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¿Estaba armado el magistrado Fernando Castañeda?

La ponencia sostiene que el magistrado del Tribunal de Cúcuta, señalado por un supuesto ataque a una vecina, no estaba armado y que la supuesta agresión no ocurrió.

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Redacción Judicial
10 de julio de 2014 - 06:25 p. m.
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En marzo pasado el magistrado del Tribunal de Cúcuta, Fernando Castañeda, quedó en el ojo del huracán por cuenta de un supuesto ataque a una estudiante de Medicina, Laura Jaramillo, perpetrado en un edificio en Bucaramanga, supuestamente, para reclamarle por haber parqueado su carro en el lugar equivocado. De acuerdo con Jaramillo el magistrado “me abordó con un cuchillo y dijo que me iba a pinchar las llantas, que me iba a dañar el carro. Yo le dije que señor haga lo que quiera pero déjeme ir”.

Luego se soltó y se dirigió al ascensor del edificio. “Vi que venía con el cuchillo. Me iba amenazando que no me iba a perdonar eso”. El Consejo Superior de la Judicatura abrió una investigación en contra de Castañeda y –ahora– una ponencia del magistrado Wilson Ruiz –discutida hoy– sostiene que en realidad Castañeda no estaba armado y que el ataque no fue ni siquiera parecido a como Jaramillo lo narró; señala, incluso, que la mujer ya había tenido altercados con otros vecinos en los que había sido necesaria la mediación de la Policía. Por ello el magistrado Ruiz pide cesar cualquier procedimiento contra el magistrado.

En la ponencia de 15 páginas Ruiz indica que “el testimonio de Jaramillo no resiste el análisis bajo el tamiz de la sana crítica, puesto que el mismo cae por su propio peso, en tanto no ha sido coherente en sus versiones y ello impide darle crédito. En efecto, en la primera declaración, el 1 de marzo del presente año ante la Fiscalía, tras señalar que luego de tener una discusión con el señor Blanco Turizo, propietario del parqueadero, y estacionar el rodante en otro sitio, puesto que no cuenta con aparcadero, indicó, que al dirigirse para el elevador se encontró con doctor Castañeda, quien le anunció que le iba a romper las llantas y los vidrios, además, de amenazarla con un cuchillo. Pero en la declaración jurada que entregó a esta Sala, el 13 de marzo del año que discurre, ya no expuso que los hechos se presentaron cuando iba para el ascensor, sino cuando se bajó del carro”.

Y agrega que “se observa cómo la testigo entrega dos versiones diversas en torno al preciso instante en que supuestamente el funcionario judicial la abordó, pues en la primera señaló, que fue cuando iba para el ascensor y, en la segunda, que ello ocurrió en el instante en que se bajó del carro y luego de soltársele, la obligó a correr por entre los vehículos. Asimismo –afirmó en la denuncia penal– que el disciplinado le dijo que le iba a pinchar las llantas y romper los vidrios. Pero en la segunda declaración, le aumentó al señalar que el disciplinado le dijo que no se lo perdonaba, que le tenía que responder por el parqueadero, ‘no se la rebajo’ y que le iba a hacer daño a ella y al carro.

Ruiz sostiene que en un primer momento la mujer afirmó que entró al ascensor, Castañeda le sacó un cuchillo y la cámara lo captó cuando la intimidaba. Pero, dice Ruiz “eso no es cierto. En efecto, observado con detenimiento el video entregado tanto por la presunta afectada como por la defensa, se observa lo contrario, es decir, que la actitud del disciplinado al momento de tratar de abordar el ascensor –estando dentro de éste la dama y el señor Marlon Felipe Prada– fue de absoluta normalidad. En ningún momento se le vio agitado, corriendo o tratando de abrir por la fuerza el elevador y –menos aún– que la hubiese encarado con un cuchillo. Pero lo que sí es llamativo es que la señora llega al ascensor, también de manera corriente y, en vez de alejarse en el mismo, se quedó por espacio de 56 segundos sosteniéndolo, con su mano derecha desde el interior, situación que no es lógica para quien está siendo agredida y perseguida por otra persona, pues de haber sido así, se le hubiese observado apurada y afligida, pero nada de ello ocurrió”.

El documento indica –además– que el cuchillo con el que Castañeda supuestamente amenazó a Jaramillo no era en realidad un cuchillo sino un llavero. “La presunta arma a la que hizo referencia resultó ser un llavero que sí tiene forma de cuchillo, pero es de plástico, inofensivo totalmente, como lo relató el disciplinado, sin que, además, el dictamen que se ordenó practicar sobre dicho elemento demostrara lo contrario. Y cómo desconocer lo expuesto por el investigado frente a su imposibilidad para asir las cosas con su mano izquierda, pues ello quedó demostrado no sólo con las copias de la historia clínica sino, además, por informe el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses en el cual expresamente se dijo: ‘presenta según documentación aportada una lesión crónica antigua de plejo braquial izquierdo –en hechos ocurridos en el 2008– secundario a cirugía de corazón abierta por lesión de tres vasos, lo que ocasiona una perturbación funcional del miembro superior” . Mejor dicho que el magistrado Castañeda no podía, siquiera, empuñar el mencionado cuchillo.

Pero Ruiz advierte –además– que “debe tenerse en cuenta la personalidad conflictiva de la señorita Laura Jaramillo pues no otra cosa se infiere de lo expuesto por la Administradora del Conjunto Serrezuela II (donde ocurrieron los hechos) quien indica que la citada no es residente y ‘ocasionalmente se queda en el apartamento de su novio, quien habita dicha unidad, aparcando en cualquier sitio sin consentimiento de sus propietarios’. Además, que el pasado 8 de marzo, junto con sus suegra Janeth Lucía Ortiz protagonizaron ‘un bochornoso acto a la entrada del Conjunto lanzando improperios y palabras impublicables por este medio, contra la Administración del Conjunto, Vigilantes de Turno y en especial contra la suscrita, el presidente del consejo de Administración, Carlos Alirio Quintero, y Fernando Villamizar Parada, solicitándose la presencia de la Fuerza Pública a quienes además de desafiarlos los amenazaron de palabras’”. Incidente del que el Consejo Superior ya tiene conocimiento por cuenta de un video allegado a esa corporación.

Por último, Ruiz concluye que “en el evento de que hubiese existido discusión entre el disciplinado y Jaramillo Mariño, era lógica la reacción de aquel, sin que al respecto importe el cargo que ostentara, Magistrado, Juez, Ingeniero, vendedor, lustrabotas, etc., puesto que la imprudencia fue de la dama, quien tenía por costumbre estacionar su vehículo en aparcaderos ajenos, sin el respectivo consentimiento de sus propietarios”.

Por Redacción Judicial

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