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Las expectativas aumentan a medida que la hora cero de las conversaciones en Oslo (Noruega) se acercan, y el gobierno Santos bien sabe que una de las estrategias de su antecesor, esa de incentivar a miembros de las guerrillas para que dejaran las armas, resultó fundamental para lograr que las Farc pensaran de nuevo en unos diálogos de paz. Según los datos más actualizados del Ministerio de Defensa, entre 2003 y 2012 cerca de 16 mil combatientes abandonaron la guerra. Poco más de la mitad de ellos lo hicieron después de 2008, cuando el gobierno Uribe emitió un decreto para que los exsubversivos también pudieran involucrarse en el proceso de Justicia y Paz, diseñado inicialmente para los paramilitares.
La participación guerrillera en Justicia y Paz, sin embargo, ha sido más reducida que la paramilitar. Empezó de manera más accidentada, si se tiene en cuenta que el primer nombre postulado por el gobierno fue el de Raúl Agudelo Medina, alias Olivo Saldaña, quien hoy está en juicio como posible artífice de la fraudulenta desmovilización del frente Cacica La Gaitana. De acuerdo con la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía, 443 exmiembros de las Farc están vinculados en el programa, poco menos del 10% del total de postulados. Pero la Fiscalía, aun con ese reducido número, sigue escarbando con el propósito de que más víctimas puedan conocer mejor esa cara del conflicto.
El organismo investigativo ha radicado hasta ahora 188 escritos de acusación, que involucran 2.490 crímenes de algún tipo y afectarían a por lo menos 4.000 víctimas. En las audiencias libres se ha hablado de asesinatos, secuestros, extorsiones, propiedades arrebatadas, violencia sexual y desapariciones. En cuanto a verdades de la violencia guerrillera, sin embargo, es largo el camino que queda por recorrer para descifrarla. En comparación con la abrumadora cantidad de información sobre la barbarie paramilitar que abunda en los expedientes de Justicia y Paz, así como en otros despachos de la Fiscalía, los exintegrantes de grupos guerrilleros como las Farc siguen con una deuda pendiente en esta materia.
Algunas cosas han llamado la atención de los investigadores. Por ejemplo, lo referente a las escuelas de formación que varios bloques de las Farc fundaron en distintos puntos del país y en los que se impartían cursos de sistemas, de enfermería, de inteligencia o de fuerzas especiales(ver infografía). Justicia y Paz ha sido también el escenario para admitir secuestros y desapariciones, un tema sensible en estos diálogos luego de que las Farc señalaran no tener a nadie en su poder. Mientras las conversaciones sigan vivas, cualquier entidad del Estado que tenga información sobre este grupo guerrillero será clave para entender la violencia que ha azotado a Colombia durante tanto tiempo.