personas que hoy son buscadas en toda Colombia. En ese vasto universo de víctimas, que 183 hayan aparecido con vida es la excepción a la regla de un país en guerra.
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La directora de la Unidad de Búsqueda, Luz Janeth Forero Martínez, señaló a El Espectador que el reencuentro de Victoria y sus hijos “demuestra el sentido de la búsqueda: encontrarles con vida y de esta manera restituir esos vínculos rotos por el conflicto armado. Cada historia, como esta, nos recuerda que la desaparición no es solo una ausencia física, sino una fractura emocional, familiar y social. Nuestra labor como entidad es seguir tejiendo esas conexiones, incluso después de décadas, y garantizar que el derecho a la búsqueda se ejerza con acompañamiento, humanidad y responsabilidad institucional”.
Por su parte, la coordinadora de la territorial Guaviare, Diana Ladino, recalcó la importancia de las solicitudes de búsqueda para dar inicio a los trámites y seguir actualizando la cifra de personas desaparecidas en el país. “Así se adelanten solicitudes de búsqueda masivas, la UBPD también recibe a las personas buscadoras en sus sedes territoriales”, detalló Ladino.
En todo caso, agregó que un caso es competencia de la Unidad solo si cumple con las características que tienen que ver con la misión de la entidad, es decir, que la víctima haya desaparecido en acciones relacionadas con el conflicto armado y que los hechos hayan ocurrido antes del 1 de diciembre de 2016.
El día del reencuentro, Victoria tomó las manos de sus hijos tratando de recordar ese tacto que perdió por décadas. Al describir sus emociones, estas transitaban entre la alegría, los nervios, y por último, una sensación de “rabia por tener que haber hecho las cosas así por órdenes de los demás. Pero todo era por salvarles la vida a ellos”, aseguró Victoria.
Su hijo mayor, Julián, dijo que el momento era como un milagro: “Doy gracias a Dios por habernos puesto en nuestro camino a mi mamá, después de más de 20 años sin saber de ella. Me siento muy orgulloso de verla, de conocerla prácticamente, porque nos dejó cuando éramos muy niños”.
De espaldas a la cámara, y a un lado de su hermano, Darío pidió a todas las personas que buscan a sus seres queridos que, “por favor, no pierdan la esperanza y la fe, que mi Diosito es tan poderoso que le pone a uno sus cosas en el camino, a largo tiempo, pero se llega el día”.
En el amplio salón de paredes blancas, fotografías registran el reencuentro de espaldas a la familia para proteger sus identidades. Fundidos en un abrazo, Victoria aceptó que alguna vez creyó que la posibilidad de volver a verlos era algo perdido, demasiado lejano. Pero en ese momento pudo mirar sus rostros y “después de tantos años, volverlos a ver ya hechos unos hombrecitos”.
(*Los nombres fueron cambiados para proteger la identidad de la familia).
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*Nota de la editora: la versión web de esta nota fue actualizada y difiere de la versión impresa. En el artículo impreso se indica que la víctima es oriunda de San Jose del Guaviare (Guaviare) y que su reclutamiento ocurrió allí. Sin embargo, la UBPD se reserva los detalles sobre dónde ocurrieron los hechos, por motivos de seguridad.
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