El testimonio ucraniano

Un extenso informe remitido a la Procuraduría y a la Corte Suprema el pasado 15 de junio por Carlos Mario Restrepo, director del CTI en Cundinamarca, se sumó al largo etcétera de señalamientos que investiga la justicia en contra de la senadora liberal Piedad Córdoba por su presunta traición a la patria derivada de supuestos nexos con las Farc. El documento gira alrededor del testimonio de Viktor Tomnyuk, un ucraniano nacido en una ciudad llamada Chernivtsi, que declaró en las instalaciones de la Dijín, hace un mes exactamente, que la senadora Córdoba mantenía relaciones con miembros del grupo guerrillero que operan en la Costa Pacífica. Y que tenía cómo probarlo.

El documento de la Fiscalía reseñó que el pasado 9 de mayo, en zona rural de Buenaventura (Valle), sobre el río Yurumanguí, 12 personas fueron capturadas y procesadas por rebelión, porte ilegal de armas y concierto para delinquir. Se encontraban, notificó la Dijín, planeando una escalada terrorista para las elecciones presidenciales de mayo en Buenaventura y Cali. Los detenidos estaban en el campamento de Jorge Neftalí Umenza o Mincho, jefe del frente 30 de las Farc, a quien se le imputa el último atentado en Buenaventura —un carro bomba que dejó un saldo de nueve muertos y medio centenar de heridos—. De esa docena de arrestados, tres se habrían reunido, el 7 de febrero pasado, con la senadora, relató Tomnyuk.

Se trataba de Armando Urbano, trabajador social; John Hanner Bernal, profesor de la Universidad del Valle —se le halló en poder de un fusil—; y Auterio Umenza Velasco, un mecánico nacido en Tacueyó (Cauca). Ninguno de ellos tenía antecedentes judiciales. Tomnyuk testificó que en un club campestre de Palmira (Valle), Mincho patrocinó un encuentro entre unos 80 integrantes del Partido Comunista Clandestino (PC3) y la parlamentaria Córdoba. Dijo que ella conocía a todos los asistentes, que a cada uno los llamó por su nombre, que le reportaron las actividades realizadas en regiones en favor de su campaña al Senado y, finalmente, entregó la memoria de una cámara fotográfica con imágenes y videos de la senadora y algunos de los participantes al evento.

En su declaración Tomnyuk agregó que la congresista antioqueña pidió que se organizara una marcha pacífica el 20 de julio, “que ella apoyaba con gastos del 50 y el 50% Mincho, que ella apoyaba con prensa, con seguridad”, que la idea era convocar a unas 5.000 personas y que el trayecto sería de la Casa de Nariño hasta la Embajada de Estados Unidos, en Bogotá. Supuestamente Córdoba, además, le habría pedido a Tomnyuk que la invitara a Ucrania, que buscaran un pacto con el Partido Comunista de ese país y que ella estaba intentando establecer un encuentro con “un señor mexicano de un partido de importancia grande para toda América Latina”.

Su testimonio, que se suma a una cadena de pruebas que se evalúan en contra de la senadora Córdoba, tiene, cuando menos, muchos vacíos. Fue Tomnyuk el delator para que la Fuerza Pública capturara a tres de los presuntos interlocutores de la congresista con las Farc. En su relato, el ucraniano contó que llegó al país en 2006 por Ipiales (Nariño), que se alojó en la casa de un amigo italiano de nombre Andrea, que súbitamente conoció a un abogado que le propuso adelantar contactos con ciudadanos rusos para traficar armas y que pronto llegó al campamento de Mincho.

Después “averigüé que las Farc eran un grupo terrorista, que traficaba cocaína”, dijo, e inició contactos con el Ejército en Cali y con la Embajada de Estados Unidos. Nadie le prestó atención. Entonces, acudió a la Policía y ocurrió lo mismo. “Empecé por cuenta mía a verificar la información”, añadió el ucraniano, acreditado ante las autoridades colombianas como un simple profesor de geografía. El arrojado maestro expresó que les siguió la cuerda a las Farc y que llegó al corazón del campamento del frente 30. Sin ahondar en detalles, Tomnyuk saltó al año 2010 para referir que Mincho coordinó en Palmira el encuentro con gastos pagos al que, dijo, asistió Piedad Córdoba. Y agregó que Auterio Umenza, también detenido, y una mujer de nombre Deysi viajaron a Bogotá en abril pasado para encontrarse con el candidato Gustavo Petro. “De esa reunión tengo fotos”.

Tomnyuk ha sido el testigo estelar del proceso, pero, ¿cómo se entiende que un recién llegado, en tan corto tiempo, trabe conexiones de tan alto vuelo? ¿Se trata acaso de un infiltrado privilegiado? ¿Por qué las autoridades no le pararon bolas? ¿Pudo un profesor de geografía engañar así a las Farc? Son interrogantes que debe esclarecer la justicia. La senadora Córdoba, por su parte, tiene su propia versión: “Yo sí fui a esa reunión, bueno, en realidad no alcancé a llegar porque algo se me presentó y ya casi todos se habían ido. No fue en ningún club sino en una casa que alquilan unos curas, y me habían invitado unas personas de un movimiento étnico e intercultural con quienes he trabajado. De esos tres detenidos sólo conozco a Armando, y puedo dar fe de que él y los del movimiento son sólo campesinos, gente que ha sido desplazada. Alguien tiene que hablar por ellos y si me toca a mí, lo hago. Pero no voy a permitir que apresen a más gente”.

Y continuó: “Sí recuerdo a ese ucraniano, era un langaruto a quien, honestamente, no le presté mucha atención porque desde el principio noté que decía mentiras para impresionarme, como que era amigo del Presidente de Ucrania. ¡Hasta me ofreció montar una ruta de narcotráfico! ¡Qué ganas tengo de carear a ese tipo que me pareció un vividor! Pero eso sí, por la gente del movimiento me hago matar, porque esto es una infamia. Yo nunca he conocido al tal Mincho ni he oído de él. Todo lo que dijo ese ucraniano es falso, tanto que no llegué a la reunión. ¿Yo cómo voy a organizar una marcha como la que él describió? ¡Por Dios!”. La senadora sigue reivindicando su inocencia. La justicia evalúa.

Un extenso informe remitido a la Procuraduría y a la Corte Suprema el pasado 15 de junio por Carlos Mario Restrepo, director del CTI en Cundinamarca, se sumó al largo etcétera de señalamientos que investiga la justicia en contra de la senadora liberal Piedad Córdoba por su presunta traición a la patria derivada de supuestos nexos con las Farc. El documento gira alrededor del testimonio de Viktor Tomnyuk, un ucraniano nacido en una ciudad llamada Chernivtsi, que declaró en las instalaciones de la Dijín, hace un mes exactamente, que la senadora Córdoba mantenía relaciones con miembros del grupo guerrillero que operan en la Costa Pacífica. Y que tenía cómo probarlo.

El documento de la Fiscalía reseñó que el pasado 9 de mayo, en zona rural de Buenaventura (Valle), sobre el río Yurumanguí, 12 personas fueron capturadas y procesadas por rebelión, porte ilegal de armas y concierto para delinquir. Se encontraban, notificó la Dijín, planeando una escalada terrorista para las elecciones presidenciales de mayo en Buenaventura y Cali. Los detenidos estaban en el campamento de Jorge Neftalí Umenza o Mincho, jefe del frente 30 de las Farc, a quien se le imputa el último atentado en Buenaventura —un carro bomba que dejó un saldo de nueve muertos y medio centenar de heridos—. De esa docena de arrestados, tres se habrían reunido, el 7 de febrero pasado, con la senadora, relató Tomnyuk.

Se trataba de Armando Urbano, trabajador social; John Hanner Bernal, profesor de la Universidad del Valle —se le halló en poder de un fusil—; y Auterio Umenza Velasco, un mecánico nacido en Tacueyó (Cauca). Ninguno de ellos tenía antecedentes judiciales. Tomnyuk testificó que en un club campestre de Palmira (Valle), Mincho patrocinó un encuentro entre unos 80 integrantes del Partido Comunista Clandestino (PC3) y la parlamentaria Córdoba. Dijo que ella conocía a todos los asistentes, que a cada uno los llamó por su nombre, que le reportaron las actividades realizadas en regiones en favor de su campaña al Senado y, finalmente, entregó la memoria de una cámara fotográfica con imágenes y videos de la senadora y algunos de los participantes al evento.

En su declaración Tomnyuk agregó que la congresista antioqueña pidió que se organizara una marcha pacífica el 20 de julio, “que ella apoyaba con gastos del 50 y el 50% Mincho, que ella apoyaba con prensa, con seguridad”, que la idea era convocar a unas 5.000 personas y que el trayecto sería de la Casa de Nariño hasta la Embajada de Estados Unidos, en Bogotá. Supuestamente Córdoba, además, le habría pedido a Tomnyuk que la invitara a Ucrania, que buscaran un pacto con el Partido Comunista de ese país y que ella estaba intentando establecer un encuentro con “un señor mexicano de un partido de importancia grande para toda América Latina”.

Su testimonio, que se suma a una cadena de pruebas que se evalúan en contra de la senadora Córdoba, tiene, cuando menos, muchos vacíos. Fue Tomnyuk el delator para que la Fuerza Pública capturara a tres de los presuntos interlocutores de la congresista con las Farc. En su relato, el ucraniano contó que llegó al país en 2006 por Ipiales (Nariño), que se alojó en la casa de un amigo italiano de nombre Andrea, que súbitamente conoció a un abogado que le propuso adelantar contactos con ciudadanos rusos para traficar armas y que pronto llegó al campamento de Mincho.

Después “averigüé que las Farc eran un grupo terrorista, que traficaba cocaína”, dijo, e inició contactos con el Ejército en Cali y con la Embajada de Estados Unidos. Nadie le prestó atención. Entonces, acudió a la Policía y ocurrió lo mismo. “Empecé por cuenta mía a verificar la información”, añadió el ucraniano, acreditado ante las autoridades colombianas como un simple profesor de geografía. El arrojado maestro expresó que les siguió la cuerda a las Farc y que llegó al corazón del campamento del frente 30. Sin ahondar en detalles, Tomnyuk saltó al año 2010 para referir que Mincho coordinó en Palmira el encuentro con gastos pagos al que, dijo, asistió Piedad Córdoba. Y agregó que Auterio Umenza, también detenido, y una mujer de nombre Deysi viajaron a Bogotá en abril pasado para encontrarse con el candidato Gustavo Petro. “De esa reunión tengo fotos”.

Tomnyuk ha sido el testigo estelar del proceso, pero, ¿cómo se entiende que un recién llegado, en tan corto tiempo, trabe conexiones de tan alto vuelo? ¿Se trata acaso de un infiltrado privilegiado? ¿Por qué las autoridades no le pararon bolas? ¿Pudo un profesor de geografía engañar así a las Farc? Son interrogantes que debe esclarecer la justicia. La senadora Córdoba, por su parte, tiene su propia versión: “Yo sí fui a esa reunión, bueno, en realidad no alcancé a llegar porque algo se me presentó y ya casi todos se habían ido. No fue en ningún club sino en una casa que alquilan unos curas, y me habían invitado unas personas de un movimiento étnico e intercultural con quienes he trabajado. De esos tres detenidos sólo conozco a Armando, y puedo dar fe de que él y los del movimiento son sólo campesinos, gente que ha sido desplazada. Alguien tiene que hablar por ellos y si me toca a mí, lo hago. Pero no voy a permitir que apresen a más gente”.

Y continuó: “Sí recuerdo a ese ucraniano, era un langaruto a quien, honestamente, no le presté mucha atención porque desde el principio noté que decía mentiras para impresionarme, como que era amigo del Presidente de Ucrania. ¡Hasta me ofreció montar una ruta de narcotráfico! ¡Qué ganas tengo de carear a ese tipo que me pareció un vividor! Pero eso sí, por la gente del movimiento me hago matar, porque esto es una infamia. Yo nunca he conocido al tal Mincho ni he oído de él. Todo lo que dijo ese ucraniano es falso, tanto que no llegué a la reunión. ¿Yo cómo voy a organizar una marcha como la que él describió? ¡Por Dios!”. La senadora sigue reivindicando su inocencia. La justicia evalúa.