Publicidad

En busca de los padres que no conocieron

Estas dos jóvenes de 30 años tuvieron que reconstruir la memoria de sus padres, de quienes sólo tienen la imagen que les han narrado. Los dos fueron víctimas del holocausto.

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Catalina González, Mónica Rivera
07 de noviembre de 2015 - 03:02 a. m.
Alejandra Rodríguez, hija de Carlos Arturo Rodríguez. / Cristian Garavito - El Espectador || Juliana Gaona ahora vive fuera del país. / Archivo particular
Alejandra Rodríguez, hija de Carlos Arturo Rodríguez. / Cristian Garavito - El Espectador || Juliana Gaona ahora vive fuera del país. / Archivo particular
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

La hija de Carlos Arturo Rodríguez, administrador de la cafetería, no alcanzó a conocer a su padre pues lo desaparecieron cuando ella era una bebé de 32 días de nacida.

¿Cuál era la idea que tenía de su papá?

Hay muchas memorias que no tengo, pero mi mamá tiene un escrito en el que yo a los 10 años le decía que fuéramos al bosque a buscar a mi papá. Y una vez, como a los cinco años, en un día de lluvia le pregunté si en uno de esos rayos que caían del cielo a Diosito se le diera por mandar a mi papá a la tierra para que estuviera con nosotros.

¿Cómo reconstruyó a su papá?

Era una persona muy alegre, sociable, compañerista, le gustaba jugar bolos, le gustaba viajar. Era muy cariñoso, muy amoroso y estaba muy contento con mi nacimiento.

A los 12 años su abuelo le contó lo qué pasó en Palacio. ¿Que recuerda?

Él me contó lo que le habían hecho a mi papá, lo que había sucedido con él. Fue algo muy crudo, porque Ricardo Gámez nos había dejado un testimonio donde relata varias cosas, entre esas torturas que le hicieron a mi papá.

Lo dice con nombre propio: al señor Carlos Augusto Rodríguez Vera, por orden de Luis Alfonso Plazas Vega, se le sometió a tales torturas. No las tengo presentes, ni quiero tenerlas presentes. Pero ese fue mi primer contacto con el tema de la desaparición forzada, porque en mi familia siempre habían tratado de tenerme blindada, muy protegida de ese tema, del dolor, de la tristeza.

¿Su abuelo cumplió el rol de padre?

El rol de papá nadie lo puede suplir, porque es muy diferente cuando convives con la persona y cuando es esporádico. Mi abuelito sí jugó un rol de papá muy grande para mí y el recuerdo que tengo de él es del rol de papá. Él me quiso como hija, pero por más que tratara de tomar ese papel y de llenar ese vacío, no es lo mismo que sea el papá real a que sea el papá del papá. Ser nieto es muy diferente a ser hijo. Mi tío ha sido una parte fundamental en toda mi crianza y mis vivencias.

¿Por qué decidió estudiar derecho y visibilizar lo que pasó?

Después de los 12 años, cuando mi abuelito me contó lo que le pasó a mi papá, me ausenté totalmente hasta los 17 años. A los 18, cuando fui más consciente de la situación, comencé a ir a reuniones y tomé conciencia de las cosas. Me integré con las organizaciones que llevaban los procesos y empecé un proceso de formación en derechos humanos. Esto me llevó a conocer la historia colombiana y me impulsó a tomar la decisión de estudiar derecho.

¿Por qué su mamá no estaba en el Palacio el día de la toma?

Ella ya estaba terminando la dieta, iba a retomar sus labores en la caja de la cafetería del Palacio y ese día, por cosas de la vida, llegó cinco minutos después de que acordonaran la zona. Ella siempre llegaba a las 11 y ese día llegó a las 12:05, y por eso no pudo ingresar. Si ella hubiera estado ahí, muy seguramente hoy sería una desaparecida y habría sido mucho peor.

¿Están conformes con la sentencia de la CIDH?

La sentencia de la CIDH es un logro que hemos obtenido después de 29 años de impunidad. Es uno de los primeros logros que tenemos dentro de toda la impunidad que ha rondado el caso en estos 30 años. Pero la sentencia no condena a los responsables directos de la desaparición, es decir, no condena a militares, ni a policía, sino que condena al Estado. Es buena en el sentido de que reconoce que el Estado, por acción, desapareció a un grupo de personas, ejecutó extrajudicialmente a una persona y torturó a cuatro personas. Gracias a esa sentencia hoy no se puede hablar de presuntos desaparecidos, ya se habla de desaparecidos judicialmente.

Ahora, ¿qué esperan?

Hoy estamos a la espera de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, con el temor de que absuelvan a Luis Alfonso Plazas Vega, quien es uno de los principales responsable, pero ellos tienen la intención de absolverlo por cuestiones políticas.

¿Qué falta para encontrar la verdad?

Por documentos que se encontraron en guarniciones militares y por el acta del consejo de ministros, a los ocho días de la toma, hay militares a los que todavía falta por vincular a los procesos en los excesos que tuvieron, como ejecuciones extrajudiciales, torturas y la forma tan abrupta con la que arremetieron contra el Palacio de Justicia, y eso aún está en proceso.

De acuerdo a los videos, su papá salió vivo del Palacio. ¿Saben algo más?

Lo vemos salir con vida, llevado por dos militares. De ahí para allá todo lo que tenemos son testimonios y relatos de algunos militares. Por Ricardo Gámez Mazuera sabemos que a él lo torturaron por orden expresa de Luis Alfonso Plazas Vega. Hay otra persona que da un testimonio que da Villamizar y habla de mi papá y de unas torturas que se hicieron en Caballería.

Después de 30 años podemos decir que está muerto, pero con la desaparición sucede que, mientras tú no puedes hacer el duelo y no sabes lo que le sucede a esa persona, no estás preparado para aceptar que murió. Siempre está la duda constante de qué pasó con él. ¿Está vivo? ¿Está muerto? ¿Qué le hicieron? ¿Qué no le hicieron?

* * *

Abogada por herencia

Juliana Gaona es la hija menor del magistrado de la Sala Constitucional de la Corte Suprema Manuel Gaona Cruz. Tampoco conoció a su padre, tenía 11 meses, cuando ocurrió el holocausto y ahora vive en el exterior. Desde allá habla de los vacíos en su vida.
 

¿Cómo reconstruyó a su padre?

Todo lo que aprendí de mi papá y lo que conozco de él es por las historias que me cuentan mis mamá, mis hermanos, mis tíos. Es increíble formar recuerdos de una persona sin haber tenido la oportunidad de conocerla.

¿Cómo lo define?

Como una persona muy inteligente, noble, sencilla, honesta.

¿Cuál fue el mayor legado de su padre?

Él hizo su doctorado en ciencias políticas, y cuando llegó a Colombia su mayor legado fue la parte de constitucional colombiano. Muchas de sus sentencias iban enfocadas a la libertad de prensa, el fuero militar, cómo controlar el poder que tenían en ese entonces las Fuerzas Armadas y la Policía, y sobre todo el tratado de extradición, que estaba siendo estudiado por la Corte Suprema.

¿Cuándo se enteró de lo que había pasado?

Me acuerdo de que cuando entré a la universidad a estudiar, mi mamá me llevó a la Casa Externadista, hablamos como cuatro horas y me contó cómo lo había vivido, lo que pasó todo ese día. Ahí empecé a interesarme más.

¿Cómo reaccionó?

Le pregunté a mis hermanos cómo había sido para ellos.

¿Y qué le contaron?

Mi papá les decía que no iba a alcanzar a estar para mí, que no iba a alcanzar a verme crecer.

¿Estudió derecho por su padre?

Sí. Somos cuatro hijos y tres somos abogados. En gran parte por seguir los pasos de mi padre. En la universidad conocí sus sentencias y pude conocer su parte intelectual y cómo era de profesor. Porque profesores y gente que no conocía y que no sabían que era la hija de mi padre me empezaban a contar historias de cómo era él.

Usted era una bebé, pero ¿qué le dice su familia de los últimos días de vida de su padre?

Mis hermanos eran menores. El mayor tenía 13 años, el siguiente 11 y el otro ocho. Me cuentan que en los últimos días de vida, a él le daba mucho miedo no verme crecer. Aunque eran pequeños, mis hermanos alcanzaban a percibir las amenazas de Pablo Escobar, porque mi papá era el magistrado ponente del tratado de extradición. Ellos tenían que ir con camionetas y escoltas y mi mamá me decía que él sentía mucho miedo.

¿Qué piensa ahora?

 

Es una herida que no cicatriza, porque no se sabe la verdad. No hemos obtenido eso. ¿Por qué no salió? Investigué, les pregunté a mis profesores, busqué en la prensa. 

Por Catalina González, Mónica Rivera

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.